El hartazgo social y la crisis económica generó la decisión de un aislamiento intermitente.
PANORAMA PROVINCIAL

El día a día de la pandemia, entre el temor a la vuelta atrás y la necesidad de reactivación

“Esto es día a día”, afirman en la Gobernación para referirse al devenir de la nueva etapa de la cuarentena que arranca mañana. Es la impronta que tendrá el aislamiento “intermitente”, como se definió en la Provincia a la flexibilización en etapas dispuesta al calor del malhumor social.
Cerca de Axel Kicillof dejan la puerta abierta para un eventual retroceso de esa medida si los contagios por coronavirus se disparan. Creen que esa posibilidad está dentro del bolillero porque están convencidos, además, de que se está transitando el pico de la pandemia. 
La cuestión es que no se atina a determinar en qué estadío de ese pico están hoy por hoy los distritos del Gran Buenos Aires, donde se concentra la mayoría de los casos. Por lo tanto, resulta difícil determinar si el promedio de 3 mil contagios de los últimos días es un número que ya encontró una meseta o si está en plena etapa de escalada rumbo al pináculo y habrá que aguardar un escenario aun de mayor complejidad.
La otra mirada oficial está puesta en la infraestructura sanitaria, básicamente, en la ocupación de camas de terapia intensiva. Algunos datos oficiales ayudan a mejorar la mirada oficial. El primero tiene que ver con que solo entre el 2 y el 3 por ciento de los contagiados requiere ir a esas salas de cuidados extremos. También, que el tiempo de permanencia de los enfermos en esas salas se redujo de 20 a 13 días, circunstancia que permite una liberación más rápida de plazas.

Cómo llegar a agosto
Aun en ese cuadro de dificultades, en la Provincia están imaginando alguna salida para el estado de cuarentena. “Si al final de estos 15 días estuviéramos en la misma situación que ahora sería fabuloso”, señalan. Ese escenario permitiría hacia principios de agosto avanzar un paso más hacia la flexibilización de actividades en las zonas más calientes de los contagios.
Hay una medida oficial en danza que apuntaría a evitar la multiplicación de contagios que se la acercó un grupo de intendentes del Conurbano a Kicillof y que pasa por incentivar el uso de los centros de aislamiento que montó la mayoría de los municipios. Los alcaldes empezaron a notar cierta reticencia de quienes se contagiaron del virus a ir a esos centros y dejar sus hogares por diversas razones, entre ellas, algunas vinculadas al temor de ser desvalijados. Así, se está definiendo el pago de una suerte de “plus por desarraigo” -cuyo valor no fue determinado aún y que será costeado por la Provincia-, para inducir el aislamiento y que aquellos que presentan síntomas leves de la enfermedad no terminen infectando al resto de su familia. 
El otro monitoreo oficial tiene que ver con el hartazgo social por un confinamiento que ya lleva 122 días, uno de los motores, sino el principal, que impulsara la decisión oficial de soltar un poco la soga a pesar del aumento de los contagios. Mañana habrá una prueba de fuego en ese sentido con el arranque de la nueva etapa de la cuarentena que podría generar una apertura generalizada de comercios y, por consiguiente, generar mayor circulación de gente. También mañana se celebra el Día del Amigo y en la Provincia temen que se pueda recrear lo que ocurrió en junio con el Día del Padre, cuando reuniones sociales no permitidas generaron brotes de contagios en varias comunas.

La economía habla
La debacle económica fue otro de los factores que empujó el relajamiento ante la necesidad de que se empiecen a mover distintas actividades, muchas de las cuales están paralizadas desde hace cuatro meses o tuvieron permisos de funcionamiento efímeros.
Hay funcionarios bonaerenses que comenzaron a imaginarse cómo podría reactivarse la industria turística, una de las más importantes de la Provincia, si es que la flexibilización de la cuarentena por lo menos se mantiene en agosto.
Los fines de semana largo que quedan de acá a fin de año están en la mira oficial. Habría, en principio, dos etapas de aplicación de la vuelta a esa actividad. La primera involucraría solo a aquellos distritos del interior que están en la denominada fase 5 producto de que no registran casos de coronavirus. A partir del fin de semana largo del 17 de agosto, si la situación no se desmadra, podrían habilitar el turismo entre ellos. Para más adelante, se estima en el mejor de los casos desde octubre, alumbra la idea de que los fines de semana largo se permita el turismo interno ya con nulas o pocas restricciones.
El turismo es uno de los ejes de la “recuperación de la economía” que con tono optimista aguardan en la Provincia para cuando pase lo peor de la pandemia. Incluso ya varios distritos de la Costa se han puesto a trabajar en diversos protocolos para la temporada de verano en la que hay depositadas fuertes expectativas por la alta cotización del dólar que desalentará viajes al exterior.