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MARKETING APLICADO

Pendeviejos

El riesgo de la obsolescencia.

Cambian el auto, el peinado y su vestuario. Están cerca de los cincuenta, incluso un poco más. Los años pasan y el tiempo los aborda generando una crisis de identidad. En la columna de hoy me apoyo en la creciente toma de conciencia sobre la estética personal como ejemplo de lo que deberíamos hacer en los negocios. 
De un día para otro los (nos) vemos caminando por el parque, pagando las culpas de tantos años sin dedicar al reflejo del cuerpo. Saben que están perdiendo terreno, mucho más si hubo una ruptura de por medio y tienen que salir a posicionarse nuevamente en el mercado del amor. Es ahí donde surge la reacción desesperada en una analogía que quiero utilizar para los negocios. 
Son tiempos de redes, de golpes bajos fundamentados en aniversarios corporativos. Treinta, cuarenta y hasta cincuenta años. Empresas de nuestra ciudad que además de celebrar los éxitos del pasado deberán desarrollar las estrategias del futuro. Utilizando las mismas bases pero con un camino que los vuelva a ubicar frente a las nuevas propuestas, esas que surgen todos los días y erosionan el valor de las que están instaladas hace años. 
Celebro los cambios, esos que hombres y mujeres promueven para sentirse mejor, más jóvenes y vitales. Cambios de look y nuevos hábitos que generan una íntima sensación de felicidad. También observo que ese camino pocas veces lo recorremos orientado a nuestro sostén económico. Observo cierta resistencia a reinventar los negocios, no solo desde la estética sino desde un modelo estructural de producto o servicio. 
Si bien la juventud es un “atributo” valorado no me refiero a sacarnos de encima los años, todo lo contrario, se trata de mostrar empresas vitales que entienden los cambios del entorno. Un camino hacia la transformación integral que no solo abraza a la marca (logo) o la cuestión digital sino además a la propuesta en su totalidad. Es cuestión de “mirarse” y “mirar” nuestra empresa ¿Nos vestimos de la misma manera que hace treinta años? La respuesta es “no”, entonces ¿por qué motivo condenamos a nuestro negocio a una obsolescencia programada? Renovate vos, también tu propuesta comercial, es la única forma de no “caer” en un contexto donde lo único constante es el cambio. Arriba los “pendeviejos”.

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