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Mauricio Macri tuvo su resbalón, porque en su paso por Córdoba no obtuvo un apoyo demostrable de Juan Schiaretti, quien le cuestionó la política económica.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

El duelo de fondo Macri-Cristina, en un inquietante margen de error

Tanto el Presidente como su antecesora cargan con la mochila de imagen negativa y las encuestas reflejan una paridad creciente.

A sólo dos semanas de las PASO, la campaña electoral se desarrolla por carriles previsibles. Las propuestas de los candidatos pueden contarse con los dedos de las manos, pero las chicanas y los memes ocurrentes se multiplican por miles en las redes sociales. La sociedad, sin embargo, todavía no respira el clima de ansiedad que se percibe entre la dirigencia política.
Según una encuesta difundida en la semana por la consultora Management&Fit, el presidente Mauricio Macri tiene en este contexto un 33,7% de aprobación a su gestión, contra un 59,8% que la desaprueba. 
Estos índices de ponderación no son los ideales para un mandatario que aspire a la reelección, aunque otra encuesta, en este caso de la consultora brasileña BTGPactual, el mayor broker de América Latina, colocó a la fórmula Macri Pichetto como triunfadora no solo en las PASO, sino también en la primera vuelta de octubre, por sobre la de Fernández-Fernández, lo que desató una corriente positiva en los mercados pocas veces vista.
De todas maneras, aun al resguardo de esas cifras alentadoras, el oficialismo puso en marcha su maquinaria con un objetivo central: recordarle a los argentinos –con pelos y señales- algunas características del kirchnerismo.
La estrategia de la alianza Juntos por el Cambio no está solamente anclada en el pasado: el mismo sondeo, de alcance nacional, estableció que Cristina Kirchner sigue teniendo aún hoy una imagen negativa del 51,5%, contra un 43,9% que la califica en forma positiva. Si bien es cierto que la ex presidenta viene mejorando estos indicadores, también lo es que la mayoría de los consultados rechaza –por distintas razones- su liderazgo. Paradójicamente, lo mismo sucede con Macri.
“Hay gente enojada. Sé que es difícil”, admitió ayer el Presidente durante un acto de campaña en San Isidro, un distrito del norte del Gran Buenos Aires que no es precisamente de los más hostiles con el oficialismo. Macri cuenta, no obstante, con un elemento a su favor: desde fines de abril, la incertidumbre económica ya no es el sentimiento predominante en un sector de la sociedad que es coincidente con su electorado. La estabilidad del dólar está relacionada con ese repunte.

Bolsillos flacos
Sin embargo, el 60% de la población manifiesta que los problemas económicos –inflación, desempleo, pobreza- son una realidad de la vida cotidiana, con lo cual se entiende que la oposición haya fijado su campaña en torno a una problemática que considera el Talón de Aquiles del Gobierno. La propia Cristina Kirchner profundizó esa línea ayer en Mendoza: “Sinceramente, no entiendo si chocaron la calesita o hicieron lo que venían a hacer”, dijo en tono irónico.
Ese mismo lenguaje coloquial había utilizado antes en Santa Cruz, desde donde rechazó las marcas “pindonga y cuchuflito” que, a raíz del aumento de precios, ganaron terreno en la canasta alimentaria de los sectores populares. El comentario le valió a la ex presidenta una centralidad en el debate electoral que no es precisamente lo que busca el Frente de Todos, cuya estrategia se basa en erigir a Alberto Fernández como el líder de una etapa superadora del kirchnerismo.
Macri tuvo su propio resbalón, aunque no por declaraciones desafortunadas sino porque en su paso por Córdoba no obtuvo de Juan Schiaretti un apoyo demostrable a su proyecto reeleccionista. De hecho, el Presidente concurrió a la cena pactada junto a su esposa Juliana Awada, pero el gobernador acudió en soledad, porque su mujer Alejandra Vigo es candidata a diputada nacional de Unión por Córdoba y enfrentará en las urnas a la ex alianza Cambiemos.

La cuestión cordobesa
Schiaretti mantiene una buena relación personal con Macri, pero lo cuestiona por su política económica. A tal punto, que le dijo a Alberto Fernández –en una reunión de carácter institucional- que entre la caída de consumo y el crecimiento de la informalidad en el empleo, el Gobierno de Córdoba se perdió de recaudar, en el último año, el equivalente a un mes de lo que recibe por coparticipación federal.
En Córdoba, la división de Cambiemos que llevó dos candidatos a gobernador, redundó en una victoria arrasadora de Schiaretti, al tiempo que la UCR perdió su bastión de la ciudad capital.
Los resultados de las elecciones para cargos ejecutivos que se realizaron este año en las provincias determinaron globalmente, en comparación con el antecedente de 2015, una merma electoral del oficialismo nacional en torno al medio millón de votos. En ese marco, el radicalismo también perdió la intendencia de Santa Fe a manos del PJ y ahora en Juntos por el Cambio saben que la provincia litoraleña presenta un cuadro adverso para la candidatura del presidente Macri.

El 65% del padrón
En el territorio “SanCor” (Santa Fe y Córdoba), más la provincia de Buenos Aires y la capital federal, se concentra el 65% del padrón electoral nacional. Por ende, tanto Macri como Alberto Fernández le dedicarán su mayor atención en las próximas dos semanas. El candidato opositor regresará a Córdoba en los próximos días, convencido de que cada voto que descuente allí podría ser clave para su suerte electoral. 
Macri, por su parte, se centrará en el Gran Buenos Aires. El oficialismo cuenta en esta región con dos candidatos fuertes: la gobernadora María Eugenia Vidal y el alcalde Horacio Rodríguez Larreta. Aunque su equipo de campaña guarda los números con recelo, la mandataria bonaerense ya estaría en la misma línea de su contrincante Axel Kicillof, con una tendencia alcista; mientras que Larreta se ubica en torno al 49% de intención de voto y proyecta una posible victoria en primera vuelta de cara a las elecciones generales de octubre.
Por esa razón es que a Larreta se lo verá con frecuencia en actos compartidos con Vidal y con intendentes oficialistas del Conurbano, mientras que Vidal intensificará su presencia en municipios gobernados por el PJ, como ocurrió ayer en José C. Paz como parte de la campaña “defensores del cambio”, surgida de las usinas de la Jefatura de Gabinete. El objetivo de Marcos Peña es que tanto Vidal como Larreta tonifiquen a Macri para volverlo a posicionar como un candidato competitivo.

Massa, el asador
En el opositor Frente de Todos analizan que eso no sucederá al menos en el Conurbano, según conversaron sus principales candidatos en un asado en la casa de Sergio Massa en Tigre. Allí también se especuló con la posibilidad de que Vidal “cometa errores” en la campaña si no logra empujar el “pesado carro de Macri” y quedara en peligro su continuidad en la Gobernación. En los planes de la oposición no estaba, seguramente, la inesperada reaparición de Aníbal Fernández.
El grosero error que cometió al comparar a Vidal con un femicida como Barreda fue rápidamente utilizado como un insumo para la campaña oficialista. Mientras eso se discute en los medios, en la faz pública, en forma subterránea se realizan encuentros en los que funcionarios del Gobierno aconsejan a grandes inversores extranjeros que mantengan sus posiciones en pesos y que no vuelvan al dólar, porque el Gobierno de Macri está en condiciones de ganar las elecciones.
“Estamos dentro del margen de error”, aseguran los funcionarios. En términos estadísticos, se estima que ese rango no supera los tres puntos porcentuales. Ya hay encuestas, como la de M&F, que ubican a Macri-Pichetto menos de dos puntos debajo de la fórmula Fernández-Fernández.

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