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Mauricio Macri, frente a la amenaza de una inminente derrota electoral, prepara un paquete de medidas orientado a incrementar el consumo y atenuar el mal humor social.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

Pragmatismo explícito para la economía real

Atendiendo a su necesidad electoral y a los reclamos de sus aliados, el Gobierno se encamina a fogonear el consumo, mientras crece la influencia de Martín Lousteau.

La presencia de Martín Lousteau días atrás en la Casa Rosada no cayó nada bien en el entorno más cercano del Presidente. Allí hay funcionarios que recuerdan que el ahora dirigente radical los enfrentó en la ciudad de Buenos Aires sin aviso previo y que más tarde abandonó la embajada en Washington para volver a ponerse en la vereda de enfrente. Sin embargo, Mauricio Macri escucha al ex ministro de Economía de Cristina Kirchner.
¿Qué lleva al Presidente a prestarle atención a Lousteau pese a la incomodidad que eso genera en su círculo de mayor confianza? La respuesta podría resumirse en dos puntos: la economía no funciona como hubiera esperado Macri en el último año de su mandato y los aliados radicales -los más críticos dentro de Cambiemos al rumbo del Gobierno nacional- hace rato que pusieron la mano sobre el hombro de Lousteau para ungirlo en la primera línea de la política.
El sinuoso dirigente porteño es capaz de pasar sin escalas de una cena con Roberto Lavagna a un almuerzo cuya sobremesa se extiende por dos horas en el despacho presidencial. Tampoco tiene reparos en mostrarse en la explanada de la Casa Rosada mientras sus correligionarios ingresan para una reunión determinante de los gobernadores de Cambiemos con Marcos Peña. Y tiene un plan económico que próximamente presentará en forma de libro.
Por cierto que la visión de Lousteau no se asemeja a la de Nicolás Dujovne, el ministro de Hacienda cuyo rol está limitado a que no haya ruidos con el FMI. De allí sus viajes constantes a los Estados Unidos y sus choques con otros ministros del Gabinete, como Dante Sica, que llegó al Gobierno con planes proactivos y se fue quedando con escaso margen de maniobra, a tal punto que tuvo que desmentir que haya presentado su renuncia.
Los rumores, que se dispararon tras una “discusión acalorada” en el seno del Gabinete, no podrían haber llegado en peor momento: Sica es justamente el funcionario designado para negociar con las cadenas de supermercados y los productores de alimentos un acuerdo de precios que será el corazón de los anuncios económicos que hará el próximo miércoles el presidente Macri. Con toda lógica, en el sector privado dudaron de que Sica tuviera el respaldo para rubricar ese acuerdo.

Inflación acelerada
El contexto tampoco ayuda al Gobierno: la inflación habría vuelto a acelerarse desde la primera semana de abril, especialmente en el rubro de los alimentos, que registraría picos de  5% mensual. Pasado mañana el Indec dará a conocer el índice de precios de marzo y se estima que rondará el 4%. Un día después de esa constatación -que los argentinos ya padecen en sus bolsillos- aparecerá en escena Macri para formular los anuncios. Se espera que haga hincapié en la economía real. Esto es, en medidas tendientes a aliviar la situación de las familias a las que les cuesta llegar a fin de mes. Contra lo que viene predicando el Gobierno, el paquete apuntará a dinamizar el consumo en los próximos meses –en forma coincidente con el proceso electoral-, algo que reclamaron tanto los gobernadores de la UCR como los del PRO María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, como un complemento imprescindible para que Cambiemos aspire a una sobrevida política.
El presidente Macri y su jefe de Gabinete Peña vienen recibiendo múltiples advertencias en ese sentido. Los intendentes de Cambiemos en el Conurbano les hicieron llegar un claro mensaje -que se hizo extensivo a la gobernadora Vidal- para que organismos de recaudación como la AFIP y ARBA limiten sus operativos en los distritos, para no acicatear el mal humor social que provoca la crisis económica. Hay una especial preocupación por los embargos que decretan a las pymes.
Esa preocupación no es solamente política. En la Unión Industrial Argentina (UIA) están a punto de sacar a luz un documento que propondrá 10 medidas para que el sector pueda salir de la inercia negativa que le genera la recesión. El manifiesto llegará al despacho de Macri en la Casa Rosada y también al de Vidal en la Gobernación. Existe entre los industriales un marcado temor a que la administración de Cambiemos consolide un proyecto basado en la exportación agropecuaria.
De ahí que el discurso de Lavagna –en discretas reuniones que mantiene con empresarios- les suene más seductor. El ex ministro y “protocandidato presidencial” –como él mismo se define- les dijo a los senadores nacionales del PJ, a quienes visitó en el Congreso por invitación de Miguel Pichetto, que el modelo macrista está “acabado”, que la economía actual es “inviable” y que forzosamente habrá que renegociar el acuerdo con el FMI en el próximo mandato presidencial.

Dilemas opositores
Pero las certezas que brinda Lavagna por su solidez en el campo económico, se diluyen en el terreno político. El propio Pichetto se despachó tras esa reunión con un comentario filoso de esos que se dicen medio en broma, medio en serio: “Tiene un reloj de arena”, graficó sobre los tiempos que se toma el ex ministro para formalizar su candidatura. 
En buena medida, no termina de lanzarse por la resistencia que genera su negativa a participar de una PASO amplia en la oposición. Un ejemplo de ello lo dio en la semana Hugo Moyano. A instancias de Eduardo Duhalde, el jefe de los Camioneros había manifestado inicialmente su simpatía con la candidatura de Lavagna, pero al comprobar que los Gordos de la CGT conforman la mesa sindical del ex ministro, retomó su apoyo a Cristina Kirchner. Moyano no las tiene todas consigo: los gremios del Transporte lo primerearon al declarar un paro para el 1 de mayo, a sabiendas de la huelga que armaba para el 30 de abril.
Mientras tanto, sectores empresarios iniciaron gestiones para acercar a Lavagna con Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey. Por el momento, las diferencias persisten pero habrá próximas reuniones para intentar una síntesis también con Margarita Stolbizer y el socialismo santafesino. De esas movidas participan Marcelo Tinelli y en neurocientífico Facundo Manes, ambos con anclaje bonaerense.
En la Provincia están puestos, justamente, todos los cañones de Cambiemos. Por pedido de Vidal, el presidente Macri viene de firmar un decreto que impide a los distintos sectores del peronismo armar listas colectoras con un solo candidato a gobernador. Así, el oficialismo abortó una estrategia que estaba avanzada entre el kirchnerismo, el massismo y los intendentes del Conurbano. Entre ellos se miran con desconfianza porque “alguien filtró el dato al vidalismo”.
Pese a esa victoria táctica, Cambiemos no logra desactivar su propia interna. La bronca de los radicales con el asesor Jaime Durán Barba –que los ninguneó en una entrevista periodística- llegó directamente al despacho de Peña. El jefe de Gabinete hace malabares para mantener a la coalición unida e imponer su propia estrategia electoral, como jefe de campaña a nivel nacional. El viernes dijo en Olivos que hay que aplicar el estilo “vietnamita”, que desorientó a más de uno.
Más allá de creatividad que el oficialismo le ponga a la campaña por la reelección de Macri, lo esencial pasará porque el Gobierno consiga atenuar el malestar que la economía provoca en buena parte de la población. Por eso parece haber llegado la hora del pragmatismo explícito.

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