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María Eugenia Vidal niega una posible candidatura presidencial, pero su postulación aparece casi como una necesidad para el oficialismo, ante la caída de imagen de Macri.
LA PROVINCIA

Las peripecias oficiales alimentan las versiones del plan alternativo

La corrida cambiaria acentuó la caída de la imagen presidencial, y Vidal quedó en el centro de la escena.

El Gobierno nacional transita momentos delicados. La crisis cambiaria que logró superar no sin sobresaltos, dejó un escenario plagado de incertidumbre y el horizonte oficial que mostraba claroscuros, se terminó de poblar de densos nubarrones.
La mayoría de las encuestas está marcando un precipitado deterioro en el apoyo popular a la administración de Mauricio Macri. Si hacía falta alguna comprobación más terrenal, la registraron muchos de los dirigentes bonaerenses que participaron del timbreo que desarrolló ayer Cambiemos en la Provincia: la inflación y el aumento de las tarifas están claramente al frente del reclamo ciudadano que escucharon en persona.
Existen otras comprobaciones que registran ese malestar: la imagen negativa del Gobierno está rozando, de acuerdo a algunos sondeos que se conocieron en las últimas horas y que se realizaron en la Provincia, casi el 50 por ciento. Un tanto peor es lo que percibe la gente de cara a lo que vendrá: poco más de la mitad de los consultados tiene expectativas negativas sobre el futuro del país.
Esos avatares oficiales empiezan a enderezar la mirada hacia el territorio bonaerense y en particular a María Eugenia Vidal. La figura más convocante de Cambiemos volvió a quedar en el centro de la escena ante la palpable erosión que sufre el Presidente.
En distintos sectores de Cambiemos se ha vuelto a hablar por estos días de turbulencias y nerviosismo, de una posible candidatura presidencial de la Gobernadora en 2019. “Mauricio, hoy, no está en condiciones de ganar el ballotage”, dicen en algunos búnkeres del PRO en voz baja como para que nadie se incomode.
Vidal no quiere ni oír hablar de la posibilidad de lanzarse a la carrera presidencial. En su entorno niegan que exista esa posibilidad. Pero la marcada caída en la imagen del gobierno nacional abre una chance de la que se habla con insistencia en ámbitos partidarios oficiales.
Esa percepción sobre el eventual futuro de la Gobernadora también llegó a las costas del peronismo. Algunos gobernadores del PJ parecieron tomar nota de que, acaso, ese plan imaginario pueda ganar consistencia en algún tiempo más si el Presidente no logra enderezar el rumbo y vuelve a encantar a una porción del electorado que lo apoyó pero que hoy le da la espalda enojado con la marcha de la economía.
No parecen casuales ciertas definiciones que se escucharon en las últimas horas. Cuando algunos mandatarios peronistas salieron al cruce del pedido oficial de que ajusten sus cuentas planteado por Macri, apuntaron sus dardos contra los subsidios nacionales que recibe, justamente, la provincia que gobierna Vidal.

“En Cambiemos se vuelve a hablar de una candidatura presidencial de Vidal”.

Apoyo a través de los medios
Se cristalice o no ese escenario de nuevos planes, Cambiemos por lo pronto decidió abrazarse a la Gobernadora. Fue notorio cómo, luego de algunos días de silencio, Vidal inició un raid mediático para avalar al Presidente y al tan cuestionado gradualismo puesto en práctica para reducir el déficit fiscal. También, para apoyar las gestiones con el Fondo Monetario Internacional en busca de oxígeno financiero.
Lo hizo no sin algún planteo sobre el cerrado círculo de decisiones que se había conformado en derredor del poder. Fue, por caso, principal impulsora del retorno a la mesa política de Cambiemos del presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, Emilio Monzó.
Hay quienes le adjudican haber retomado la idea de ensanchar la base política del oficialismo para sobrellevar estos tiempos de turbulencias, resistida por el círculo de funcionarios más cercano a Macri. ¿Habrá tenido alguna relación con esa postura el encuentro de esta semana entre la mandataria y el intendente peronista de Merlo, Gustavo Menéndez?
El peronismo empieza a registrar un escenario más amigable para 2019, aun cuando los traspiés oficialistas, paradójicamente, conspiren contra la unidad del kirchnerismo con el armado que ensayan los gobernadores.
La idea que va tomando cuerpo en el esquema de los mandatarios es dirimir la candidatura presidencial en las Paso. Anotan a Juan Manuel Urtubey y al bonaerense Sergio Massa para esa contienda. Hay quienes dicen que podría participar también el cordobés José Manuel De la Sota. El kirchnerismo estaría buscando a una figura conocida. ¿Felipe Solá? Se verá.
La mayoría de los intendentes bonaerenses mira ese escenario con cierto recelo. Buena parte de ellos sigue insistiendo con la unidad, aunque parezca misión imposible. La cuestión es que una interna presidencial los obligará a tomar posición. Y, lo que es peor aún, a someterse a una nueva división del voto peronista que los podría poner en apuros.

Las tarifas
Cambiemos, mientras tanto,  ensaya por estas horas en la Provincia una discreta negociación con sectores del peronismo dialoguista. La cuestión de las tarifas es el motivo central.
El Ejecutivo bonaerense está embarcado en una embestida para quitar de las facturas de agua, luz y gas a todos los impuestos provinciales. Parte de ellos podó, pero resta la porción que pagan los usuarios que se deriva a las arcas municipales.
Intendentes del PJ rechazan esa supresión por una cuestión de números. Hay unos 1.300 millones de pesos que dejarían de percibir los distritos. Pero Cambiemos está dispuesto a insistir. “Vienen quejándose desde hace meses por la tarifas, y ahora que las queremos bajar se niegan”, chicanean en el oficialismo.
Por estas horas se menciona la posibilidad de intentar una suerte de compensación para las comunas. La Provincia no quiere poner un peso porque, reconoció la propia Vidal, debió reducir en unos 3 mil millones la partida de obras públicas de este año para absorber el recorte de impuestos en las facturas. Puede que, si prospera un proyecto que recién comenzó a evaluarse a pedido de alcaldes peronistas, los 1.300 millones de pesos que perderían las comunas sean “pagados” por las empresas de servicios.
Se habla de una tasa que deberían abonar las concesionarias a las comunas. El dilema que se plantea, en medio de la discusión, es cómo evitar que esa nueva imposición se traslade a los usuarios.

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