None
Alberto Fernández mantuvo un encuentro virtual con los gobernadores para diagramar la salida de la cuarentena.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

Hay tensiones cruzadas por el liderazgo político en el Gobierno y en la oposición

Alberto Fernández busca retomar la iniciativa tras las protestas del 9 de julio y la reaparición de Mauricio Macri y en Juntos por el Cambio hay una disputa entre duros y moderados.

El tiempo que corre se asemeja cada vez más a una transición. En medio de una situación anormal como la que impone la pandemia de coronavirus, tanto el oficialismo como la oposición están discutiendo sus liderazgos. La dificultosa convivencia al interior de las dos coaliciones que marcan el pulso de la política argentina tiene efectos que se verifican tanto en la marcha del Gobierno como en su tensa relación con los sectores de la sociedad que salieron a protestar el 9 de julio.
Alberto Fernández intentó recuperar la iniciativa política con una puesta en escena en la quinta de Olivos, donde apareció rodeado por los gobernadores –entre los que destacó especialmente a los opositores- y por empresarios y sindicalistas de los sectores más representativos de la economía. Pero el impulso presidencial se vio cortado por el “banderazo” que se realizó en distintas ciudades del país. La alusión del mandatario a los “odiadores seriales” terminó alentando la convocatoria.

La reaparición de Macri
La reaparición pública de Mauricio Macri también marcó el clima político de los últimos días. El expresidente grabó una entrevista con Álvaro Vargas Llosa –hijo de Mario, el premio Nobel de Literatura- en la que su discurso giró en torno a la palabra “libertad”, a partir de la cual desgranó cuestionamientos que ejemplificó en la decadencia de Venezuela. Retomó así la dialéctica de la segunda parte de su fallida campaña para la reelección.
Alberto F. se enojó con su antecesor y con las protestas –lo que se vio reflejado en un colérico tuit de su vocero Juan Pablo Biondi- pero, en rigor, no fue ajeno a la reacción de Macri. De hecho, el mismo día en que se iba a emitir la entrevista en cuestión, el Presidente convocó a la quinta de Olivos a un Macri –su primo Jorge, el intendente de Vicente López- y a otro jefe comunal del PRO, Néstor Grindetti, para retomar el diálogo que se había interrumpido un par de meses atrás.
Tanto Jorge Macri como su par de Lanús fueron los más críticos, dentro del macrismo, con el comunicado que ideó Patricia Bullrich –presidenta del PRO por designio de Macri- tras el crimen de Fabián Gutiérrez, el exsecretario de Cristina Kirchner. Junto al alcalde porteño Rodríguez Larreta y a la exgobernadora María Eugenia Vidal, formaron parte de una avanzada para moderar al ala dura del macrismo con una “mesa ejecutiva” en la que se deberán consensuar las decisiones.
Pero Bullrich tomó aire luego de las protestas del jueves, que repudiaron la excarcelación de Lázaro Báez y volvieron a poner en escena los problemas judiciales de la Vicepresidenta. 
Hay otro elemento que no debe pasarse por alto: la tendencia de los gobiernos a “elegir” a sus opositores no suele beneficiar a esos dirigentes. Les puede dar protagonismo, pero finalmente es la sociedad la que manifiesta sus preferencias. Esta semana, Macri salió fortalecido frente a sus detractores.

La grieta
El expresidente Macri arrastra una imagen negativa del 60 por ciento de acuerdo a los últimos sondeos. También se apunta que los expresidentes no son buenos candidatos: cada uno en su tiempo, Raúl Alfonsín, Carlos Menem, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner y la propia Cristina perdieron elecciones luego de dejar la Casa Rosada. Sin embargo, la actual vicepresidenta logró reconvertir su liderazgo y, paradójicamente, su derrotero alienta a Macri a seguir en la pelea.
La grieta política tiene su base en la división de la sociedad, que no es nueva pero que se potencia cuando el mensaje de los dirigentes es belicoso o concesivo con actos violentos como el reciente ataque a un móvil de TV de C5N en el Obelisco. O en el pasado, con los socios del “club del helicóptero” que agitaban un final como el de la Rúa en 2001. El escenario sobre el que se montan las expresiones radicalizadas está atravesado por las recurrentes crisis económicas y sociales.

Entre la pandemia y la deuda
Alberto F. consumió los primeros siete meses de su administración entre dos asuntos que le demandan casi toda su atención: el desarrollo de la pandemia –con la complejidad de la cuarentena incluida- y la renegociación con los acreedores de la deuda externa, que viene siendo farragosa. Aunque el Presidente se mostró optimista ante empresarios sobre la posibilidad de alcanzar finalmente un acuerdo con los fondos de inversión, entre ellos el poderoso BlackRock.
Incluso, les dijo que no es partidario de las “restricciones cambiarias”, con lo cual dejó abierta la posibilidad de flexibilizar en forma paulatina el “cepo” que –según les hizo notar a los nombres de negocios mientras tomaban el chocolate patrio- es una de las “herencias” que le dejó el gobierno de Macri, junto al “default” que antes había calificado de “virtual”. Los empresarios del Grupo de los 6 habían sido convocados a Olivos por el influyente secretario presidencial Gustavo Beliz.
La mesa chica de la Casa Rosada busca dar señales de que la “nueva normalidad” –como se denomina en el mundo a la etapa pospandemia- contendrá certezas económicas, que es en el fondo el plano donde los presidentes construyen su liderazgo. No pasó inadvertida, en este contexto, la aparición de la vicejefa de Gabinete Cecilia Todesca con un discurso elocuente: “La gente necesita trabajo digno; no necesita que le tiren plata desde un helicóptero”, advirtió.
Los planes de emergencia, que se concretaron en programas como el IFE y el ATP, ayudaron en medio de la parálisis forzada por la pandemia, pero revelaron, también, el grado de carencias que sufre buena parte de los argentinos: nueve millones de personas no tenían un ingreso asegurado, mucho menos registrado, antes de que sobrevolara el “helicóptero” gubernamental.
Crear puestos de trabajo, que es la única manera de terminar con la pobreza, es cada vez más costoso en todo el mundo y son muchos los países que compiten para lograr las grandes inversiones que se requieren con ese objetivo. Los capitales argentinos o extranjeros que puedan tener la intención de colocar dinero a largo plazo en industria u obras de infraestructura exigen condiciones que en el pasado la Argentina no ha ofrecido. Continuidad en los planes con políticas de Estado acordadas por las dos fuerzas políticas es una base indispensable, cada cuatro años no puede haber un cambio de 180 grados en las normas del juego económico. Por supuesto, también garantizar la independencia de la Justicia.
El país está entre paréntesis desde marzo: la decisión de que la población se someta a una estricta cuarentena benefició al sistema de salud, pero paralizó a la economía. En este marco, el agobio se apodera del estado de ánimo colectivo y no deja al oficialismo y a la oposición margen alguno para enfrascarse en disputas políticas. El Gobierno tiene ahora la responsabilidad de atender las demandas de los ciudadanos, al tiempo que mostrar una salida económica y sanitaria.

COMENTARIOS