El presidente Recep Tayyip Erdogan gobierna Turquía en forma ininterrumpida desde 2003.
El presidente Recep Tayyip Erdogan gobierna Turquía en forma ininterrumpida desde 2003.
ANÁLISIS 008

Turquía: a la hora del Imperio Otomano

¿Resulta factible el retroceso del tiempo? Por cierto, no, al menos a simple vista. La literatura y sus artes derivados, tras la revolución industrial, plantearon la invención de una máquina del tiempo cuyos tripulantes regresaban a épocas pretéritas sin abandonar creencias, costumbres y modos de pensar de su propia época.
La apelación es aplicable a la reformulación de “neos” imperios heredados del pasado, adaptados a la modernidad pero conservadores de su esencia autoritaria, intolerante y expansiva. La China “Celestial” del presidente Xi Jinping (67 años), la Rusia “Zarista” o “Soviética” del presidente Vladimir Putin (67 años) y la Turquía “Otomana” del presidente Recep Tayyip Erdogan (66 años) son los exponentes de esta nueva corriente imperial que intenta recrear, mano dura mediante, las glorias pretéritas.
El presidente Recep Tayyip Erdogan nació en Estambul, Turquía, en el barrio obrero de Kasimpasa. Hijo de un oficial de la Guardia Costera pasó una infancia que, sin ser dura, lo obligó a generar un ingreso para atender las ambiciones de un adolescente. Luego, completó estudios de administración de empresas en la que hoy se denomina Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Mármara. 
Lanzado a la política comenzó su carrera en organizaciones partidarias islámicas. En 1998, coronó con éxito su ascenso al vencer en las elecciones para alcalde de Estambul, la ciudad más importante, aunque no la capital, de la República de Turquía. Acusado de violar los principios laicos de la República, la Corte Suprema lo condenó a diez meses de prisión. Como consecuencia, el ahora presidente abandonó el islamismo militante y lo trocó por el mucho más moderado “islam político”, al fundar una nueva agrupación que tomó el nombre de Partido de la Justicia y el Desarrollo, conocida por sus siglas como AKP.
Su antecedente carcelario demoró, tras ganar las elecciones del 2002, su acceso al poder hasta el 2003 cuando tomó posesión del cargo de primer ministro en reemplazo del por entonces su correligionario Abdullah Gul (69 años). Desde aquel momento, gobierna Turquía de manera ininterrumpida. 

Reverdecer otomano
El imperio otomano fue un estado multiétnico y multiconfesional gobernado por la dinastía osmanlí. A sus inicios, solo controlaba una pequeña región de la Anatolia en el Asia Menor, allá por 1299. Un siglo y medio más tarde, el sultán Mehmed II conquistó Bizancio, la antigua Constantinopla, la actual Estambul, y puso fin a poco más de mil años del Imperio Romano de Oriente.
En su momento de máximo esplendor, el Imperio Otomano se extendió por África (actuales Argelia, Túnez, Libia, Egipto y Sudán); Asia (actuales Yemen, partes de Arabia Saudita, Jordania, Palestina, Israel, Siria, Líbano, Irak, Kuwait, Azerbaiyán, Armenia, Georgia y la propia Turquía asiática); y Europa (actuales Bulgaria, Rumania, Grecia, Macedonia, Bosnia, Serbia, Croacia, Montenegro, Kosovo, Eslovenia, partes de Rusia, Hungría y la Turquía europea). Llegó a contar con 29 provincias y cuatro estados vasallos, Crimea, Valaquia, Transilvania y Moldavia. 
La expansión otomana culminó a las puertas de Viena, Austria, en dos oportunidades, en 1532 y en 1683. Recuerdo actual del segundo intento fallido, es la masa conocida como media luna o croissant, inventada por los panaderos vieneses no sin mofa frente a la derrota otomana y su media luna estampada en su estandarte.
La derrota de Turquía en la Primera Guerra Mundial acabó con los restos de aquel ya decadente Imperio Otomano y dio la oportunidad, en 1922, al general Mustafá Kemal de proclamar la República laica y moderna tal como se la conoce hasta ahora. O, mejor dicho, se la conocía hasta ahora.
Es que tras su juventud islamista y su cambio al moderado islam político, el presidente Erdogan modificó su objetivo, pero no se trató de un retorno al laicismo kemalista, ni mucho menos. Se trató y se trata de revertir prioridades. Primero, la concreción de áreas de influencia turca fuera de las fronteras del país actual. De allí, aquello de “el reverdecer” del Imperio Otomano. En particular, en área y regiones donde el islam es la religión predominante.
Precisamente, todo un símbolo de ese reverdecer otomano es la muy reciente retrocesión de la Basílica de Santa Sofía, hasta ahora museo por ley de 1934, a la condición de mezquita para la oración, rol que cumplía justamente durante las épocas otomanas. 

