None
Mauricio Macri hizo cambios en el gabinete con la intención de recuperar oxígeno en momentos en los que crece el descontento popular.
PANORAMA POLÍTICO NACIONAL

El Gobierno supera el desconcierto que le provocó la crisis cambiaria

Macri afrontó el cimbronazo y demostró reacción política, pero se abre ahora una etapa de conflictos, que empieza mañana con el paro de la CGT.

Después de un largo mes de desconcierto, el Gobierno consiguió por fin algo de tranquilidad. Acaba de llegar al país una parte del préstamo del Fondo Monetario Internacional y el Banco Central logró parar la corrida del dólar, al menos en la última semana.
El presidente Mauricio Macri, a su vez, concretó los cambios en el Gabinete con los que intenta relanzar la política económica. Pero de aquí en más se abre una etapa que será muy dura para la sociedad.
Casi todos los pronósticos indican que habrá dos trimestres consecutivos de caída en la actividad económica. En la Casa Rosada acordaron, pocos días atrás, que la palabra recesión estará desterrada del discurso oficial.
Los funcionarios tampoco hablarán de estanflación, esa letal combinación de estancamiento con inflación, aunque el escenario que se proyecta para la segunda mitad del año puede caracterizarse así, lo que preocupa tanto a empresarios como a sindicalistas y a la Iglesia endurecida tras la aprobación en Diputados de la despenalización del aborto.
De hecho, los principales referentes de la Cámara de la Construcción y el secretario general de la UOCRA, Gerardo Martínez, darán una inusual conferencia de prensa conjunta para pedirle al presidente Macri que no frene la obra pública, porque de esa actividad dependen miles de trabajadores en todo el país. La presentación será el martes, tras el paro de la CGT que mañana tendrá un alto acatamiento, según esperan en la central obrera y admiten en el Gobierno.
Sobre todo, porque a la medida de fuerza se adherirán los gremios del transporte, los camioneros del clan Moyano y los bancos, tanto públicos como privados. Los jerarcas de la CGT reconocen que la huelga será la despedida del triunvirato de conducción, que no le dio buenos resultados a la hora de unificar criterios frente a la política económica oficial. 
Tanto es así, que el presidente Macri y el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, siempre hallaron resquicios para filtrar esa unidad.
Pero en esta oportunidad no lograron desactivar el paro, en buena medida porque –en especial el mandatario- se pasaron las últimas semanas con la soga al cuello, sintiendo en carne propia lo que en la Argentina significa una corrida del dólar para cualquier administración. En ese contexto Macri tuvo una reacción: descabezó a la cúpula del BCRA y colocó allí a Luis Caputo, el mismo que había conseguido el financiamiento para solventar el gradualismo económico de su gestión.

Cambios de Gabinete
Tras esa señal de que al momento de decidir no le tiembla el pulso, el Presidente avanzó a última hora del sábado pasado con otros dos casilleros: removió a los ministros más cuestionados del Gabinete, uno por impopular (Juan José Aranguren) y otro por ineficiente (Francisco Cabrera). Y colocó en reemplazo de ambos a Javier Iguacel (Energía) y a Dante Sica (Producción), quienes juraron el último jueves. Más allá de los perfiles profesionales de ambos, lo que en realidad buscó Macri es que no se discuta la conducción económica puesta en manos de Nicolás Dujovne.
Se trata de una condición “sine qua non” aunque no escrita en el memorando con el FMI, que no constituye en sí mismo un programa económico pero que obliga al Gobierno a coordinar un plan de manera solvente y en una dirección precisa, algo que no había conseguido con el esquema de tantos ministros interactuando sin una orientación conjunta.
Así las cosas, ahora la administración de Cambiemos depende de la actuación del tándem Dujovne-Caputo en materia económica. 
En el terreno político, también hay novedades en el equipo presidencial.
Macri reincorporó a la mesa chica a Emilio Monzó, el presidente de la Cámara de Diputados, quien apareció en dos fotografías importantes en los últimos días: en el acto de asunción de Iguacel y de Sica y en la quinta de Olivos junto al Presidente y a los gobernadores radicales. La presencia de Monzó le acerca a Macri una voz distinta de la del jefe de Gabinete, Marcos Peña, y de la del asesor Jaime Durán Barba.
La lógica sobre la cual se movió esa dupla, de marcada influencia en Macri hasta ahora, es que el rumbo de la política se explica más por la demanda –es decir por los reclamos de la ciudadanía- que por la oferta, esto es, las ideas y convicciones del grupo gobernante. Por ende, no debe sorprender que Cambiemos haya adoptado una línea difusa en el debate sobre el aborto, puesto que su aspiración es expresar la “demanda”, tanto favorable como de rechazo a la iniciativa.
Esa postura prescindente puede alimentar tensiones internas en Cambiemos, como lo demostró Elisa Carrió con su enojo al final de la histórica sesión de la Cámara de Diputados. O ahora, con la intención de la vicepresidenta Gabriela Michetti de dilatar el debate en el Senado, algo que deberá concretar el martes, cuando se fije el cronograma del proyecto.
Ahí se definirá si la vicepresidenta gana la pulseada, o si le tuerce la muñeca el arco opositor, que incluye al senador Miguel Ángel Pichetto y a la ex presidenta, Cristina Fernández de Kirchner.

