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PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

Macri y Alberto Fernández, complicados por efecto de una transición anticipada

Las PASO fueron como una primera vuelta y el resultado contundente aceleró los tiempos políticos. La salida de Dujovne fue una consecuencia directa. La relación con el FMI.

Las PASO son una anomalía, ya no caben dudas, pero no son compatibles con la historia económica argentina. Sobre todo, cuando se trata de una elección para cargos ejecutivos en tiempos de crisis. Las primarias obligatorias crearon una sensación de que ya todo está jugado. Eso perjudica al presidente Mauricio Macri y complica a Alberto Fernández.
A sólo una semana de las PASO, Macri es un presidente en ejercicio que perdió poder de forma precoz, mientras que Fernández es un candidato al que muchos consideran un presidente electo. Por eso también el Gobierno sostiene que la transición no comenzó a desarrollarse.
La política se encargó de ratificar que las Primarias constituyen una herramienta inútil. Ningún partido las utilizó para dirimir candidaturas nacionales. Ni siquiera suponen una interna tradicional porque los cargos son sometidos a la voluntad de afiliados y no afiliados.  Su existencia, por el contrario, generó un enorme perjuicio: el país quedó navegando en un mar embravecido por el resultado de unas elecciones en las que paradójicamente no se eligió nada.
La administración Macri cerró la peor semana en lo que va de su gestión con un paquete de medidas que busca mitigar el impacto de la devaluación del “lunes negro” post PASO, pero que ya fue impugnado por Alberto Fernández y por varios gobernadores, porque afectarán la recaudación de sus distritos. De acuerdo a un informe del Consejo Federal de Inversiones (CFI), el impacto en las arcas provinciales superaría los 50.000 millones de pesos hasta fin de año.
El costo fiscal global, cercano a los 100.000 millones de pesos, también incomodó al saliente ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, cuyo objetivo central era cumplir el acuerdo de ajuste que firmó con el FMI, del cual era el principal garante dentro del Gobierno. Por eso mismo firmó una carta de renuncia el martes pasado, que recién ayer fue aceptada por Macri. El reemplazante, Hernán Lacunza, surge del Gabinete bonaerense de María Eugenia Vidal, que lo cedió ante la emergencia.
A raíz de esa situación, también está en duda la llegada de la misión del Fondo Monetario, que tenía previsto aterrizar en la semana para iniciar una revisión previa al desembolso de otros 5.600 millones de dólares a mediados de septiembre. En la conversación telefónica que tuvieron Macri y Fernández, el candidato del Frente de Todos criticó a Dujovne y elogió, en cambio, al presidente del Banco Central, Guido Sandleris, a quien pidió que lo escuchen para cuidar las reservas.

El “lunes negro” y el rol del Banco Central 
Sandleris fue compañero de estudios de Axel Kicillof en la Universidad de Buenos Aires, donde militaron juntos en una agrupación. Las referencias que tiene de él Alberto Fernández son las mejores; y le llamó la atención que el Banco Central no interviniera en el mercado cambiario el “lunes negro”, cuando el peso se devaluó 23 por ciento de un tirón. En especial, porque el volumen de las operaciones fue pequeño y la inacción de la autoridad monetaria convalidó la suba del dólar.
En ese contexto se inscribe la inusual dureza de Martín Redrado, un economista moderado, para con el presidente Macri, a quien acusó de haber dado la “orden política” de dejar correr el dólar el día posterior a las primarias, para aleccionar al electorado. Redrado sugirió que Sandleris recibió una instrucción directa de la Casa Rosada. Macri enfureció con el economista y es más que probable que todo termine en una investigación de la Justicia federal. Pero por otra parte, según todos los trascendidos, Fernández y Kicillof no habrían objetado la actitud de Sandleris.
El efecto demoledor que tuvieron las PASO provocó otras repercusiones en el ambiente judicial. Por caso, el pliego de la candidata a procuradora general Inés Weimberg de Roca, promovida por Macri, pasó al quinto subsuelo del Senado, mientras que se habría reactivado la postulación del juez federal de Dolores Alejo Ramos Padilla, quien investiga el caso D´Alessio y procesó al periodista Daniel Santoro, para ocupar el juzgado electoral de la provincia de Buenos Aires.
En tanto, el poder económico   empieza ahora a dar muestras de que le interés por Alberto Fernández. El caso emblemático es el de Marcos Galperín, el CEO de Mercado Libre, quien visitó al candidato opositor en sus oficinas de San Telmo, pese que había manifestado públicamente su apoyo al Presidente. Galperín habría sido un emisario de Macri, según algunos comentarios.
Varios sindicatos que apoyan la candidatura presidencial de Alberto Fernández tienen en la mira agremiar a los empleados de Mercado Libre, entre ellos los bancarios del kirchnerista Sergio Palazzo. También hay empresarios del sector agropecuario que procuran acercarse a Fernández, 
a quien no consideran tan duro con el campo como lo fue Cristina Kirchner. Aunque el postulante opositor ya les mandó a decir que las retenciones no serán eliminadas.

