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OPINIÓN

Abanderada de la lucha por los ferrocarriles

Ella, como siempre, no podía estar ausente en esa lucha por el Ferrocarril. Es que cuando nació, hace casi nueve décadas atrás, ya la precedían en su familia tres generaciones de ferroviarios. Sus padres se conocieron en una graciosa anécdota en una casilla de guardabarreras en su Italia natal. Y ella también, siendo señorita, eligió como compañero de vida a otro ferroviario, y parió a uno más.
Por eso no se salteó ninguna pelea en defensa de los talleres, del Hospital Ferroviario, y en general de todo el Ferrocarril, ese servicio esencial que no debimos permitir nunca que nos arrebaten.
La huelga grande del '62 llegó con las represalias del Plan Conintes. Los hombres habían tomado los Talleres, y el resto de sus familias, mujeres y niños, hacíamos el aguante desde afuera. La mano venía muy dura.
Fue entonces cuando la vieron enfrentar las balas de las tropas represivas que llegaron desde Mercedes para forzar el desalojo (el regimiento de Junín se había negado a seguir reprimiendo a sus vecinos). Ella, por supuesto, llevaba la bandera argentina, que entró portando al patio de la Puerta Norte, donde con otras compañeras la subieron y bajaron cantando el himno tantas veces como fue necesario para que los milicos, cuadrados ante los símbolos patrios, dejaran de disparar y así garantizar la salida de los trabajadores sin más víctimas.
Hoy llamó temprano. Suele hacerlo cuando no se siente bien, así que nos preocupamos. Pero no, había escuchado en la radio que había movilización en defensa del ferrocarril. Y fue imperativa: "A mí me tienen que llevar, porque yo tengo que llevar la bandera". Y allí estuvo, con su bastón como sostén, pero con la asistencia perfecta de toda la vida.

Susana
Susana, vía Facebook.

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