MARKETING APLICADO

Simbolismo político

De la coherencia al caos.

Recuerdo con nostalgia una imagen del regreso de la democracia. En aquél momento era muy chico para saber quien era el hombre de bigotes pero su “saludo" característico dejó huella en mi memoria. Solo las manos unidas sobre el hombro, a modo de abrazo popular, bastaron para construir eternidad. En la columna de hoy quiero repasar la fortaleza de sentido de aquellos tiempos en cruce con las inconsistencias de la actualidad. 
Fue el miércoles a la noche, al borde del jueves, cuando se anunciaron las múltiples alianzas electorales y comenzaron las corridas. Manteniéndome al margen del análisis político, me remito al enfoque vinculado a mi actividad. 
¿Se imaginan el frenetismo de los equipos de comunicación para procesar y representar tantos cambios? 
Repasemos, ahora “Juntos por el cambio” abraza al “Pro” (“Cambiemos”), la “Coalición Cívica”, la “UCR” (creo), el “Partido del Diálogo”, el “Mid” y al “Partido Unión Popular” entre otros. Tomo aire y sigo, por su parte, el “Frente de todos” debe contener al “Justicialismo” (¿Peronistas de Perón o de Carlos M.?), el “Frente Renovador”, el “Partido de la Victoria”, “Frente Grande”, “Compromiso Federal” en un listado que intento acotar. Las demás fuerzas políticas no son la excepción y también configuran un collage de banderías que alguien deberá amalgamar para que sea creíble. 
Está claro, un nuevo escenario pre-electoral se ha configurando y con él quedan en el camino un sin fin de nombres, logos, frases (campañas) que pierden sentido. Una dinámica que hace que al salir de casa estemos pensando en votar una fórmula y al llegar haya cambiado su composición. El punto sensible es que detrás de los símbolos están las promesas (deberían ser propuestas) y la crisis de identidad de los partidos políticos es un reflejo fiel del momento que atravesamos, un vacío de contenidos sin precedentes. Ya no hay lecturas simples y directas que permitan decodificar la “V” de los Justicialistas, la “L” de los conservadores de la UCEDE o el abrazo de los radicales en la unívoca figura de Raúl. Ahora los comunicadores debemos crear certezas sobre terrenos inciertos. Sin referirme a la efectividad proselitista, el resultado es un compendio de enunciados y logos que carecen de valor y se defienden solo desde su concepción retórica o estética.  
Finalmente, lo que se juzga racionalmente es la punta del iceberg, es decir el marketing como autor  de campañas falaces y efímeras. Es en este punto donde sería bueno también ver la materia prima con la que se trabaja ya que tanto aquel abrazo simbólico de Raúl (idea de la Agencia Publicitaria Ratto) como este caos simbólico son creaciones de un publicista. Con ambas manos por encima de mi hombro, les dejo un abrazo.