MARKETING APLICADO

Candidato

Ingredientes de marketing político.

Hace mucho tiempo la política era una cuestión de principios, ética e ideología. Si bien aún pueden quedar algunos candidatos que se postulen sobre ese ADN, entiendo que la gran mayoría solo construyen imagen para convencer al electorado. En la columna de hoy, propongo discernir entre retórica y argumentos. 
¿Qué elegimos cuando votamos? Entiendo que los candidatos desarrollan poder de convencimiento sobre algunos pilares que detallo a continuación. En primer lugar, nadie puede ser elegido si no es visto, identificado y recordado. Lo llamativo es que ya no hay reglas para eso, hoy se apela a cualquier recurso, desde el noviazgo con una “pulposa” hasta papelones mediáticos que otorguen minutos en pantalla. Esa es la punta del ovillo, existir a cualquier precio y tiene que ver con los altos costos de una campaña, por lo cual conseguir prensa es fundamental para rodar. 
Remontar el barrilete. Una vez que el candidato obtuvo relevancia con un escándalo, chicana, acusación falsa o bailando en un programa de televisión, lo que sigue es remontar ese impacto direccionándolo según los intereses de campaña. En tal sentido, recuperar o construir credibilidad es dar la impresión de que lo que se dice es sincero con imágenes o acciones: sencillez, franqueza, simpatía y demás valores tomando como herramientas a niños, abuelos, miradas tiernas, besos y abrazos. 
Retórica. Con la visibilidad y re-posicionamiento de un nombre, lo que sigue es lanzar discursos en varias direcciones. La segmentación de contenidos debe ser definida en base a debilidades del oponente y en pos de contener los tópicos más relevantes para la sociedad. 
Emocionalidad y simbolismo. Está demostrado que así como en las cuestiones comerciales la decisión de compra nunca es cien por ciento racional, en la elección de un candidato tampoco lo es. Por esto, el simbolismo y la emoción juegan un rol fundamental para que la gente pueda identificar y asimilar al candidato. En este sentido, colores, vestuarios, exposiciones públicas y tonos verbales entre otras herramientas funcionan para desarrollar sentido. 
Se preguntarán ustedes ¿qué queda debajo de todos estos ingredientes? Sinceramente no tengo la respuesta, solo apelo a que podamos diferenciar entre retórica y argumentos para elegir sobre bases firmes y reales.