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MARKETING APLICADO

Vendedores de humo

Prejuicios contemporáneos.

Durante mucho tiempo, incluso hoy, se relaciona al marketing con la exacerbación de atributos existentes (o inexistentes) de un producto o servicio. Bajo esta concepción, muchos asumen que la clave radica en “atraer” a los clientes sin otra responsabilidad posterior. En la columna de hoy quiero desterrar un concepto que hace que algunos emprendedores se pierdan en el camino. 
En un contexto local donde la competitividad en todas las categorías de negocio se incrementa, no tener una estrategia que conduzca los destinos del proyecto es un error que puede conducir al fracaso. No se trata de un perfil en redes sociales sino de construir esquemas de acción coherentes con la propuesta que queremos lanzar al mercado. 
En nuestra ciudad, hay dos perfiles muy marcados, por un lado los promotores del cambio y por otro los seguidores que, por lo general, reaccionan tarde y desarrollan la copia de un traje que no les queda bien. Bajo esta concepción, replican fórmulas que a otros les funcionaron para preguntarse después por qué a ellos no les resultó. 
El marketing comprende diseñar un negocio para generar demanda de calidad frente a los cambios de hábitos de los clientes. Desde hace muchos años ya no es importante pensar en “qué” sino “a quién” dando cuenta que es la gente la que desarrolla la demanda. Son ellos los que tienen necesidades y deseos que debemos resolver en una lectura despierta y proactiva. 
En tiempos donde abunda la teoría sobre emprendedores e innovación, muchos asocian el concepto a descubrir grandes novedades que cambien los negocios. En realidad no se trata de eso sino de cosas simples que resuelvan pequeños problemas que para quienes los sufren, termina siendo un gran valor: hacer lo mismo pero de forma diferente. 
Quizá una de las actividades que peor prensa tiene, junto con la política, es el marketing. Seguir sembrando esta concepción asociada a la falacia sin crear conciencia sobre su verdadero sentido como promotor de negocios es, en boca de algunos comunicadores, al menos una irresponsabilidad. A seguir vendiendo humo.

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