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ENFOQUE

Esto ya nos pasó

Al gobierno se le cayó la careta y “el mejor equipo de los últimos cincuenta años” muestra ineptitud para gobernar e indiferencia ante el sufrimiento del pueblo. El rey está desnudo y busca arroparse en el Fondo Monetario Internacional, nada menos. Lo peor de todo es que esta situación no es a causa exclusivamente de mala praxis en política económica, son consecuencias de haber implementado programas que favorecen a los sectores más concentrados de la sociedad: los ricos y poderosos. La quita de retenciones al agro y empresas mineras, la liberación del precio de los combustibles, la brutal devaluación producida al liberar el tipo de cambio, el impúdico “blanqueo” de capitales sin siquiera exigirles a los que fugaron esas divisas (muchos de ellos funcionarios del gobierno y familiares) que las traigan al país, la apertura indiscriminada de importaciones sin tomar ningún tipo de medidas protectorias de la industria nacional, la suba de tarifas hasta el punto de hacerlas impagables, el saqueo a las jubilaciones, los topes ridículos en las paritarias, el endeudamiento externo (préstamos internacionales) e interno (Lebacs); entre otras son los responsables de la situación actual del país, o su consecuencia previsible.
Ante esta situación el rol de los opositores, más que nunca debe ser cumplir con el mandato por el cual fueron electos, y deben rechazar con firmeza y convicción tanto el acuerdo con el FMI, como el aumento a las tarifas. No se debe caer en la trampa del Gran Acuerdo Nacional (GAN) que propone el gobierno (por otra parte más desafortunado no puede ser el nombre de la convocatoria, recordemos que así se llamó al acuerdo que intentó llevar adelante el gobierno militar de Lanusse con los partidos políticos para proscribir a Perón a principios de los setenta). Y no se trata de falta de diálogo, que por otra parte el gobierno profesa pero no practica (recordemos el veto a la ley anti despidos y la promesa de vetar el freno al aumento de tarifas que próximamente se tratará en el senado), sino de no ser cómplice de la entrega del país y la miseria del pueblo. 
La Argentina transita un momento crucial de su historia. El retorno al FMI, por más que quieran maquillarlo, es retomar la senda del ajuste con el único fin de que el país pueda pagarle a los acreedores externos. Ellos, el fondo, son la garantía del pago y el ajuste. Nada le interesa al FMI los argentinos, para ellos somos solamente una oportunidad financiera, y si para maximizar sus ganancias debemos sumergirnos en la miseria, no es su problema, es nuestro por haber requerido su auxilio. Esto ya pasó en el pasado reciente. Esto ya nos pasó.
Si la sociedad no toma conciencia de esta encrucijada, si no hace sentir el rechazo a estas medidas, si no dice basta de tarifazos, si no se opone con firmeza a la reforma laboral y exige un cambio de rumbo económico, las consecuencias para el país pueden ser imprevisibles, pero seguro no buenas.
Un pueblo que no aprende de su historia, suele repetir sus errores.

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