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María Eugenia Vidal, abatida y con pesar, admite que el revés electoral está vinculado con la crisis económica que golpea a los bonaerenses.
LA PROVINCIA

Los dos planos de discusión del poder que instaló el resultado de las Primarias

El tenor de las reflexiones, con sus más y sus menos, es repetido. Se escucha en cada una de las reuniones que María Eugenia Vidal mantiene con intendentes, legisladores y candidatos. Existe coincidencia en apuntar, apenas con matices, a que fue determinante para el durísimo revés electoral que sufrió el oficialismo en la Provincia la crisis económica que sigue pegando con dureza.
Ese mismo diagnóstico vuelve sombrío el futuro. Horas después de las Primarias alumbró una devaluación cercana al 25 por ciento y ese fenómeno de depreciación del peso ya empuja el aumento de los precios. El propio Gobierno admite que se vienen dos meses de alta inflación que interrumpirá un cuatrimestre de desaceleración con el que se había entusiasmado la Casa Rosada. La pregunta que se hacen en el oficialismo es de qué forma podría darse vuelta un resultado electoral cuando la situación económica no mejorará en lo inmediato.

Sensación de derrota
El dilema cruza amenazante a la dirigencia bonaerense de Juntos por el Cambio. También, pone en una incómoda situación a la Gobernadora. Sus gestos diferenciadores del Presidente parecen necesarios frente a la negativa y mayoritaria reacción del electorado. Numerosos consultores y analistas coinciden en que Mauricio Macri terminó por empujar a Vidal dos veces: cuando se opuso vía Marcos Peña a adelantar las elecciones en la Provincia y hace un par de semanas al subirla al tobogán.
Otra decisión habría que anotar en ese sentido: la transferencia de subsidios nacionales que virtualmente licuó lo que la Provincia había recuperado por el descongelamiento del Fondo del Conurbano Ahora el intento reeleccionista de la mandataria pende de un hilo. La amplia diferencia que le sacó Axel Kicillof obliga al oficialismo a intentar tomar distancia de la Casa Rosada en procura de ir por la heroica. O por tratar de minimizar los daños pensando en la construcción de un posmacrismo que tendría a Vidal como una de las protagonistas centrales junto a Horacio Rodríguez Larreta. Esa misma necesidad empuja a adoptar definiciones un poco más profundas. 
Los intendentes radicales y del PRO están en la misma sintonía: cualquiera sea el resultado que hayan obtenido, están convencidos de que alambrar sus distritos es la mejor estrategia para intentar conservar el poder y salvarse de la amenazante ola peronista. Cuanto más lejos del debate económico, mejor. Si logran imponer la discusión sobre sus gestiones, más aún. Ese cerco que buscan instalar se abrirá para Vidal, pero preferirían escapar a alguna escala técnica de campaña del Presidente.
Hay cuestiones que no pueden ventilarse en público, pero en el oficialismo bonaerense se alienta por lo bajo esa estrategia diferenciadora. La premisa de conservar presencia territorial se ha tornado vital: ensayar una reconstrucción requiere de anclaje e instalación en los distritos. Se trata de un insumo indispensable pensando más allá del 10 de diciembre.

Kicillof busca ampliar la ventaja
Con su larga victoria de 20 puntos bajo el brazo, Kicillof se ha trazado una serie de premisas. La primera viene de la mano de un mensaje motivacional. “Todavía no hemos ganado nada”, disparó hace algunos días ante los intendentes del PJ. La arenga tiene que ver con dos objetivos: evitar que la tropa se relaje frente al abultado triunfo en las Primarias y tratar de batir un récord.
Cerca del ex ministro de Economía creen que existen posibilidades de estirar en 5 puntos la performance de agosto. “Podemos llegar a los 57”, se entusiasman. De paso, dejarían fuera del principal lugar del podio a Daniel Scioli que en 2011 consiguió ser reelecto con el 55 por ciento de los votos.
El dato estadístico es mucho menos relevante que el trasfondo político. El candidato del Frente de Todos aspira a contar con una abigarrada tropa de legisladores y el suficiente espacio como para no requerir fatigantes negociaciones con los bloques opositores.
Empieza también a tomar forma algún dibujo preliminar de lo que podría ser el escenario legislativo si Kicillof llega a la Gobernación. Una de las primeras sorpresas sería que La Cámpora, que contará con un compacto núcleo de diputados, no sería la destinataria de la estratégica presidencia de la Cámara baja. Un grupo de intendentes del Conurbano acaso tengan algún indicio, de ahí que hayan puesto la mira sobre ese espacio de poder.
Quizás como para que se disparen presiones y pujas, Kicillof les dejó en claro a varios alcaldes que no piensa “compartimentar” su eventual gabinete. Es decir, que será él quien decida más allá de la heterogeneidad del Frente de Todos que podría hacer pensar en compensaciones y equilibrios.

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