Aventura exterior 
El presidente Erdogan hizo de la cuestión kurda un asunto de seguridad nacional. Así con el estallido de la guerra civil en la vecina Siria, la política del presidente consistió en convencer a las potencias occidentales de establecer una zona de seguridad –zona tapón- en territorio sirio. 
Dos fueron los objetivos perseguidos en aquella demanda. Primero, instalar en dicha zona a los refugiados de la guerra civil que suman actualmente unos 3,7 millones de civiles, predominantemente mujeres y niños. Segundo, y más importante, alejar de la frontera turco-siria a las unidades militarizadas de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), las milicias kurdas que operan en su zona natural. Es decir donde los kurdos sirios son mayoría.
Pero, la derrota de ISIS a manos de las milicias del FDS con apoyo norteamericano, llevaron al presidente Erdogan a buscar alianza con los islamistas cercanos a Al Qaeda que gobiernan parte de la única provincia siria que les queda: Idlib. Dicha alianza –Turquía y rebeldes sirios- condujo a combates directos con el ejército sirio. Con derribo de aviones militares y bajas entre los combatientes. Los errores de cálculo del presidente Erdogan lo llevaron de la intención de combatir las milicias kurdas al enfrentamiento con el Ejército sirio con el que colabora la Fuerza Aérea rusa. Desde su base en el puerto de Lataquia, la única en Medio Oriente, los aviones rusos bombardeaban las posiciones de los rebeldes sirios, los amigos del presidente Erdogan. Y hasta allí llega el involucramiento turco. 
Turquía recibe ayuda de la Unión Europea y de agencias especializadas para mantener a los refugiados en territorio turco. No obstante, el presidente Erdogan los usa como extorsión frente a los europeos. Furioso por la muerte de más de treinta soldados turcos en Idlib y enojado por la falta de apoyo occidental en su combate contra el dictador al-Assad, el presidente Erdogan dio luz verde a los refugiados para dirigirse a territorio de la Unión Europea. 
La ola de sirios, afganos, iraníes, iraquíes y pakistaníes avanzó masivamente hasta las fronteras griega y búlgara donde fue contenida por las fuerzas de seguridad. De su lado, los guardias de frontera turcos brillaban por su ausencia. Pero, salió mal. El presidente Erdogan debió dar marcha atrás. Como consecuencia, la tradicional confrontación turca con Grecia quedó agravada y nucleó a la Unión Europea (UE) alrededor de los helenos. 
El año en curso comenzó con una visita, a toda pompa, del presidente Putin al presidente Erdogan en Estambul. Allí, rostros sonrientes mediante, ambos jefes de Estado bajaron la palanca que puso en funcionamiento el gasoducto Turkish Stream que alimenta la propia Turquía y el sur europeo, por el momento solo Bulgaria, con gas ruso. Pero, los rostros se tornaron adustos cuando de comentar la realidad se trató. Obviamente, la enojosa cuestión siria, donde cada uno apoya bandos distintos, no da para la sonrisa. Pero tampoco la guerra civil libia donde turcos y rusos también se enfrentan.
Y si con la cuestión de los refugiados sirios, el presidente Erdogan chocó con la Unión Europea que salió en defensa de Grecia, con el asunto libio el choque es con Francia que patrulla el Mediterráneo y no ve con buenos ojos las incursiones, ni las perforaciones turcas. A tal punto, que unidades navales de ambos países llegaron al borde del enfrentamiento.
A la fecha, el comandante en Jefe, Recep Erdogan, tiene a sus fuerzas armadas combatiendo simultáneamente en Siria y Libia, con incursiones en el Kurdistán iraquí. Parece demasiado. pero en sus círculo de allegados la estrategia se reduce a un lacónico “son regiones del viejo Imperio Otomano”.

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