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En la capital financiera global, Macri anunció que está listo para competir por la reelección.
PANORAMA NACIONAL

El “Grupo de los cuatro” sale a jugar en una cancha embarrada por la crisis

La foto política de la semana reunió a Urtubey, Massa, Pichetto y Schiaretti. Mauricio Macri, entre el segundo acuerdo con el FMI, los malos indicadores de pobreza y la reelección.

El diagnóstico de que al Gobierno de Cambiemos se le está yendo la situación de las manos; la necesidad de refutar la sensación del regreso del kirchnerismo como una fatalidad del destino. Esas fueron las dos ideas, una económica y la otra política, sobre las que pivotearon los artífices del nuevo Grupo de los Cuatro que intenta mostrarse como una “alternativa” de cara a 2019.
No tienen por delante una tarea sencilla y saben que otros proyectos similares fracasaron en la arena electoral. “Salimos a marcar la cancha”, razonaron ante dos de los cuatro fundadores –Juan Urtubey, Sergio Massa, Miguel Pichetto y Juan Schiaretti- de este frente en formación. Lo curioso es que lo hicieron por separado y se mostraron en total sintonía en ese punto de partida.
Claro que son distintos. Uno gobierna y el otro no. Uno aparece entonces en una posición de responsabilidad institucional –no dudó en afirmar que votaría a favor del Presupuesto 2019 si fuera legislador- y el otro va adquiriendo un perfil nítidamente opositor. “Vivimos en crisis hace tres años”, afirmó, al descartar los argumentos del Gobierno ante el mal momento económico.
Nunca se quisieron mucho entre sí, pero ahora están embarcados en la misma nave. Sus opositores –en especial los kirchneristas que los conocen desde hace años- apuestan a que habrá una “batalla de egos” y que no llegarán unidos al proceso electoral. Uno de ellos respondió: “Que se queden tranquilos, vamos a corear juntos la canción Felices los Cuatro”, dijo con picardía.
Por ahí pasa justamente el primer efecto de la aparición en escena del nuevo frente político: Cristina Kirchner ya tiene la certeza de que deberá compartir el voto opositor y que se le dificultará al extremo su plan para volver a la Casa Rosada. Por esa razón lo que más criticaron la foto de los cuatro fueron los kirchneristas, pese a que previamente enviaron señales de concordia.
En eso anda Felipe Solá, anotado al igual que Agustín Rossi como candidato presidencial “muletto” de Cristina –en caso de que la dama decida no competir- pero con el objetivo de tender un puente hacia el resto del peronismo que abjura de la ex presidenta. Ya se explicó en esta columna que la actual senadora nacional por Buenos Aires no puede correr el riesgo de perder otra elección.
La causa de los cuadernos, sobre otras, atenta contra su futuro de forma evidente. En cambio, en el PJ federal anotaron como un punto a favor que Massa y Florencio Randazzo no aparecen en las anotaciones de Centeno, pese a que fueron importantes funcionarios de Cristina.
Aún así, las vinculaciones con el kirchnerismo aparecen en el archivo y provocan recelos. A tal punto, que uno de los cuatro fundadores de “Alternativa nacional” pidió expresamente que no fuera de la partida el gobernador de Tucumán, Juan Manzur. El mandatario norteño los había invitado a un acto el 17 de octubre, al que no asistirán. Pero tampoco lo excluirán del armado.
Es que una de las premisas del frente político será reunir “poder institucional”. Esto es, el acuerdo de gobernadores, legisladores nacionales e intendentes importantes- para proyectarse luego hacia la arena electoral. En la lista de los gobernadores convocables aparecen Gustavo Bordet (Entre Ríos), Roxana Bertone (Tierra del Fuego), Mariano Arcioni (Chubut) y el propio Juan Manzur.
Por afuera del PJ, en tanto, hay otro gobernador al que buscarán seducir políticamente: el socialista santafesino Miguel Lifschitz. Mañana mismo desayunará Massa con una delegación de esa fuerza política encabezada por Antonio Bonfatti. Para esa confluencia ayuda Margarita Stolbizer, con predicamento en ambos espacios. Urtubey también se fotografió con Lifchitz.
Las conversaciones son enrevesadas. El diputado Diego Bossio, del bloque del PJ federal que se unificará con el Frente Renovador, deslizó que Daniel Scioli le hizo un comentario positivo sobre la foto de los cuatro. De todos modos, uno de ellos  dijo que no todos los contactos fructificarán: “Aprendí a no contar a la gente como ganado”, admitió en sus oficinas porteñas.
También sostuvo que “lo importante ahora es afirmar la idea de qué queremos representar”. Su flamante compañero político abundó en ese sentido, desde otra oficina más cercana al Obelisco: “Cuando al país le va mal, la gente castiga tanto al Gobierno como a la oposición. La sociedad quiere ver que ponemos el hombro. Está visto que los que gritan, miden mal en las encuestas”.
Desde esta lógica, cualquier acción que pueda ser vista como un bloqueo político al Gobierno en momentos de serias dificultades, podría ser contraproducente para la oposición. El debate en torno al Presupuesto 2019 será entonces una prueba de fuego para este nuevo frente político. ¿Sus representantes lo aprobarán en el Congreso pese a que, en la intimidad, lo cuestionan?
La “ley de leyes”, ajustada al segundo acuerdo con el FMI en sólo tres meses, es una de las variables clave para que el Gobierno consiga la estabilidad macroeconómica y le pueda poner fin a la crisis financiera y cambiaria. La sanción del Presupuesto fue una condición “sine qua non” que le puso Christine Lagarde a Nicolás Dujovne en Nueva York.
En la capital financiera global, Macri anunció –en inglés- que está listo para competir por la reelección. Lo hizo luego de asegurarse, por medio del ministro de Hacienda, los fondos necesarios para cubrir el bache financiero hasta el final de su presente mandato.
El oficialismo buscará llevar la iniciativa al recinto de Diputados en la última semana de octubre, para que pase al Senado y sea aprobado en noviembre. El objetivo de Cambiemos es llegar a diciembre –mes caliente si los hay- con ese instrumento aprobado. En el medio, aparecieron malos indicadores de pobreza e indigencia que dan cuenta de que la crisis no es sólo una tormenta.
“El equilibrio fiscal es la herramienta, pero no puede ser un plan de gobierno”, advirtió uno de los cuatro que posaron en la fotografía política de la semana, mientras cebaba un mate con agua edulcorada. El otro fue más contundente: “No hay un programa económico”, alertó entre pitada y pitada a un cigarrillo negro. Hasta ahora no anduvieron juntos, pero sus caminos se cruzaron.

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