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Alberto F. terminó de consensuar con Cristina la integración del Gabinete, que los nombres apunta a consolidar el liderazgo del nuevo presidente.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

Alberto F. y Cristina, entre la sintonía política y las diferencias económicas

Vetan a Redrado y aparece un “tapado”, pero no se define quién tomará las riendas de Economía. Macri padece el “des-poder”, con la renuncia de Rubinstein y la rebelión radical.

Cristina Kirchner le bajó el pulgar a Martín Redrado. Alberto Fernández había puesto al ex titular del Banco Central en la lista de los candidatos para encabezar el Ministerio de Economía en el comienzo del próximo gobierno, pero no hubo acuerdo entre el presidente electo y su vice. La presentación de Redrado como testigo contra Cristina en la causa del dólar futuro se convirtió en un escollo insalvable. La mala relación entre ambos nunca fue recompuesta en estos años.
Aunque Alberto F. es un especialista en conseguir “indultos” de Cristina. Él mismo se reconcilió con la ex presidenta tras una larga temporada de distanciamiento y broncas mutuas. La sintonía política que mantienen ahora es muy fina, tanto que “el 80% del Gabinete ya está definido”. Lo que falta pulir es el equipo económico: ahí residen justamente las diferencias conceptuales con un pragmático como el presidente electo.
Alberto F. ya avisó que no vacilaría en designar a un ortodoxo al frente del Palacio de Hacienda, mientras que a Cristina le sentaría mejor alguien con el perfil de Axel Kicillof. Tal vez por eso surgió en las últimas horas el nombre de un economista que podría considerarse a mitad de camino ante ambos extremos: se trata de Martín Guzmán, un profesor de la Universidad de Columbia en Estados Unidos, seguidor del Nobel Joshep Stiglitz y conocedor del mundillo de Wall Street.
Guzmán, que alguna vez discutió con Sergio Massa en Nueva York las características que debería tener un plan de estabilización para la economía argentina, incluyendo el reperfilamiento de la deuda externa, es uno de los “tapados” que figuran en esa lista que Alberto F. analizó con Cristina, después de que la vice electa hiciera un silencio espeso cuando escuchó el nombre de Redrado. “El Gabinete lo arma Alberto”, aclaran, sin embargo, desde las oficinas del Instituto Patria.
Algunos hechos comprueban esa declaración formal, como que los economistas preferidos de Alberto F. sean Matías Kulfas y Cecilia Todesca, ambos sin contactos con el kirchnerismo y quienes escoltaron al presidente electo en la reciente conversación que mantuvo con la nueva jefa del FMI, Kristalina Georgieva. Pero otros elementos entran en contradicción, como la eventual designación de Carlos Zannini como procurador del Tesoro. Esto es, como jefe de los abogados del Estado.

¿Facilita el liderazgo o queda de reserva?
No obstante, la integración de kirchneristas puros o históricos al Poder Ejecutivo que viene no será una regla sino una excepción. En el reparto del poder peronista que se está diseñando por estos días, para Cristina y los suyos queda el Congreso de la Nación. Así debe interpretarse la designación de Máximo Kirchner como jefe del bloque de diputados del Frente de Todos. Y también que la vice electa haya entronizado al formoseño José Mayans entre los senadores.
Para su preferida, la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti, podría quedar nada menos que la presidencia provisional del Senado, un cargo que se ubica en la línea de sucesión y que se definirá en la sesión de la Cámara alta prevista para el próximo miércoles.
Las áreas de injerencia que tendrán los principales socios del FdT conllevan una doble lectura: la primera es que Cristina contribuye así a fortalecer el liderazgo de Alberto F. en un país híper-presidencialista como la Argentina. La segunda, menos benévola, es que la Vice queda como una reserva forzada si al próximo gobierno no le va bien en materia económica. Si sobreviene una crisis, entonces los delegados de Cristina desembarcarían masivamente en el Poder Ejecutivo.
El rompecabezas del poder peronista en ciernes se completa con dos piezas clave: los gobernadores del PJ y los sindicatos que entran ahora en una etapa de reunificación de la CGT. Ambos sectores tienen terminales en el entorno de Alberto F. y podrían servir de contrapeso ante una eventual radicalización como la del último gobierno kirchnerista. La misma lógica corre para la provincia de Buenos Aires, donde los gremios y los intendentes le marcarán la cancha a Kicillof.
Mientras tanto, una denuncia por acoso y violación contra el senador tucumano José Alperovich podría repercutir en la interna peronista. El ex gobernador de la provincia norteña, acusado por su sobrina segunda, es un fiel seguidor de Cristina en la Cámara alta y viene de perder por paliza la interna provincial con Juan Manzur, el gobernador más cercano a Alberto F. A tal punto que el mandatario –con apoyo de los laboratorios- podría colocar al próximo ministro de Salud nacional.

Macri y el efecto simbólico del des-poder
Justamente desde la cartera de Salud, que fue degradada a Secretaría en medio del ajuste fiscal que encaró el Gobierno tras el acuerdo con el FMI, sufrió el presidente Mauricio Macri un cachetazo simbólico de lo que implica el des-poder: la publicación inconsulta del protocolo de Interrupción Legal del Embarazo (ILE) por parte de Adolfo Rubinstein, un médico radical que está a favor de la despenalización del aborto y que renunció al cargo tras la desautorización presidencial.
En términos políticos, a Macri le salió carísimo el “affaire Rubinstein”: el radicalismo en pleno salió a respaldar al ex secretario de Salud, en señal de que no está dispuesto a acatar a pies juntillas el liderazgo del todavía Presidente cuando regrese al llano opositor. Los mensajes se multiplican y llegan al territorio bonaerense: Emilio Monzó ya avisó que recorrerá la Provincia –empezará en la semana en Florencio Varela- en un abierto desafío a María Eugenia Vidal.
Al tiempo que Marcos Peña, el otrora poderoso jefe de Gabinete, ni siquiera participó de la reunión del PRO el viernes en la quinta de Olivos. Allí se confirmó que Patricia Bullrich será presidenta del partido que fundó Macri y que Miguel Pichetto continuará ligado al espacio desde una mirada ideológica afín, pero con una construcción peronista. Menos certezas existen sobre el futuro de Elisa Carrió, que asistió a la última sesión en Diputados y le fue aceptada la renuncia.
En la transición, Cambiemos no consiguió que el peronismo se sentara a debatir en la Cámara baja la Ley de Ficha Limpia, que impide a los condenados ejercer cargos públicos o presentarse en las listas de candidatos, una figura aplicada en Brasil. El cambio de clima político es tan ostensible que el “arrepentido” Leonardo Fariña –denunciante de Lázaro Báez y de la ruta del dinero K- pidió salir del programa de protección a testigos, que depende del Ministerio de Justicia.
Hasta Julio de Vido salió a hacer declaraciones desde la cárcel en los últimos días. El ex ministro de Planificación fue un enemigo declarado de Alberto F. cuando compartieron Gabinete con Néstor y Cristina Kirchner. Pero su tiempo político caducó. Ahora llega el tiempo de una nueva generación.

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