Advertencias de Brasil y Venezuela
El “efecto transición anticipada” generó señales preocupantes para Alberto Fernández. Una de ellas llegó desde Brasil, donde el presidente Jair Bolsonaro y su ministro de Hacienda Paulo Guedes amenazaron con retirarse del Mercosur en caso de que la Argentina vuelva a cerrar su  economía. Las alarmas sonaron en las automotrices, que dependen del comercio con Brasil. Fernández también recibió una advertencia de una figura central de la Venezuela chavista, Diosdado Cabello.
El militar que oficia como presidente de la Asamblea Nacional –paralela a la que encabeza Juan Guaidó- dio a entender que los votos con los que Fernández ganó las PASO son, en realidad, de Cristina Kirchner. Y que por lo tanto esperaba que Alberto siga una línea contra el neoliberalismo. Aunque no lo explicitó, la sentencia también incluye la reconstrucción de la alianza argentina con Venezuela y Cuba, donde sigue recluida Florencia Kirchner desde hace varios meses.
Las declaraciones provenientes de Brasil y Venezuela hicieron tanto ruido que obligaron al comando albertista a aclarar que una eventual presidencia de Fernández tendrá otra mirada geopolítica. Conocedor del paño peronista, Miguel Pichetto salió a poner en duda esa promesa. El compañero de fórmula de Macri se convirtió en un sostén del Presidente, que hubiera derrapado más de lo que lo hizo en la conferencia del lunes, de no ser por la presencia del senador.
En la mesa chica del Gobierno están dispuestos a jugar una última ficha a pleno en las elecciones de octubre. La fórmula mágica para la alianza Juntos por el Cambio se expresa en los números 44-35, con los que evitaría que Alberto Fernández gane en primera vuelta. Para ello, el oficialismo necesita que el Frente de Todos pierda un 3 por ciento de los votos y sumar un porcentaje similar. Marcos Peña cree que eso se puede conseguir si aumenta la participación en unos dos millones de electores.
Pero el jefe de Gabinete perdió poder interno porque su estrategia y las encuestas de Jaime Durán Barba fracasaron estrepitosamente en las PASO. 
Y ahora hay dirigentes municipales y provinciales de Cambiemos que planean hacer una campaña despegada de la figura de Macri.  Entre los socios del PRO también saltan las chispas: el radicalismo le pasa facturas a la Casa Rosada y Elisa Carrió propone un discurso bélico que ya se demostró contraproducente.
En el Frente de Todos el ánimo es inversamente proporcional a la desazón del oficialismo. A tal punto, que consideran que el 47 por ciento que sacó Alberto Fernández en las PASO son un piso y no un techo electoral. 
Y ya iniciaron contactos con la lógica de ampliar el apoyo: Felipe Solá y Wado de Pedro acudieron a las oficinas de Roberto Lavagna, que los escuchó pero no se comprometió a nada. El ex ministro entiende que el escenario de crisis favorece a su propia candidatura.

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