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MARKETING APLICADO

Vendedor de playa

La marca ciudad como rasgo competitivo.

De vez en cuando el país entra en crisis y las opciones para veranear se acotan significativamente. Lo que antes no era opción se ubica en nuestro radar y la costa argentina se prepara para “acribillar” a los turistas. La dinámica es siempre la misma, cuando la demanda aumenta los muchachos se frotan las manos para “aprovechar el momento”. 
Agencias de viajes, búsqueda de opciones por internet y destinos alternativos no terminan de ofrecer presupuestos acordes para quienes con esfuerzo quieren tomarse quince, diez o siete días en una reducción que habla de este tiempo: “Che, y si nos vamos a la costa?”   
Chequeo previo, auto cargado cual mudanza y las familias argentinas parten rumbo a la costa. Es que Brasil ya no es lo que era y el 3 a 1 ahora solo es recordado como un resultado, ese que los de River le “enrostran” a su clásico rival. Al llegar, el derrotero es fuente de las crónicas periodísticas. 
Precios por las nubes, ciudades sin inversión en infraestructura, largas colas para desayunar, almorzar, merendar, cenar o comprar un alfajor. Las rabas, un lujo al que solo unos pocos pueden acceder y para completar el cuadro de actitudes que no reflejan la personalidad de marca que deben tener las ciudades turísticas. 
Esta columna surge de un cronista improvisado. Directamente desde San Martín de los Andes, mi cuñado me expresó su asombro. Justamente él, quien desde hace muchos años está radicado en San Bernardo, se asombra del comportamiento de “la gente” del sur. La amabilidad, los gestos, la actitud de servicio de todos, no solo de comerciantes y personal destinado a la atención sino de peatones, automovilistas…todos orientados a construir una experiencia memorable: “A mí no me gusta repetir viajes pero acá volvería” sentenció Martín, desde San Martín. 
Cuando hablamos de marcas, nos referimos a eso. A una orientación que va más allá del rasgo gráfico y es consecuente con lo que quiere construir en la memoria emotiva de la gente. Ese recuerdo que todos tenemos de chicos cuando al girar la rueda de los “barquillos” sentíamos que siempre ganábamos y era la tarde más feliz de nuestras vidas. Actitud marcaria, valor agregado, inteligencia competitiva para que el “boom” de la Costa Atlántica no sea solo porque no tenemos opción. Baaaarquillooooo!

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