María Eugenia Vidal salió a timbrear para medir el impacto que causó en su figura la denuncia por los aportantes truchos a la campaña de Cambiemos.
PANORAMA PROVINCIAL

Un cambio de estrategia para enfrentar al PJ y a la sombra de Cristina

El oficialismo resolvió tomar la ofensiva frente a las denuncias por los aportes “truchos” a su campaña.

“Se acabó la tibieza; de ahora en más, palo por palo”. Suena a amenaza, pero se trata del cambio de estrategia de Cambiemos para enfrentar el affaire de los aportes “truchos” en la campaña electoral del año pasado sobre el que se ha montado el kirchnerismo para castigar con dureza a María Eugenia Vidal.
La decisión adoptada por la mesa política del oficialismo apunta a salir de la parálisis. Vidal buscó cerrar la polémica con el desplazamiento de la Contadora de la Provincia María Fernanda Inza, la responsable económica de la campaña, pero la embestida no cesó. Las cuatro causas judiciales en marcha acaso puedan arrojar novedades con el final de la feria de invierno.
Cambiemos siente que las denuncias sobre el uso de aportantes falsos le ha pegado con dureza. En particular, porque emergió como una fuerza que venía a romper con las viejas mañas de la política. En definitiva, lo que se ha puesto en duda es esa impronta de transparencia que entusiasmó a buena parte del electorado bonaerense.
En el oficialismo aseguran que, pese a los ribetes escandalosos del caso, la imagen de la Gobernadora no ha sufrido mermas según los datos de encuestas que les arriman desde la Casa Rosada. Pero creen que ese flanco abierto por donde busca ganar terreno el peronismo debe ser suturado sin más demora. “Ahora parece que son los paladines de la Justicia”, se quejan en el PRO.
Un equipo de dirigentes ya trabaja en acciones coordinadas para desplegar en los municipios. Unificar discursos e iniciativas es una de las premisas que convergen en el objetivo central que pasa por tender un cerco protector sobre la Gobernadora y el oficialismo en general. 
En la Provincia creen que también es momento de ordenar la tropa. “No son tiempos para mostrar tibieza”, describen para aludir a algunos dirigentes que han preferido el silencio en estas semanas de fuertes turbulencias.
 El enojo no apunta tanto a dirigentes que se fueron del PRO y que ahora sostienen con documentos y declaraciones las denuncias por los aportes “truchos”. Hacen blanco sobre funcionarios que se han subido a la embestida.
El intendente de Mar del Plata es uno de ellos, acaso, el principal. Carlos Arroyo, de tirante relación con Vidal, salió a negar que haya aportado fondos para la campaña aun cuando su nombre figura en el listado. Hay quienes adjudican esa actitud a algún “vuelto” del alcalde, que sigue rumiando bronca con la Provincia por el supuesto freno a una ayuda económica que venía tramitando en el Gobierno nacional.
El desaguisado de los aportantes fantasmas no esconde la principal inquietud que envuelve al oficialismo. La economía comenzó a transitar una etapa de recesión que se extenderá, al menos, hacia fin de año. Y se acentúan las expectativas negativas sobre la capacidad del Gobierno de revertir este cuadro.
En el peronismo bonaerense empiezan a convencerse de que la pieza para completar el rompecabezas electoral tiene nombre y apellido: Cristina Kirchner. La ex presidenta sigue sin romper el silencio que se autoimpuso desde hacer algunos meses, pero diversos dirigentes perciben señales que les indicarían su presunta intención de ser candidata presidencial.
Los sectores más cercanos a Cristina preparan una serie de plenarios en la Provincia como para calentar los motores. Uno de ellos será el 11 de agosto en Ensenada donde algunos fantasean con la posibilidad de una reaparición. Otros creen que esa vuelta a escena podría darse en un acto sindical en Cañuelas, una semana antes.
De una u otra forma, el territorio bonaerense sería el elegido para el reentré de la ex presidenta. No sería algo librado al azar: en la Provincia es donde la senadora nacional conserva un abigarrado núcleo duro de votantes, en especial en el populoso Conurbano.
Ese respaldo desequilibra la balanza en el peronismo. Supone un imán irresistible para muchos intendentes que miran encuestas y ven que en sus distritos Cristina no baja del 40 por ciento de intención de voto. En algunas comunas, ese respaldo trepa unos 10 puntos más. Ese volumen de apoyo es, por el contrario, la gran dificultad que afronta el Peronismo Federal para proyectar un armado atractivo que seduzca dirigentes con peso territorial.
Esos jefes comunales parecen estar quedándose sin alternativas. Prefieren, aun sin estar convencidos, ir a lo seguro y garantizar su reelección sin sobresaltos. Mucho menos caer en la incertidumbre de apostar por una oferta hoy carente de fisonomía y consistencia que pudieran empujar Sergio Massa y Florencio Randazzo en la Provincia de la mano de varios gobernadores.
El kirchnerismo conoce aquellas necesidades. Máximo Kirchner habla y se reúne con esos alcaldes. Incluso ya se cursaron invitaciones para que varios de ellos estén en el acto de Ensenada.
Existe, con todo, cierta tensión entre ambos sectores que, por ahora, se verifican en visiones sobre el futuro y la mejor estrategia electoral en busca de que el gobierno bonaerense de Vidal sea sólo un interregno entre mandatos peronistas.
El grupo de intendentes que empuja a uno de los propios para ser candidato a gobernador (¿el lomense Martín Insaurralde?), está convencido de que no hay que caer en el error de pensar que una posible candidatura de Cristina definirá la contienda en la Provincia. “Hay que ser amplios”, anticipan.
Buscan acercar a sectores del peronismo que no jugaron bajo el paraguas de Unidad Ciudadana en las últimas elecciones. “Seguramente Massa y Randazzo no vendrán, pero sí muchos dirigentes que todavía están con ellos”, se esperanzan.
Lo que no se atreven a aventurar es si el kirchnerismo tendrá esa dosis de generosidad. La juzgan imprescindible, más aún si la contendiente termina siendo Vidal.
Cuentan que Cristina terminó una reunión hace unos días con intendentes repartiendo una encuesta que la muestra con alta ponderación en la Provincia. El gesto incomodó a algunos de esos interlocutores y robusteció aquellas dudas y desconfianzas.