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OPINIÓN

La pandemia que puso en jaque al lazo social

Durante estos 70 días, rondó por mi mente una pregunta recurrente: ¿estamos frente a un cambio de paradigma? ¿Se generará otra forma de relacionarse con el otro que perdurará en el tiempo? ¿O es un cambio contingente de la peor crisis del capitalismo desde su establecimiento? Es difícil predecir en ciencias sociales, pero hay indicios que pueden ser el preludio de un nuevo esquema relacional social. 
En principio, una sociedad que estaba ligada íntimamente con los derechos y libertades individuales se ha visto forzada a priorizar la comunidad, lo comunitario, por sobre sus deseos individuales. Sin que esto signifique afianzar el lazo social, sino más bien todo lo contrario. A través de distintas acciones y modos de actuar, se comienza a vislumbrar cómo les molesta que sus libertades sean coartadas, pero más aún que el otro que no cumple estrictamente con el aislamiento social, preventivo y obligatorio haga uso de esas libertades que tanto anhelan. Y ahí comienzan los actos violentos hacia el otro y a resquebrajarse aún más el lazo social. A través del “escrache” a quienes no cumplen con el aislamiento social y de la ridiculización de sus actos.
Otro indicio que es aún más preocupante es la culpa que carga sobre sus hombros aquel que es COVID positivo, no recuerdo ninguna otra enfermedad infecciosa desde el HIV que haya tenido el estigma que tiene ser una persona infectada por Coronavirus 2019. Porque no solo son culpables de haberse contagiado, sino también de ser potenciales agentes de contagio, o bien de haber infectado a quién sabe cuántas personas. La compasión a aquellos que padecen esta infección se logra ver únicamente en los casos de gravedad o en aquellos que no pudieron recuperarse.
Otro concepto que me parece importante replantearnos es el de “otredad”, normalmente en sociología lo usamos para referirnos al reconocimiento del otro como alguien ajeno a mi comunidad. Sin embargo, la pandemia nos ha llevado a endurecer la mirada hacia el otro, pero entendiendo al otro como alguien de mi misma comunidad que puede ser una amenaza para mi salud, puede ser un agente de contagio. Entonces se disminuye el grupo al que considero de “mi comunidad” y se acrecienta el grupo de “los otros”. El otro es el vecino que trabaja en un hospital, es la persona que no lleva tapaboca en el súper o aquel que no respetó el distanciamiento social y se sentó en la silla de al lado en la sala de espera. ¿Cómo afianzamos el lazo social si vemos a nuestros pares como una amenaza?

Socióloga (UBA), comunicadora (UNSAM) y periodista (TEA).

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