Movimientos peronistas
El peronismo, en sus distintas variantes, se alineó mayoritariamente a favor de la legalización del aborto. Lo hizo porque sus dirigentes leen las encuestas, pero también porque entienden que Cambiemos se metió en un brete con su propio electorado y con la Iglesia católica, que comanda desde Roma el Papa Francisco.
El “escrache” que sufrió en Tandil el ministro de Salud, Adolfo Rubinstein demuestra para el PJ que en ciudades no-peronistas hay descontento por este tema.
La gobernadora María Eugenia Vidal y la ministra de Desarrollo Social de la Nación, Carolina Stanley, quienes hace apenas unos días tuvieron un hermético encuentro con el papa Francisco en Roma, vienen de comprobar el desasosiego de los obispos durante las jornadas que organiza la Pastoral Social en Mar del Plata y que finalizan hoy. Allí tuvieron que escuchar que los prelados le pidieran al gobierno tener “sensibilidad social”, además de que el ajuste no lo paguen los pobres.
En la vereda de enfrente, el gobernador de La Pampa, Carlos Verna, cuya gestión fue clave para que se aprobara el aborto en Diputados, recibirá esta semana a Sergio Massa, quien iniciará de ese modo una recorrida por las provincias y se mostrará en línea con los gobernadores peronistas.
Massa viene de mantener un sugestivo encuentro con el conductor televisivo Marcelo Tinelli, quien coquetea con su ingreso a la actividad política mientras esboza un perfil crítico de Cambiemos.

La mira en 2019
Igualmente, el líder del Frente Renovador estaría convencido de que Cristina Kirchner volverá a ser candidata, pero a la Presidencia, en 2019. En las filas del FpV –o su último modelo la Unidad Ciudadana- ya circulan encuestas que envalentonan a los seguidores de la senadora.
Al igual que Massa, Cristina sigue en silencio. A ambos les dio resultado esa estrategia, mientras el Gobierno se debatía con incontables problemas económicos. Y no acierta con un discurso en el que descarga la frustración en los últimos 70 años del país, ya no sólo en la herencia recibida del kirchnerismo.
Tal vez ello debió ser crudamente planteado cuando Macri asumió la presidencia, anticipando lo que inevitablemente ocurriría. Más allá de las falencias discursivas, el Gobierno festejó la recalificación de “economía emergente” y la llegada de los primeros 15.000 millones de dólares del préstamo del FMI, dos hechos concretos que permiten ponerle un freno a la devaluación del peso. Cambiemos acaba de comprobar que no alcanza con prometer fe a los mercados, si los fundamentos de la economía no están sólidos. Como deberá hacer la Selección en Rusia, ya afrontó su propio “martes negro”.
Y al final del día, salió parado. Pero se abre ahora una etapa de conflictos fogoneada por el ajuste económico, que comenzará mañana mismo con el paro de la CGT.

COMENTARIOS