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OPINIÓN

Incertidumbre y desnudez

Son miles de palabras y cientos de kilómetros de tinta que se han dicho y escrito sobre la pandemia Covid 19.
Tantas palabras y tanta tinta para intentar aferrarnos a lo que no podemos porque en teoría nadie puede aferrarse a la incertidumbre. Necesitamos, desde lo individual, colectivo o comunitario anclar en algún lado, sentirnos firmes en algún terreno y es a partir de allí donde teóricamente podemos comenzar la construcción.
La primera cuestión que se me ocurre es pensar en construcción y terreno firme. Pareciera ser que la única manera de hacer algo es sobre una base que no se mueva, que sea predecible, que no nos dé sorpresas.
¿Será así? ¿No podremos construir sobre un terreno que cada tanto se sacude y nos sacude?
La segunda cuestión es sobre la deconstrucción, término relativamente nuevo y que significa comenzar a preguntarle a una verdad instalada por qué está instalada, si es tan verdad como se dice, quién dice que es la verdad, cuáles son los intereses de la personas o grupo de personas que instalan esa verdad.
El tercer problema es la desnudez. Esta pandemia nos desnuda, nos saca el ropaje, las máscaras y eso lo hace el miedo y quedamos al descubierto. Aparecen casi transparentes las grandezas y las miserias, los egoísmos y las generosidades, los que quieren construir y los que desean destruir y fíjense que no digo deconstruir.
Nos puede tocar a nosotros y eso nos aterra y eso nos convierte en muchas cosas pero en una en especial, nos convertimos en denunciantes seriales del vecino o la persona que no cumple la cuarentena. He aquí la cuarta cuestión, en líneas generales no denunciamos cuando alguien tiene hambre, pasa frío, vive angustiado. No gritamos esa injusticia, más bien la apartamos.
Creo que vivimos casi permanentemente en la incertidumbre, en la falta de certeza y es a partir de allí que debemos construir, sabiendo que probablemente tengamos que modificarnos y adaptarnos a situaciones que no manejamos.
La construcción de la salud y de la Salud Pública es desde la integralidad, es decir juegan todos los actores, todas las instituciones, todos los estamentos gubernamentales. La construcción es también desde la multiculturalidad, la política, lo social, lo medioambiental, lo económico, lo biológico, lo psicológico, individual y comunitario. La salud es un punto de encuentro.
Para esto tenemos que cuestionar, deconstruir, la ideología de un Estado ausente y que solo exista para regular el juego sin intervenir como jugador. Esto, en salud y en todos los ámbitos, es catastrófico, ya que deja en manos de los apetitos desmesurados de los grandes grupos económico-mediáticos el destino del pueblo y comienzan a desaparecer instituciones que regulan, intervienen, dictan políticas públicas, defienden al que no tiene, como el ministerio de Salud de la Nación, recuperado en este gobierno. 
Por fuera del Estado, el mercado.
No sé cómo será la pospandemia, lo que sí sé es que vamos a ser distintos. Sería deseable que pudiésemos ver lo que nos pasó y volvernos más generosas, generosos, generoses, inclusivas, inclusivos, inclusives, tolerantes, con la idea de que nadie se salva sola, solo, nadie se salva acumulando barbijos sino dándolos porque cuidar y cuidarnos es la única manera.
Tenemos que construir entre todas, todos y todes, aun en medio de la incertidumbre y del encontrarnos desnudos de nuestras ropas habituales y muchas veces fingidas.<


(*) Director asociado del HIGA Junín.

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