None
JohnMcEnroe y Martina Navratilova homenajearon a Evonne Goolagong.
OPINIÓN

Todo debajo de la alfombra

Martina Navratilova se subió sorpresivamente a la silla del árbitro y, apenas comenzó a hablar, le cortaron el micrófono. Fueron apenas diez segundos. Le bastó para criticar al Abierto de tenis de Australia y pedir que cambiara el nombre de su cancha principal. Evonne Goolagong en lugar de Margaret Court. 
La misma Navratilova levantó luego una pancarta y allí se le unió nada menos que John McEnroe. La pancarta decía “Evonne Goolagong Arena”. Dos leyendas del tenis unidas para criticar a otra, que estaba siendo homenajeada porque se cumplían cincuenta años de cuando Court ganó el Grand Slam (Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open).

Los organizadores del Abierto de Australia criticaron a Navratilova y a McEnroe.

"Cuando los aeropuertos, edificios, calles o estadios llevan el nombre de personas particulares, se hace, o al menos se debe hacer, para (honrar) seres humanos excepcionales, nuestros héroes”, escribió días antes Navratilova. Y citó a Muhammad Ali, Nelson Mandela, Martin Luther King, Billie Jean King, Rod Laver, Rosa Parks, leyendas deportivas y luchadores sociales, dijo Navratilova, que “hicieron una contribución positiva a la humanidad; lideraron con el ejemplo. Y, quizás sobre todo, estaban en el lado correcto de la historia”. No en cambio Margaret Court.
Nadie discutía sus notables logros deportivos. Más aún, Navratilova contó que Court fue una de sus “heroínas deportivas” de la infancia. Pero que dejó de serlo desde que Court, hace ya unos cuantos años, expresa discursos de odio especialmente contra los homosexuales. “Tenemos libertad de expresión, pero eso no significa que la libertad de expresión no tenga consecuencias. Cuando Margaret se esfuerza por destacar a un grupo de personas y decirles que no merecen los mismos derechos, que son menos que buenos padres, que no son piadosos, eso no es simplemente libertad de expresión. Es un discurso odioso e hiriente y es perjudicial para innumerables personas vulnerables”. Por eso, mejor llamar Goolagong a la cancha central, dijo Navratilova, porque Evonne, otra de las más grandes tenistas australianas, de origen indígena, ganadora de siete títulos de Grand Slam, “es la encarnación de lo que realmente es un modelo a seguir o heroína. Su herencia, su éxito contra viento y marea, su carrera en el Salón de la Fama y su vida ejemplar fuera de la cancha, en la que se ha entregado tanto a tantas causas, son atributos que podemos celebrar de todo corazón”.
McEnroe, siempre más mordaz, dijo a su vez que “solo hay una cosa más larga que la lista de logros de tenis de Margaret Court: es su lista de declaraciones ofensivas y homofóbicas”. Y citó entonces una por una, inclusive los elogios de Court al régimen racista del apartheid que rigió durante medio siglo en Sudáfrica. 
El Abierto de Australia, primer gran acontecimiento deportivo de 2020, ofreció en todos estos días juegos notables, revelaciones y confirmaciones. Pero, aunque muchos medios ni siquiera la publicaron, no hubo nada mejor que la imagen de los dos grandes campeones diciendo que el tenis no debe dar voz a las expresiones de odio. Los organizadores del Abierto de Australia criticaron a Navratilova y a McEnroe y lamentaron que “dos invitados de alto perfil” hayan “incumplido” sus “protocolos”. Al país que celebró sus éxitos, claro, le cuesta mucho más observar el Lado B de su vieja gloria. “Lo siento. Rompí el protocolo”, se limitó a disculparse Navratilova. “Nunca fui de los que estudiaban el libro de reglas con cuidado”, se rió McEnroe de sí mismo, de su pasado de jugador irascible. 
En rigor, ni Navratilova ni McEnroe, tenían esta vez nada de qué disculparse. Margaret Court, sí. Pero, como afirmó un crítico de tenis, “difícilmente lo haga en lo que le quede de vida”. Bienvenido el que le recuerde a Court y al Abierto australiano que el mundo se nos está haciendo cada vez más hostil y que no es bueno que una figura tan famosa ayude a alimentar a los que no solo odian. Porque los discursos de Court, hay que decirlo, fortalecen a los victimarios y desprotegen a sus víctimas.

COMENTARIOS