Dada la distancia histórica que un acontecimiento que fue fundante de una democracia realmente participativa, donde el pueblo forjó un gobierno y ese gobierno no lo defraudó (por eso llamamos a ese día “de la lealtad”); a parte de la sociedad le cuesta entender la reivindicación que hacemos los peronistas a esa fecha.
Algunos, a quienes nosotros cariñosamente denominamos como “gorilas”, que nos odian con la misma intensidad que nosotros los despreciamos; fundamentan su rechazo a que ése gobierno de Juan Domingo Perón llegó para quitarles privilegios ¿Cómo osó el pobre tener trabajo, casa, salud, vacaciones, aguinaldo? se preguntaban y preguntan todavía. Otros simplemente ignoran esa proeza histórica porque años posteriores de gobiernos militares y proscriptivos la sepultaron bajo la alfombra ignominiosa donde van a parar las gestas populares, bien ocultas en la historia oficial que nos enseñan en los colegios.
Hoy más que nunca recupera significancia este hecho. El peronismo, con el desorden histórico de su organización policlasista y plural. Con sus convicciones y contradicciones, con sus ambiciones y grandezas, con sus lealtades y defecciones; debe estar a la altura de un pueblo que lo demanda para solucionar el dislate de un gobierno que en menos de tres años nos arrastró al abismo. No tengamos miedo al debate (y esto va para la dirigencia nacional, provincial y local); recordemos lo que decía un viejo y queridísimo compañero: Antonio Cafiero, “los peronistas somos como los gatos, cuando hacemos ruidos nos estamos reproduciendo”.
“El subsuelo de la Patria sublevada”, como bien denominó el dirigente radical Scalabrini Ortíz al 17 de octubre de 1945, cuando nadie entendía que pasaba, ni de dónde había salido tanta gente que invadió la Capital y llenó la Plaza de Mayo; otra vez se está gestando. Ojalá los dirigentes estemos a la altura del pueblo que nos demanda.
(*) Presidente del PJ Junín (MC).
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