ENCUESTA EXCLUSIVA DE DEMOCRACIA

El 25% de los juninenses conoce dónde se vende droga en su barrio

En efecto, ante la pregunta: “¿Conoce lugares de venta de droga en su barrio?”, el 25 por ciento (37 votos) contestó que “sí”, mientras que el 75 por ciento (108 votos) restante respondió que “no”. En total participaron del sondeo virtual de este diario 145 lectores. Un estudio afirma que hay un nuevo récord de cultivo de coca y elaboración de cocaína en Latinoamérica.

Casi tres de diez participantes en la encuesta semanal de Democracia, que se publica en el sitio web www.diariodemocracia.com y en los perfiles del diario en las redes sociales Twitter y Facebook, admitieron que conocen dónde se comercializan estupefacientes en sus barrios. 
En efecto, ante la pregunta: “¿Conoce lugares de venta de droga en su barrio?”, el 25 por ciento (37 votos) contestó que “sí”, mientras que el 75 por ciento (108 votos) restante respondió que “no”. En total participaron del sondeo virtual de este diario 145 lectores. 

Un nuevo récord de cultivo
Un nuevo récord de cultivo de coca y la aparición de nuevos carteles, así como un aumento de la violencia en Latinoamérica, son los datos revelados en un informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) difundido hoy.
El cultivo de cocaína en la región se duplicó entre 2013 y 2017, al tiempo que la violencia vinculada a la droga creció, especialmente en Brasil, Colombia y Venezuela, reveló a el reporte de 2019 de la JIFE, un organismo periférico de las Naciones Unidas (ONU).
La superficie total destinada al cultivo ilícito de la planta de coca en América del Sur creció de las 120.600 hectáreas en 2013 a un récord histórico de 245.000 en 2017, agregó el informe publicado hoy en Viena.
Al mismo tiempo, el estudio estimó que la fabricación ilegal mundial de cocaína también alcanzó un nuevo máximo histórico de 1976 toneladas en 2017, impulsada principalmente por el aumento de la fabricación de cocaína en Colombia, pese a la disminución del 1,2% del cultivo ilícito de la planta de coca.
Luis Alberto Otárola, miembro de la JIFE, definió este problema como “muy complejo y grave”.
“No olvidemos que América del Sur es responsable de la producción total de la hoja de coca, pasta base y clorhidrato de cocaína en todo el mundo. Toda la red y las mafias que se originan para trasladar este producto a Europa y, sobre todo a América del Norte, ha corrompido a funcionarios y está implicada con la poca predisposición para combatir esta situación en sistemas corruptos”, agregó.
Además, destacó Otárola, el narcotráfico creó una economía ilegal, que genera el problema de red de distribución y el del aumento de la violencia.
“Existe una sofisticación en el envío de estos productos, recordemos las incautaciones que se han realizado de minisubmarinos que utiliza el narcotráfico, se han detectado avionetas que van a África, avionetas que permanentemente hacen una ruta del norte de Sudamérica hacia Honduras y El Salvador y de ahí a América del Norte", añadió el reporte.
Y, señaló "también los problemas de violencia social que esto genera. En el informe confirmamos que el 33% de los homicidios mundiales ocurren en Latinoamérica y el Caribe, lo que la convierte en una de las regiones más violentas del mundo”.
En el Brasil, Colombia y Venezuela la tasa de homicidios fue superior a la media regional de 22 por 100.000.
Otárola destacó que trabajan codo a codo con los gobiernos para tratar de apoyarlos desde la JIFE.
“La gran preocupación que tiene JIFE en estos momentos es el crecimiento en la superficie de coca ilegal en los países de la región andina. ¿Por qué? Porque también se ha incrementado la producción potencial de cocaína a un récord histórico de casi 2000 toneladas, según nuestras mediciones”, indicó.
La gran mayoría de estas 2.000 toneladas va del mercado colombiano hacia los Estados Unidos donde se detectó una alta pureza de la cocaína, con el consiguiente aumento de los precios y un rebrote del consumo debido a su alta sofisticación.
Otra gran parte se destina al mercado europeo a través de los puertos africanos o directamente a los muelles del viejo continente, principalmente en Holanda y España.
Asimismo, en América Central y el Caribe, la JIFE observa dos problemas concretos: que forma parte de una zona de tránsito, en especial de cocaína en dirección a los Estados Unidos, y la carencia de una estructura de programas de atención de los grupos delictivos organizados.