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María Eugenia Vidal, que mide entre 10 y 12 puntos más que Macri, teme que el ancla presidencial complique aún más sus posibilidades reeleccionistas.
LA PROVINCIA

La disputa bonaerense, en un escenario que amenaza copar la polarización

Axel Kicillof estrenó en las redes sociales un llamativo afiche de campaña, apenas algunas horas después de que fuera confirmado como candidato a gobernador por el peronismo kirchnerista. Al ex ministro se lo puede ver caminando entre los escombros de una ciudad devastada. Su propia humanidad es el único vestigio de vida en esa imaginaria población sobre la que parece haber caído un impiadoso cataclismo, con la sola excepción de un perro que lo sigue como ladero fiel.
El retrato va acompañado de algunas pequeñas pero contundentes referencias: “Pueblo por pueblo, sobre las ruinas de la Provincia”. Más allá del plagio por el que podría echar la bronca el actor Will Smith y su película Soy Leyenda -el afiche sustituye al consagrado intérprete de Hollywood por el aspirante bonaerense-, el mensaje que se pretende transmitir no reconoce dobleces: Kicillof viene machacando en sus recorridas -la semana que pasó se concentró en varios distritos del interior- con la pesada herencia que, a su juicio, dejará María Eugenia Vidal. En el imaginario proselitista opositor, la mandataria sería la causante del ruinoso estado que él se propone recomponer.
Esa primera pieza de campaña encadena con otro pasaje discursivo: establecer una simbiosis indisoluble entre Mauricio Macri y Vidal. Esa estrategia reconoce debilidades y fortalezas ajenas. El Presidente mide entre 10 y 12 puntos menos que la Gobernadora en territorio bonaerense. Pero Vidal, aun cuando deba afrontar el escenario desfavorable de ir en la misma boleta que el líder de Cambiemos, sigue siendo una candidata competitiva.
Kicillof se mueve al margen de las negociaciones que el peronismo K encara con Sergio Massa porque el menú de opciones para acercar al líder del Frente Renovador ya no incluye encabezar la fórmula para la Gobernación. El tigrense está encaminado a un acuerdo con Alberto Fernández y Cristina Kirchner como le implora y exige la mayoría de su tropa bonaerense. También parece a esta altura dificultoso su eventual retorno a la reconstrucción de la tercera vía con la que amagó edificar en Alternativa Federal.
La gran incógnita que surca la política provincial remite a lo que podría aportar Massa al proyecto K de desembarcar en la Provincia. El enigma radica en la composición del voto massista y su heterogeneidad que combina peronistas no K, otros proclives a aceptar un posible retorno kirchnerista y diversos sectores independientes. Esa duda surca también el campamento oficialista. Vidal y su equipo soñaban con una tercera lista robusta de origen peronista que oficiara de dique de contención frente a la atracción que pudiera generar la fórmula Fernández-Fernández. Hoy esa opción parecería reducirse drásticamente a lo que logre armar Juan Manuel Urtubey en la Provincia.
Cerca de Vidal creen que, a pesar de la decisión del tigrense, el escenario sigue abierto. “A priori nos complica, pero el triunfo sigue siendo posible”, analizan. “Habría que ver luego de todas las idas y venidas, cuánto era lo que le quedaba a Sergio”, sostienen.
En medio de esa incertidumbre reviven algunas alquimias electorales. En el oficialismo se viene hablando hace diez días de la posibilidad de que Vidal pueda ser candidata no sólo de Macri sino también de Alternativa Federal. Esa cuestión se reflotó y anota una curiosidad: su paternidad se le reconoce, según interlocutor, a tres campamentos distintos.Hay quienes dicen que fue en aquél entonces Massa el que llevó la propuesta “para levantarse el precio con Cristina”, dicen, insidiosos, en el PRO.  Otra de las versiones apunta al entorno de Vidal, frente a un escenario de alta complejidad en su territorio para poder sumar por dos canastas. En las últimas horas algunos apuntaron a la Casa Rosada. “Se convencieron de que si no se gana la Provincia no hay destino para Macri”, analizan en sectores de Cambiemos.
En la Gobernación, aun pese a los avatares de la economía, comenzaron a ver en los últimos días alguna señal un poco más halagüeña. Dicen que existe un leve crecimiento en la imagen del Presidente en consonancia con la calma del dólar. “Repuntó”, anotan cerca de Vidal. La cuestión es si ese reverdecer puede ser un brote con capacidad de mantenerse. Lo que parece quedar claro es que el escenario de polarización que Cambiemos imaginaba para octubre, luego de las Primarias, se adelantó. Sin un peronismo alternativo con capacidad de exhibir musculatura, la lógica de confrontación entre el oficialismo y el kirchnerismo parece que irrumpirá sin freno en la campaña.

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