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ELECCIONES 2019

La economía puede jugar a favor o en contra de la reelección

Con el inicio de 2019 y los primeros movimientos políticos por las candidaturas presidenciales, más las fechas electorales de los comicios locales, se abrieron los interrogantes de siempre y que son recurrentes con cada elección nacional: ¿la economía jugará a favor o en contra del oficialismo? ¿Cuánto margen tiene el Gobierno para inflar la actividad en los meses previos a la elección? ¿Cuánto acompañará la sociedad al macrismo si aparece una recuperación económica?
La historia reciente de la Argentina indica que los oficialismos ganan en períodos de bonanza y pierden con las debacles inflacionarias y económicas. Regiría según alguna de estas teorías una suerte de regla “economicista” en donde el resto de las variables políticas poco y nada tienen que hacer.
No es novedad que la marcha de la economía tiene influencia en la definición del voto en la Argentina y en el resto del mundo. Sin embargo, en el país habría que considerar ciertas diferencias. Los números macro y comparativos con países de la región indican que la Argentina arrastra un largo estancamiento de décadas, con crecimiento cero o casi cero de su economía, y en retroceso si se realiza la comparación con Chile o Perú para evitar las economías desarrolladas. 
Otro aspecto son los cortos períodos de recuperación del nivel de actividad y los anabólicos (subsidios, gasto excesivo, precios internacionales, etc.) coyunturales empleados por distintos gobiernos con fines electorales y resultados desastrosos en el largo plazo. La novedad en esta elección de 2019 es el espacio mínimo que tiene el oficialismo para incentivar la demanda con fines electorales y la vigencia de un programa económico inédito por su dureza monetaria y fiscal, motorizada por el Fondo Monetario Internacional.
El garante final de que el país no recaiga en otro default de su deuda y en una crisis aún más profunda. La segunda novedad es que la restricción alcanza a la oposición: el peronismo no K que aspira a competir en las presidenciales, es cada vez más consciente que de ganar, deberá continuar con el paraguas del Fondo Monetario y las políticas de disciplina fiscal. 
Los desequilibrios económicos son muy grandes y llevan décadas solucionarlos: imposibles de resolver en poco tiempo y por la magia electoral de cambiar los colores partidarios de los gerentes o políticos del Estado.
Un tercer elemento debería suponer un cambio cultural más ambicioso de la sociedad y la clase política.
El programa con el Fondo Monetario está dirigido a quebrar la inercia inflacionaria del país, que lleva muchas décadas. Y más allá de los gustos, costos sociales y críticas razonables, debería estabilizar la economía, alineando los precios relativos locales con los internacionales y llegar al equilibrio fiscal. De cualquier modo, esa meta es apenas un primer paso: para revertir el escenario de largo estancamiento de la Argentina es inevitable reorganizar la economía y generar incentivos para la inversión y el empleo productivo.
Otra etapa de estabilidad basada en la contención de precio como las tarifas, el dólar y subsidios indiscriminados repetirá la experiencia del pasado, con más estancamiento.
Con respecto a cómo llegará la economía y cuánto podrá jugar a favor del oficialismo, la consultora el Ieral de la Fundación Mediterránea realizó un ejercicio, empleando un indicador elaborado por la entidad, que considera la situación económica para cada uno de los procesos eleccionarios de los últimos 18 años. El indicador emplea cinco variables económicas para captar la influencia que podría tener la economía en un proceso electoral: la evolución de la actividad económica, de la tasa de inflación, la dinámica del empleo, del poder adquisitivo de los salarios y el crédito total al sector privado.
El estudio supone que la actual recesión podría alcanzar un piso en los primeros tres meses de este año y luego habría una recuperación lenta. Y que también habría una reducción gradual de la inflación. Una proyección que es bastante aceptada por el mercado y los especialistas. Bajo esos supuestos, el estudio sostiene que la economía estaría mejor que en la mayoría de los períodos en donde perdió el oficialismo en los últimos años, pero peor que en todos aquellos en donde resultó ganador.
Una situación intermedia que abre, más interrogantes sobre como jugaría la economía en las presidenciales.
Estaría en mejor forma que en el 2001, el 2009 y el 2013, en los cuales el oficialismo perdió elecciones legislativas, y de forma muy similar a las presidenciales del 2015 (donde también perdió el oficialismo). Pero en peor situación que en los comicios de 2003, 2005, 2007, 2011 y 2017.

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