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Masiva movilización para brindar apoyo a la despenalización del aborto.
LA COLUMNA DE LA SEMANA

Derecho que hace de contención política

El jueves por la mañana, cuando abrieron los bancos, en las inmediaciones del Congreso todavía quedaban centenares de mujeres y hombres con pañuelos verdes que desarmaban, lenta y alegremente, la gigantesca manifestación que acompañó el debate sobre el aborto en la Cámara de Diputados.
Todavía no había bajado la espuma de los festejos por la media sanción para la legalización del aborto cuando se conoció el nuevo salto del dólar, que cerró a un promedio de 28,42, una noticia desalentadora que se reforzó más tarde con el cambio en la dirección del Banco Central.
¿Cómo se relacionan estos dos temas? El Congreso tiene que responder al reclamo de un nuevo derecho, que cuenta con un nivel de adhesión considerablemente alto y que se manifiesta con fuerza en la calle, en un contexto de volatilidad económica y de acumulación de frustraciones de bolsillo.
Si bien el rechazo a la legalización del aborto también es alto, la política se encuentra ante el desafío de vislumbrar si el reclamo transversal e imparable de la legalización del aborto puede (o no) ser una válvula de escape para un mal humor social creciente, si puede (o no) ser un elemento de contención.

El Gobierno no se definió
Pueden interpretarse en esta clave algunos hechos llamativos del debate sobre el aborto, como el silencioso cambio de postura del Gobierno en momentos en que el proyecto parecía encaminado al rechazo en la Cámara baja.
Durante la tarde del miércoles (día del debate) empezó a correr la versión de que la Casa Rosada había abandonado la neutralidad y prefería la aprobación del proyecto, a pesar de que todos los que se sientan a la mesa chica se oponen a esa iniciativa.
Por la noche se escuchó que el Gobierno estaba directamente operando a favor del proyecto y en la madrugada del jueves la versión se reforzó cuando se empezó a mencionar a Fabián "Pepín" Rodríguez Simón, asesor jurídico de Mauricio Macri, como el que estaba detrás de algunos llamados a diputados para empujar la aprobación del proyecto.
De hecho, Elisa Carrió, co fundadora de Cambiemos y ferviente opositora al proyecto, se quejó de que hubiera diputados en el oficialismo que pasaron misteriosamente de voto negativo o indefinido a positivo.
En tanto, y mientras el dólar trepaba en la mañana del jueves con presagios de mayores desórdenes económicos, el influyente senador Miguel Pichetto sorprendía a propios y extraños al convertirse en el primer abanderado de la causa en la Cámara alta.
La postura de Pichetto a favor de la legalización del aborto ya se conocía y era esperable para quienes saben de su visión profundamente laica de la política, pero llamó la atención el nivel de involucramiento que mostró en el tema al convocar a "los senadores del PJ" a que "acompañen este cambio" para darle "felicidad a la gente". No suele ser su estilo.
"Quiere que salga rápido y, fundamentalmente, cree que tiene que salir", dijo un operador del peronismo parlamentario que puso énfasis en la palabra "tiene".
Es cierto que también influye en los políticos de buen olfato el hecho de que la legalización sea un reclamo que comparten, sobre todo, los más jóvenes, votantes futuros, como lo evaluó el diputado riojano (y co-gobernador) Luis Beder Herrera con las encuestas que hizo en su provincia antes de votar a favor.

El humor social
No obstante, es inevitable interrogarse acerca de la relación entre este tema y el humor social en un contexto económico complejo cuando se observa la marea de personas que se acercó al Congreso y que probablemente volverá multiplicada cuando el Senado tenga que votar.
A simple vista, en momentos en que la economía no ofrece nada para celebrar no parece buena idea que miles de personas salgan a la calle con la expectativa de recibir una buena noticia y se lleve, en cambio, una frustración más.
Y no es que se tema un escenario de violencia (algo que se descarta porque hay un extendido consenso respecto de que la legalización del aborto saldrá más temprano que tarde) sino el simple hecho de que el Gobierno y la política en general necesitan, evidentemente, algo que alivie la tensión que flota en el aire.

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