María Eugenia Vidal sintió el impacto de la acusación sobre Manuel Mosca, un dirigente de su propio riñón.
PANORAMA PROVINCIAL

Una denuncia de acoso con fuerte impacto institucional que hace renacer las sospechas

La bomba político-judicial que acaba de estallar en la Cámara de Diputados bonaerense provocó fuertes daños. Algunos de ellos, aún se están revelando. Otros, en cambio, quizás comiencen a hacerse visibles en los próximos meses.
“La Casa”, como los propios legisladores suelen mencionar a Diputados, está conmocionada. La denuncia contra el presidente de la Cámara, Manuel Mosca, por un presunto acoso sexual, tiene un obvio impacto sobre el propio involucrado. Pero el tema no se agota en la figura del dirigente del PRO y se extiende a la política bonaerense fuertemente sensibilizada por el clima electoral.
Mosca es un diputado del riñón de María Eugenia Vidal. Desde 2015, cuando la mandataria se hizo cargo de la Provincia, fue su principal espada en una Cámara en la que Cambiemos se vio obligado a negociar y ceder espacios de poder en pos de la gobernabilidad. Mosca se transformó, durante estos años, en una pieza clave en ese andamiaje.
Por eso la denuncia en su contra presentada por una militante del PRO del interior de la Provincia, mueve los cimientos oficiales. Pero también, renueva antagonismos y viejos rencores que intentaban ser sepultados en tiempos en que el oficialismo requiere como el agua mostrarse unido y sin fisuras para transitar la aventura reeleccionista de Mauricio Macri y Vidal.
En diversos ámbitos políticos le encuentran cierto tufillo extraño al asunto. Esa sensación que gana terreno en algunos despachos legislativos y ejecutivos no implica negar públicamente la acusación que Mosca se empeña en desmentir, sino de poner en tela de juicio la forma en que, según ese análisis, fue amplificada por funcionarios nacionales que recibieron a la denunciante.
Quienes abonan esa teoría impregnada de cierta dosis de vuelto político, recuerdan que Mosca fue uno de los principales impulsores del Plan V, aquel por el cual se propiciaba que Vidal fuera candidata presidencial en lugar de Macri, rechazado hasta el hartazgo por la Casa Rosada. El legislador fue también uno de los sostenes estelares de la comisión bicameral que se abocó a determinar la viabilidad de un eventual adelantamiento de las elecciones en la Provincia, plan que finalmente también quedó abortado debido a la resistencia del círculo de poder más cercano al Presidente. Esa teoría conspirativa quizás nunca tenga alguna comprobación empírica. Puede, en cambio, haber dejado algún efecto aleccionador. “Olvídense de que alguien vuelva a hablar del Plan V”, decían ayer algunos atribulados compañeros de bancada de Mosca.
El affaire implica para Vidal revivir de algún modo aquél episodio que estalló el año pasado con las denuncias por los supuestos aportes truchos a la campaña electoral de Cambiemos. En esa ocasión, decidió desprenderse de la responsable de las finanzas de aquella campaña, Fernanda Inza, una dirigente de su confianza. Ahora le soltó la mano al diputado.
Si no se producen cambios de última hora, en Diputados se aprobará esta semana una licencia por 60 días para el Presidente de la Cámara y también su desafuero, para que pueda ser investigado. El pedido fue formulado por el propio Mosca. Otras versiones indican que la Gobernadora fue quien exigió avanzar en esa dirección.
La cuestión institucional también es intrincada. En Cambiemos se habría desechado la idea amasada en algunos despachos legislativos de forzar una nueva votación de autoridades para ubicar a algún vidalista al frente de la Cámara. Se juzgó que el riesgo era grande: implicaba desconocer los acuerdos políticos que le permitieron a Vidal contar con Presupuesto y no pasar sobresaltos en el Parlamento.
La salida de Mosca ratificará aquellos cierres de Vidal con Sergio Massa y con los intendentes del PJ encabezados por Martín Insaurralde. Tanto, que la diputada Marisol Merquel, que quedará a cargo de la Cámara, reporta al esquema de los alcaldes del peronismo que tiene diálogo fluido con el Ejecutivo provincial.
Esa buena sintonía acaso le permita al gobierno bonaerense sortear la encrucijada política que supone la salida de Mosca y al mismo tiempo minimizar su impacto institucional. Pero por las dudas en el oficialismo no bajan la guardia.
Vidal, pese a todo, corre con una ventaja: desde que asumió no tuvo pruritos en acordar con Massa y el PJ dialoguista. Casualmente lo mismo que, casi al final del mandato, persigue por ahora con pocos avances el Presidente.