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La gran apuesta de Axel Kicillof y Horacio Rodríguez Larreta, que el lunes se reunirán con Alberto Fernández, pasa por reducir los niveles de circulación en el transporte público.
PANORAMA PROVINCIAL

El dilema de endurecer la cuarentena que plantean los contagios y el humor social

Casi en voz baja se admite que volver al confinamiento total producto del aumento de contagios de coronavirus, a aquel que se sintetiza con la impersonal definición de Fase 1, resulta poco menos que imposible. En la Gobernación creen que el cansancio que expresa la ciudadanía por una cuarentena tan extendida y de incierta fecha de caducidad serían una suerte de combinación casi letal para disuadir de transitar en reversa el sendero hacia un encierro prácticamente total, como el que rigió a partir del 20 de marzo y que luego se flexibilizó en forma paulatina.
El razonamiento que impera en ámbitos oficiales tiene que ver con los efectos prácticos de una medida extrema. “Nadie está pensando en militarizar las calles”, señalan cerca de Axel Kicillof. La definición remite a que, muy probablemente, una decisión estatal de esas características difícilmente termine siendo aceptada por millones de bonaerenses. Y que, por más despliegue estatal que se proyecte, no habría forma de obligar al confinamiento que la ciudadanía admitió casi sin chistar en aquellos primeros tiempos de la amenaza viral. 
El debate encuentra además otras aristas que no solo tienen que ver con aquel malhumor social que podría ampliarse. El gobierno porteño, si bien trabaja en forma coordinada con la Provincia, opera bajo su propia dinámica. Se ha manejado dentro de límites más laxos con la autorización de excepciones en el marco de la cuarentena. Un violento retroceso en aquellas decisiones aparece lejos en el horizonte de Horacio Rodríguez Larreta. Y la vuelta de la Fase 1 solo sería posible en el marco de una medida coordinada en toda el Área Metropolitana donde se concentra poco más del 90 por ciento de los contagios.
Pero el escenario del innegable aumento de los casos -en la Provincia el número se disparó el martes de 790 a 1.100 el viernes- impone una mira impregnada de inquietud. Tanto, como el nivel de ocupación de las camas de terapia intensiva que roza el 60 por ciento. 

Menos circulación
La gran apuesta, para tratar de eludir el mencionado retorno al encierro de fines de marzo, pasa por reducir los niveles de circulación. Y en ese aspecto, el uso del transporte público es clave. Allí están apuntados los cañones. Los funcionarios bonaerenses creen que esa medida podría contribuir a reducir la cantidad de gente que anda por la calle y, por ende, el desplazamiento del virus. Pero así y todo, no se tiene la certeza de que los controles que prometieron extender los distintos niveles del Estado alcancen al menos para amesetar la curva de contagios.
Por eso ya se habla de que una de las decisiones que se barajan es la de dar marcha atrás con los permisos que se otorgaron a algunas actividades. Profesiones liberales y sectores comerciales estarían en esa lista. Esta posibilidad tiene su número dentro del bolillero que dan vueltas los especialistas sanitarios de la Provincia y Capital Federal. Y que, acaso, sea una de las alternativas que tanto Kicillof y Rodríguez Larreta lleven a la cumbre del lunes a la que los convocó Alberto Fernández.
Otra de las medidas en danza tiene que ver con insistir en la necesidad de que la gente vuelva a tomar conciencia de la letalidad del virus. Se anticipa una fuerte campaña publicitaria para machacar en ese sentido.
La cuestión de la mayor circulación de gente que se ve en las calles reconoce otras aristas. Pesa el hartazgo de la cuarentena interminable, pero también las necesidades en muchísimos casos de salir a buscar el sustento diario, aun exponiéndose al contagio.

El tema del espionaje
La cuarentena dejó, pese a su omnipresencia, un espacio para que emergieran otros asuntos en la Provincia. Uno de ellos tiene que ver con la causa por escuchas ilegales durante el anterior gobierno que, en el capítulo bonaerense, tiene como uno de los mencionados al diputado provincial Alex Campbell, hombre de confianza de la exgobernadora María Eugenia Vidal. Esa ligazón hace lo suficientemente explosiva la investigación que se lleva adelante en el juzgado federal de Lomas de Zamora.
Vidal fue, justamente, una de las participantes centrales del cónclave que reunió a Rodríguez Larreta, Emilio Monzó y Martín Lousteau. Su última actividad antes de que diera positivo su test de coronavirus. Uno de los datos que surge de ese encuentro no es menor. Supone, en principio, la posibilidad de un incipiente armado opositor alejado de los cánones más confrontativos que representan Mauricio Macri o Elisa Carrió. Casualmente, el expresidente iba a ser invitado a la cumbre, pero “alguien” no hizo el llamado pertinente. La pandemia, al parecer, no solo genera malestar, víctimas y desastre económico: también genera olvidos.

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