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Axel Kicillof, mientras atiende las demandas de Salud, puso a trabajar a su equipo en un plan de pequeñas obras públicas para desarrollar en los municipios.
LA PROVINCIA

En medio de la pandemia, recrudece la puja entre los intendentes del PJ y Kicillof

Las treguas son precarias, casi imperceptibles. Apenas sostenidas por declaraciones de ocasión que no ocultan las desconfianzas mutuas nacidas ya hace tiempo, desde el momento en que el dedo de Cristina Kirchner impuso a Axel Kicillof como candidato en la Provincia por encima del poder territorial del peronismo del Conurbano. Incluso, en tren de hilar un poco más fino, algunos de estos recelos renovados se remontan un poco más atrás en los años cuando el actual mandatario era ministro de Economía y se ocupaba, entre otros asuntos, de contarles las costillas a los intendentes y la forma en que ejecutaban gastos. 
El desbarajuste general que produjo la situación de emergencia producto de la pandemia dibujó una pista renovada para el aterrizaje de aquellas diferencias. Un terreno expedito para que no pocos alcaldes machaquen en privado y sin tapujos sobre el gobierno de Kicillof. Cargan contra el ministro de Salud, Daniel Gollán. No ahorran parque para disparar críticas sobre Sergio Berni. No son los únicos, pero sí los más mencionados por las lenguas filosas de los alcaldes. “Parecen perdidos”, resumen.
Las quejas remiten a la supuesta falta de ayuda provincial en la emergencia, que la creciente demanda social de alimentos que existe entre los sectores carecientes del Gran Buenos Aires está siendo sostenida por los municipios, que para colmo ven desplomarse sus ingresos. “Se multiplicó el gasto y se está llegando a un cuello de botella”, advierten en una de esas comunas. Y confrontan números: aseguran que producto de la crisis del coronavirus recibieron de la Provincia 4 millones de pesos. “Y solo en alimentos hicimos una compra por 50 millones”, afirman.
Esas quejas se reproducen como los contagios. Cerca de Kicillof creen que están frente a una nueva embestida de los jefes distritales contra la administración bonaerense, un resabio de la decisión de no sumarlos a su equipo de gobierno. Lo sintetizan de esta forma: a juicio de la Gobernación, habría una suerte de desafío al poder en busca de imponer condiciones políticas al mandatario. “Lo mismo ocurrió en la crisis de la deuda en enero”, sostienen.
La sospecha general en el Gobierno bonaerense es que existiría de parte del peronismo territorial una especie de aprovechamiento de situaciones de tensión con la premisa de horadar la imagen de Kicillof. El dato político es que cerca del mandatario no ocultan el fastidio. “Se gastaron 1.500 millones de pesos para reforzar la compra de alimentos y se duplicó el servicio alimentario escolar”, retrucan para confrontar el “lloriqueo”, el término con el que describen con alta dosis de ironía, los cuestionamientos que llegan desde varios distritos del Gran Buenos Aires.

La economía y el parate
En el Gobierno provincial aguardan con impaciencia algún relajamiento de la cuarentena luego de la Semana Santa. Sostienen la idea de que la economía no puede seguir en un parate total y mortífero que en términos prácticos está haciendo estragos en los ingresos de la Provincia. Tanto, que se espera que hacia finales de este mes se consolide un desplome en la recaudación de alrededor del 50 por ciento.
Parte de ese cuadro desolador tiene que ver con la decisión de la propia administración de Axel Kicillof de postergar vencimientos de este mes en el Inmobiliario y fundamentalmente en Ingresos Brutos, el tributo que refleja como ninguno la actividad económica y que explica casi el 75 por ciento de los ingresos propios bonaerenses. El resto lo hizo el freno que impuso una cuarentena que ahora la Nación podría empezar a flexibilizar para dar aire a algunos rubros.
El Gobernador es ferviente partidario de salir del parate. Ya puso a trabajar a su equipo en un plan de pequeñas obras públicas para desarrollar en los municipios con la idea de despertar a algunos sectores económicos y generar trabajo. Puede que sea una gota en el océano, pero en la Gobernación claman por salir del aislamiento total.
“Las únicas obras que no se detuvieron fueron las 130 que tienen que ver con hospitales y la pandemia”, aclaran. Aguardan también otro foco de conflicto, que acaso alimente los mencionados recelos: tarde o temprano la Provincia deberá asistir a no pocas comunas para que puedan pagar sueldos.
“Una de las condiciones que se pondrá es que no despidan empleados”, dicen cerca de Kicillof. También se tendrá en cuenta otro asunto espinoso: el de las comunas que tienen fuertes sumas depositadas en los bancos. Se dice que solo La Matanza atesoraría 6 mil millones de pesos. Es otro de los temas que generan rispideces en tiempos en que el propio Kicillof deberá ir a pedir auxilio a la Casa Rosada para atender las necesidades de la Provincia.

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