Alberto Fernández, que recibió el apoyo de más de 60 intendentes de Córdoba, en las encuestas mantiene su ventaja sobre Mauricio Macri.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

La polarización extrema y el factor del 45%, las claves del primer turno electoral

El oficialismo y la principal fuerza opositora protagonizan una disputa mano a mano, que se cristalizará en las PASO.

Elisa Carrió participa de la campaña de Juntos por el Cambio, la alianza gubernamental, pero como no es candidata, aparece en un segundo plano. Sin embargo, la líder de la Coalición Cívica volvió a dar en los últimos días una muestra de su capacidad para saltar las barreras de la formalidad política. Como no lo hizo ningún dirigente oficialista, la diputada advirtió que el Gobierno –el nacional y también el bonaerense- puede llevarse un “sustito” en las PASO el próximo domingo. Carrió completó la definición, que sonó como una alarma en la Casa Rosada y en la Gobernación, con una premonición en la que decretó que el oficialismo ganará por “paliza” en las elecciones de octubre.
En el entorno de la socia fundadora de Cambiemos explicaron que ya venía haciendo este tipo de declaraciones y que no se refirió a una posible derrota ante el peronismo remozado en el Frente de Todos, sino a que el resultado de las PASO no brinde al Gobierno “la certeza del triunfo”.
En todo caso, la interpretación de los dichos de Carrió es muy finita. También puede entenderse que la diputada empezó a abonar el terreno para que el electorado afín al Gobierno no se desaliente ante una eventual derrota el próximo domingo, porque lo que necesitarán el presidente Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal –para mantener en pie el proyecto reeleccionista- es que ese conglomerado no sea afligido por un clima de desazón.
Las encuestas reservadas que manejan en los comandos de campaña de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos le otorgan al precandidato presidencial Alberto Fernández una ventaja que se ha ido reduciendo de entre dos y cinco puntos sobre Macri a nivel nacional, mientras que en la Provincia la disputa entre Vidal y su principal contendiente Axel Kicillof estaría muy cerrada. En esa pulseada mano a mano, la Gobernadora depende de conseguir un corte de boleta a su favor, como ocurrió en 2015. Sin embargo, cabe apuntar que esas mediciones suelen reflejar las opiniones provenientes el día que se realizan y faltan más de dos meses -en la Argentina mucho tiempo- para lo que podría ser la primera vuelta y cuatro semanas más si hubiera ballotage.
Si bien las primarias del domingo no definirán nada y deben tomarse, en rigor, como una gran encuesta –la más fidedigna- en todo el país, también lo es que el resultado reflejará un indicador decisivo: el del 45%. La ley electoral establece que una fórmula presidencial gana los comicios sin ballotage cuando obtiene ese porcentaje del total de votantes. En ese marco, cuánto más cerca de ese número clave quede alguna de las alianzas, se reducirá el nivel de incertidumbre electoral.

Entre el campo y la industria
Macri estuvo ayer en el predio de La Rural y quedó en claro que el campo argentino apoya su continuidad en el Poder Ejecutivo. En el tradicional palco también estuvo Vidal, que fue ovacionada desde las tribunas. La Gobernadora cuenta con un apoyo masivo en el interior bonaerense para conseguir la reelección. Pero sus problemas –y también los de Macri- se presentan en el superpoblado territorio del Conurbano.
Allí se percibe una lógica contrapuesta: el programa económico del Gobierno, signado por fallas de coordinación, las alzas tarifarias y una caída del nivel de actividad –lo que deprimió el consumo popular-, mantuvo a esa región de la Provincia en cuestionamiento a las políticas del Presidente. El impacto de la crisis se sintió especialmente en las pymes que se asientan en el segundo y tercer cordón del Gran Buenos Aires y en la mano de obra. Ahí es donde reside el poderío electoral del Frente de Todos.
El Conurbano representa dos tercios del electorado bonaerense y un cuarto del nacional. La alianza Cambiemos logró penetrar allí en 2017, pero el cimbronazo económico del año pasado resucitó –en términos políticos- a Cristina Kirchner, que había sido derrotada en las elecciones intermedias.
Alberto Fernández promovió esa apertura del kirchnerismo y se apoya en el jefe del Frente Renovador. De hecho, ya dejó trascender que si logra llegar a la Casa Rosada creará un Ministerio de Industria en el que podría designar a José Ignacio de Mendiguren, cercano a Massa. El candidato opositor se preocupó además de tratar de tender puentes con empresarios de primera línea como Roberto Urquía, de Aceitera General Deheza; y Marcelo Midlin, de Pampa Energía.

El cierre, en el centro del país
La última semana de campaña antes de las PASO será muy intensa. Macri arribará mañana a Rosario; el martes encabezará un acto en el microestadio de Ferro en la capital; el miércoles volverá a recalar en Córdoba y el jueves cerrará la actividad proselitista junto a la gobernadora Vidal en Vicente López. Allí también será de la partida el alcalde porteño Horacio Rodríguez Larreta. En ese tridente se condensa el presente y el futuro de la alianza gobernante.
El frente opositor concentrará su actividad también en Rosario, donde Alberto Fernández cerrará su campaña en el Monumento a la Bandera. En Santa Fe reside una parte de las expectativas del peronismo de inclinar la balanza de las PASO; también en Córdoba buscará descontar la ventaja que allí lleva Macri. El otro territorio marcado es el Conurbano: el acto que ayer encabezó Cristina en Los Polvorines fue demostrativo, porque marcó el postergado reencuentro público con Massa.
El primer tramo de la campaña de Alberto Fernández fue desprolijo, en buena medida porque el candidato intentó ser su propio jefe de campaña. Tras varios contratiempos, acaba de designar a Felipe Solá como su vocero político. El ex mandatario bonaerense, que se encargó de convocar a los gobernadores del PJ para el acto de Rosario, buscará convertirse en un escudero mediático de Alberto, para que no reitere errores no forzados como sucedió con la científica Sandra Pitta.
El innecesario ofrecimiento de protección que le hizo Alberto a la investigadora del CONICET –sólo porque manifestó que votaría a Macri- fue tomado por el Gobierno como un ejemplo en el que basó un aspecto clave de su campaña: la idea de que con el kirchnerismo de regreso al poder, la prepotencia política menguará las libertades individuales. En el cierre de campaña, Macri y también Vidal proyectarán la sombra de corrupción que se cierne en torno a la ex presidenta.
A su vez, el Frente de Todos utilizará los números oficiales para advertir que un segundo mandato de Macri “multiplicará la pobreza”, cuyo indicador alcanza al 34,1% de la población. Esto es, casi 14.000 millones de personas, entre las cuales 3,5 millones son “nuevos pobres”.
La polarización electoral que protagonizan Juntos por el Cambio y el Frente de Todos es extrema y parece no dejar espacio para una tercera vía potente. En todo caso, desde el lunes 12 habrá que empezar a preguntarse a dónde irán a parar los votos de quienes, en primera instancia, no confiarán en el Gobierno, ni tampoco en la principal alianza de oposición.