María Eugenia Vidal es partidaria del envío de señales concretas a la sociedad acerca del rumbo que se está tomando para salir de un escenario de inflación, caída de consumo y pérdida de empleo.
LA PROVINCIA

Vidal, entre los tironeos políticos y la disputa por un ajuste de bajo impacto

Profundizó diferencias con sectores influyentes de la Rosada; su futuro y los números del territorio bonaerense.

La negociación viene rodeada de complejidades. No sólo tienen que ver los números y el impacto que su desenlace tendrá sobre las finanzas de la Provincia: también está pesando la política y las tensiones cada vez más evidentes que envuelven a la coalición oficialista.
María Eugenia Vidal intenta por estas horas, en tándem con Horacio Rodríguez Larreta, resistir hasta donde pueda la decisión del Gobierno nacional de descargar sobre la Provincia y Capital Federal parte del ajuste que comprometió con el Fondo Monetario Internacional para reducir el déficit fiscal.
Son cerca de 200 mil millones de pesos. En la hoja de ruta de la Casa Rosada, la cifra que deberían compartir Vidal y Larreta ronda los 50 mil millones. Según ese plan, la Gobernadora tendrá que hacerse cargo de las empresas de energía Edenor y Edesur y de los subsidios que paga la Nación. También, de los aportes nacionales al transporte.
 La negociación no es sencilla. La administración bonaerense sostiene, no sin razón, que hacerse cargo de semejante paquete sería un golpe al corazón al anhelo de equilibrar sus cuentas, mantener el plan de obras públicas e ir, el año próximo, hacia un esquema de menor endeudamiento. También implicaría acentuar la discriminación que sufre la Provincia en materia de reparto de recursos federales. Sólo basta recordar que aporta el 37 por ciento y recibe apenas el 21 por ciento, aun cuando tiene el mayor número de habitantes en la pobreza o la miseria.
Licuaría además el tardío reconocimiento que logró la Provincia por el congelamiento del Fondo del Conurbano. En 2019 debe recibir  unos 20 mil millones adicionales en función del acuerdo que suscribieron la Nación y el resto de las provincias. La ecuación para Vidal no cierra por ningún lado.
La presión bonaerense pasa por reducir en cuanto se pueda el peso de las trasferencias de empresas y subsidios. La discusión transcurre entre cumbres de funcionarios de las tres jurisdicciones, aunque del broche final deberán participar los gobernadores peronistas, que son los que más presionan para que buena parte del ajuste caiga sobre nuestra provincia y Capital Federal.
“No serán menos de 20 mil millones”, estiman en la Provincia lo que impactará sobre la administración, unos mil pesos por cada bonaerense. La ilusión de contar con recursos adicionales para afrontar el año electoral, y buscar mejoras en seguridad, educación y salud, comenzó hace semanas a transitar por un lento proceso de evaporación.

Grietas en el oficialismo
Esa cuestión, la que tiene que ver con las elecciones, es la que va profundizando las grietas en el propio oficialismo. Sin grandes estridencias, muy al estilo PRO, se sigue cocinando la sorda puja que mantienen el jefe de Gabinete nacional Marcos Peña y el binomio Vidal-Larreta.
La mandataria está preocupada por la marcha de la economía, el pesado tránsito que queda al menos hasta fin de año y el impacto social de la crisis. Pero también, sobre los modos políticos a los que está echando mano el Gobierno para ir hacia los acuerdos que imperiosamente necesita abrochar con el peronismo para aprobar el Presupuesto 2019, con el ajuste que le exige el acuerdo con el FMI.
Vidal también sería partidaria del envío de señales concretas a la sociedad acerca del rumbo que se está tomando para salir de un escenario dominado por la inflación, caída del consumo y pérdida de empleo. Cree, según se dice, en que haría falta algún gesto: la reducción de ministerios y el cambio de nombres de funcionarios, sería apenas uno de ellos.
Esa inquietud es leída en sectores del propio oficialismo en clave electoral. Nadie pone en duda lo genuino de la preocupación de la Gobernadora, que palpa en su territorio los efectos de una situación social que inquieta cada vez más. Pero también estaría empezando a pesar, según aquellas evaluaciones, la sensación de que aun contra sus deseos, la posible continuidad del gobierno nacional de Cambiemos estaría cada vez más atada a su figura.
En el Gobierno bonaerense nadie se atreve a hablar de esa alternativa. La estrategia pasa, justamente, por el camino inverso: apuntalar a Mauricio Macri y mostrar a la Provincia trabajando en equipo con la Nación. Pero, como se dijo, tratando de influir en decisiones y estrategias en la coyuntura más difícil que le toca transitar a la alianza gobernante.
A esos tironeos en el corazón del macrismo asomaron otros, mucho más virulentos. Elisa Carrió volvió a arrojar sus dardos sobre el radicalismo y produjo un fuerte malestar en el partido centenario.
Gobernadores, legisladores y dirigentes salieron a cruzar a la diputada por el destrato innecesario a la UCR, mucho más en momentos en que Cambiemos requeriría de cohesión y cierta homogeneidad para afrontar el pasaje crucial rumbo al año electoral. 
Sorprendió, por caso, el silencio institucional del radicalismo bonaerense frente a las chicanas de Carrió que se jactó, desde su espacio, de ejercer la conducción del otro socio de Cambiemos. “Algún comunicado debió hacerse, al menos para sostener la independencia del partido”, evaluaban en la UCR en un tiro por elevación al vicegobernador y titular del partido en la Provincia, Daniel Salvador.
Con todo, no es ni por asomo la situación que más preocupa a los radicales. Muchos de ellos tienen responsabilidades de gobierno y empezaron a sentir el peso del parate económico en sus administraciones. La caída en la recaudación de las tasas que perciben, es una de las primeras señales de una crisis cuyos efectos recién empiezan a percibirse.
Ese cuadro comenzaría a mostrar otros rebotes. En los últimos días circularon algunas encuestas locales que muestran cómo empezó a impactar la crisis económica sobre la imagen de la propia Vidal y de su gobierno. En distritos del segundo cordón  del Conurbano gobernados por el PJ, la mandataria muestra desde hace algunos meses mayores ponderaciones negativas que positivas.
El dato puede que no sorprenda por tratarse de comunas en las que a Cambiemos le ha costado penetrar aun en su mejor momento. La cuestión es que ese fenómeno, aunque bastante más atenuado, también empezó a registrarse en algún que otro distrito del interior históricamente refractario al peronismo.