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Alberto Fernández se juntó con Mauricio Macri para poner en marcha el proceso de transición hasta el 10 de diciembre.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

Primeras imágenes de una transición a la que aún le faltan definiciones centrales

A la reunión de Alberto F. con Macri y a la llamada de Trump le asignan un valor significativo, pero las dudas en el campo diplomático y en la economía siguen abiertas.

El valor simbólico del mensaje que le transmitió a Alberto Fernández el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fue tan significativo que estuvo a la altura de la primera reunión institucional de transición con Mauricio Macri. Ambos episodios son considerados en el Frente de Todos como hitos fundamentales en el camino hacia la Casa Rosada, que tendrá lugar en sólo cinco semanas. Aunque ese trayecto no está exento de contratiempos y sinsabores políticos.
Los dos hechos son positivos en sí mismos, pero también contienen aristas incómodas para el presidente electo. En el caso de Tump, el reconocimiento de la primera potencia occidental fue festejado en el búnker de la calle México, sobre todo porque el mandatario norteamericano comprometió ayuda con el FMI. Pero en el entorno de Alberto F. saben que eso no será gratis, ya que están en juego los alineamientos sudamericanos y continentales.
El Departamento de Estado norteamericano estuvo directamente involucrado en la creación del Grupo de Lima, que fogonearon el presidente Macri y su colega brasileño Jair Bolsonaro para dejar claramente sentado el rechazo al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. Durante la campaña electoral, Alberto F. sugirió que la Argentina abandonaría ese eje diplomático e hizo sonar las alarmas en Washington. En la región, los cuestionamientos provinieron desde Brasilia.
Con su estilo provocador, Bolsonaro no tuvo empacho en opinar que los argentinos se habían equivocado al votar e incluso anticipó que no asistiría a la asunción de Alberto F. el 10 de diciembre. Pero ayer, tras el llamado de Trump al presidente electo argentino, empezó a moderar su beligerancia natural, al afirmar que Brasil y la Argentina se necesitan mutuamente, porque son socios comerciales. El gesto de Trump dejó expuesto el papelón diplomático de Bolsonaro.
La inquina del presidente brasileño con Alberto F, y en forma extensiva con Cristina Kirchner, surge de la defensa que la dupla del Frente de Todos hace de la figura de Lula Da Silva, el ex mandatario preso en Curutiba. Bolsonaro la considera una injerencia en la política interna de Brasil y algo de razón tiene: Alberto F. llegó a visitar a Lula en prisión en plena campaña electoral argentina. Por lo demás, las diferencias ideológicas saltan a la vista y no son ocultadas por ninguno de los dos.

Solá y los delegados de Alberto
Alberto F. tiene otra visión y por eso la primera salida al exterior tras su victoria electoral es la de México, donde mañana será recibido por el presidente Manuel López Obrador. En la comitiva se destaca Felipe Solá, cada vez más cerca de ser designado canciller en el Gabinete de Alberto F. El ex gobernador, que está perfeccionando su inglés, buscaría que la nueva etapa diplomática esté signada por un sesgo productivo, que potencie el ingreso de dólares al país.
En Buenos Aires, mientras tanto, empezarán a tomar contacto con las distintas áreas del Gobierno los delegados que designó Alberto F. para encarar la transición: Santiago Cafiero, Gustavo Beliz, Vilma Ibarra y Matías Kulfas. Si bien el presidente electo y Macri habían bajado la tensión política en el encuentro del lunes pasado, la difusión de una “fake news” sobre una presunta internación de Alberto F. alteró los ánimos porque en el FdT creyeron ver la huella de Marcos Peña.
El propio presidente electo salió a responsabilizar al jefe de Gabinete y a su a esta altura mitológico “ejército de trolls” por la viralización de la información falsa, que le inventó un desmayo cuando, en verdad, estaba cenando en la casa del diputado Wado de Pedro. El intento para debiitar a un mandatario cuyo punto débil es la salud cuando ni siquiera asumió en sus funciones, no es propia del juego democrático. De ahí el enojo de Alberto F. y su equipo.
Puertas adentro del FdT, en tanto, transcurrió una semana en la que sus principales dirigentes limaron asperezas después del comentado acto del último domingo en el que los gobernadores del PJ no aparecieron sobre el escenario. Hubo charlas entre Alberto F. y Cristina. Y de la dama con Sergio Massa. El presidente electo apareció luego rodeado de gobernadores, en una foto tomada en Tucumán. Pero la vice electa sigue siendo reacia a ceder lugares de poder a los gobernadores.
Por eso, pretende designar a Anabel Fernández Sagasti como jefa del bloque de senadores del FdT pese a que ese sitial lo ocupó históricamente un legislador que respondía a los gobernadores del PJ. Durante años, hasta su salto al macrismo, ese hombre fue Miguel Pichetto. Y en los últimos meses el cargo recayó en el cordobés Carlos Caserio. En las próximas semanas se resolverá si Cristina decide el nombramiento del presidente provisional: su favorito es Oscar Parrilli.

Reacomodamientos en el Congreso
En la Cámara de Diputados, el jefe del bloque del FdT seguirá siendo Agustín Rossi. Aunque Massa presidirá el cuerpo al cabo de la transición que iniciará mañana con Emilio Monzó. El titular de la Cámara baja está en tensión con el PRO y podría armar un mini-bloque bajo su influencia desde el 10/12. Antes, el oficialismo había restado quórum a la designación del próximo defensor del Pueblo, un cargo que le interesa.
En su intento por no desaprovechar el caudal de votos que finalmente consiguió el 27 de octubre, en una remontada de más de dos millones de sufragios respecto de las PASO, Macri también movió sus fichas en el Congreso y puso el dedo sobre Cristian Ritondo, a quien nombró como el próximo jefe del bloque de diputados del PRO. Macri intenta dejar claro que ejercerá liderazgo opositor sobre otras figuras del espacio como Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal.
Pero aún no está claro cómo continuará Juntos por el Cambio cuando termine la administración Macri. En la UCR ya se cuentan los porotos para la renovación del Comité Nacional, de cuyo resultado saldrá una conducción más afín a Macri u otra más independiente y partidaria de la idea del “posmacrismo”. Una referencia para seguir ese proceso es el mendocino Alfredo Cornejo; su pelea con Mario Negri por la conducción del bloque radical hace ruido político en Diputados.
Los reacomodamientos propios de la transición hacia un nuevo gobierno y el rearmado del Congreso tienen lugar en medio de una aceleración de precios que estuvieron pisados por una decisión política-electoral de Macri y también de Vidal. El gobernador electo Axel Kicillof ya elevó su reclamo en el encuentro que mantuvo con la mandataria saliente. Y en una posterior reunión con intendentes del FdT, planteó un panorama preocupante donde reiteró aquello del “industricidio”.
En definitiva, parece que la victoria de Alberto F. y la derrota de Macri sucedieron hace mucho tiempo, pero sólo transcurrió una semana. Y el país asiste a las primeras imágenes de una transición a la que todavía le faltan algunas definiciones centrales, tanto en el campo de las relaciones exteriores como en el económico. En la política también hay dudas, pero los actores son viejos conocidos.

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