PUNTOS DE VISTA

¡Aborto sí! ¡Aborto no!

Con criterio humanista; sensible y valiente, la jueza de Corrientes Dra. Legarreta, el 12 de julio, se anticipa a la legislación y decide dar la adopción del por nacer, evitando de esa forma la interrupción ilegal y sus consecuencias. Espero que esta sabia decisión siente jurisprudencia.
Como sugeríamos en esa oportunidad, el Estado debía acompañar  a la adolescente con un embarazo no deseado, psicológicamente y económicamente, hasta la finalización del mismo para una donación responsable. Nunca fue tratado por las comisiones bicamerales de las que aún se espera la ley correspondiente.
Confrontación que leo en los artículos mediáticos y creo condenada al fracaso desde su postulación. Por usar términos reproductivos, diría que dicha confrontación es estéril y no permite nacer el embrión de la concordancia, que debemos preservar como individuos y sociedad responsables.
La Iglesia con su hermenéutica secular, claramente defiende la obra de Dios (opus Dei) con el apoyo indubitable de la ciencia, que conciben la vida desde el primer segundo de la fecundación (unión del óvulo con el espermatozoide).
El Estado con conocimiento cómplice, también secular, de que la mayor causa de mortalidad en la mujer embarazada es del 40% por aborto clandestino, ha hecho poco por evitarlo (insuficiente gestión en planificación familiar y educación sexual) y mucho para ignorarlo.
Celebro que este gobierno abra el debate que nos debemos, como también que manifieste su posición en defensa de la vida.
Estarán los racionales agnósticos que se preguntarán qué derecho a la vida hay que proteger, si la del embrión en desarrollo o la de la madre humilde, que con varios hijos deja una familia desmembrada, proponiendo el mal menor, que sería la interrupción.
Estarán los racionales agnósticos que se preguntarán qué derecho a la vida hay que proteger, si la del embrión en desarrollo o la de la madre humilde.
Se agregan en las últimas generaciones además, los embarazos adolescentes que son el 20% de los anteriores.
Con la fuerza de la juventud y creyendo en un natural derecho por su cuerpo, el libre albedrío y el temor a la muerte, me encontré con un grupo de ellas, que como único recurso para manifestarse apelaban al grafiti (ver foto). La legislación actual lo considera criminal y su lucha por la despenalización es desigual, contra molinos de viento.
Una de ellas me manifiesta que cuando fue a interrumpir su embarazo no deseado, estaba tan avanzado que decidieron continuarlo pero, ante la propuesta de comprarle al neonato, decidió tenerlo.
Escuchando a estas auténticas protagonistas del problema, se me ocurre una propuesta que intenta superar la antinomia.
Que la Iglesia con su presencia capellar en todos los barrios y con el apoyo financiero del Estado recoja la inquietud de esta población desahuciada, realice una intensiva campaña de prevención y ante el hecho consumado, la acompañe hasta la finalización del parto (espiritualmente y materialmente) y si se arrepienten del mismo y deciden donarlo (evitando además el tráfico de los RN) tener la lista de padres responsables, para llevar adelante la tarea de Dios.

(*) Médico cirujano de Junín.