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El martes puede ser un día bisagra para el país frente a la inestabilidad del dólar y las tasas por las nubes: vencen las Lebacs por 670 mil millones de pesos, unos 30 mil millones de dólares.
LA COLUMNA DE LA SEMANA

Oportunismo y prejuicios: el FMI

Está de moda. La adolescencia se prolonga mucho más allá del crecimiento físico de las personas. La función de la reproducción queda, así, postergada casi hasta los límites de lo posible, biológicamente hablando. La independencia de la tutela paternal dejó de ser una meta para convertirse en algo casi indeseado. La madurez queda desdibujada en el horizonte. Todos intentan no ser aquello que son, para prolongar cuanto dejaron de ser.
Sí, claro, se trata de un análisis –no profesional, meramente empírico- de un sector importante de la población, sociológico de entre casa, digamos. Pero bien puede caber para toda la sociedad argentina que insiste en no asumir las responsabilidades que le corresponden.
Incapaz de enfrentar la realidad y de obrar en consecuencia, la sociedad argentina –gobierno, oposición, sectores, individuos- persiste en la búsqueda de algún remedio mágico que la exima de sus responsabilidades, que le evite la maduración de aceptar la realidad y someterse a ella para transformarla.
Ante sus propias carencias, la sociedad en su conjunto, prefiere encontrar un tutor. Una tutela que sirva como excusa para achacarle todos los males por venir, sin mirar hacia atrás, a las propias responsabilidades.
Hoy ese tutor, pleno de “malas intenciones”, vuelve a llamarse Fondo Monetario Internacional.
Sus “malas intenciones” pretenden –vaya sacrilegio- que la Argentina se ordene. Que gaste menos de cuánto ingresa. Que no dilapide. Que ahorre. Todos malos consejos –y condiciones- que de ninguna manera “nosotros” deberíamos aceptar, aunque hicimos todo lo posible para que no nos quede otro remedio.
Pero, la gran ventaja, es que ahora volvemos a tener alguien a quién echarle la culpa.
Poco importa que hayan llenado de “ñoquis” a la administración pública, nacional, provincial y municipal. Mucho menos que no alcancen los recursos genuinos del Estado para pagarles el salario: la culpa de aquí en más será del Fondo Monetario que, en su “maldad intrínseca” pretenderá –y si no lo pretende, da igual, porque seguro que lo piensa- una administración pública racional que gaste lo necesario y que no oficie de guarida para los militantes de ningún tipo.
Poco importa que los K hayan jubilado a millones de personas que no hicieron aporte alguno al sistema previsional, buena parte de ellas jamás trabajaron en relación de dependencia o por cuenta propia. Las “malas intenciones” del Fondo Monetario Internacional dictarán condiciones draconianas, como eventualmente subir la edad jubilatoria, que se practica en todas partes del mundo sin intervención del FMI. 
Algo que en la Argentina amerita una “resistencia patriótica” como la de los empleados del Banco de la Provincia de Buenos Aires que defienden su derecho a jubilarse a los 47 años –no de servicio, sino de edad- con una caja deficitaria que cubrimos el resto de los contribuyentes de la Provincia.
No lo dictó el FMI, pero bien hubiese podido hacerlo, el sinceramiento –el Gobierno se dejó, una vez más, ganar la batalla semántica o cultural y aceptó el término aumento- de las tarifas de los servicios públicos, hasta aquí cuasi regalados por obra y gracia de los K, aunque no, claro, por su aporte monetario, sino el del resto del país para subsidiar a la Capital Federal y al Gran Buenos Aires, sin distinción de condición social de los beneficiarios.
En síntesis, como la Argentina resulta incapaz desde hace 70 años de ordenar sus cuentas, de vivir con lo que ingresa, de no hacer populismo y demagogia con los dineros públicos. Y como producto de todo ello queda en condiciones de extrema vulnerabilidad ante cualquier cimbronazo de la economía mundial, es que recurre al FMI para que le preste el dinero necesario, a la menor tasa de interés de plaza, para continuar a flote.
A cambio de ese préstamo “baratito” el FMI muestra, habitualmente, “la osadía” de pretender que las cuentas del país –en este caso, la Argentina- que pide el préstamo, cierren. Unos desconsiderados. 
No. Los argentinos pretendemos continuar con la fiesta y que ellos, los del FMI, la financien sin condiciones de ningún tipo. Nosotros le hacemos el “favor” de pedirles ¿Cómo nos van a poner condiciones? Habráse visto.

Situación internacional
Ya todo el mundo sabe que las tasas de interés en la principal economía del mundo, los Estados Unidos de Norteamérica, mejoran sus rendimientos.
Y todo el mundo sabe también, aprendido por estos días, que cuando eso pasa, los capitales financieros que dan vueltas por el mundo en pos de una mayor ganancia, retornan a los Estados Unidos para comprar títulos de la deuda de aquel país.
En su afán demagógico de favorecer a las industrias norteamericanas, resulten o no eficientes, el presidente Donald Trump resolvió bajar los impuestos y financiar al Tesoro norteamericano mediante la colocación de títulos de la deuda pública de aquel país.
Esa demanda de fondos –por lo general colocados en el exterior- impulsó hacia arriba la tasa de interés en los Estados Unidos y la consecuencia fue la salida de dichos dólares de los restantes países, en general, y de los emergentes, en particular.
Fue así que la búsqueda de dólares en los citados países emergentes produjo las devaluaciones que, en menor o mayor medida, afectaron a toda la región. El viernes pasado cuando el Banco Central argentino debió vender unos mil millones de dólares fue un ejemplo de ello. Como consecuencia, el dólar superó los 24 pesos en algunos momentos del día, aunque cerró finalmente a 23,70.
Por las mismas razones, México y Brasil debieron devaluar sus monedas. No por una decisión gubernamental, sino por la llamada flotación, que significa establecer la cotización según la oferta y la demanda.
¿Puede continuar este estado de situación? Sí. De momento, a los Estados Unidos el endeudamiento no lo afecta. Seguramente, el exceso de liquidez que produce esta política monetaria llevará a un crecimiento de los precios pero ello todavía no ocurrió. Cuando ocurra, el grifo de ingreso de dólares será cerrado, mediante una baja en la tasa. Aunque nadie puede asegurar cuáles serán las consecuencias para el mundo.
Por ahora, la situación afecta particularmente a la Argentina. La razón es que sus cuentas no cierran.

La cuestión local
Obviamente, buena parte de la responsabilidad es del Gobierno actual que optó por un camino de gradualismo para ordenarlas a largo plazo y con el menor costo social posible. Pero la gran responsabilidad es de quienes hoy “chillan” contra el FMI, dado que fueron ellos quienes llevaron al país a esta situación de debilidad como producto de un gasto público irresponsablemente elevado sin financiamiento genuino, solo con emisión monetaria, es decir con inflación.
Como siempre, caraduras al extremo, resulta increíble verlos despotricar contra el FMI creado por John Maynard Keynes para atender las crisis financieras de los países, para inmediatamente antes o después, auto proclamarse “keynesianos” en materia económica. 
Pero, más allá de los K, son las pretensiones sectoriales las que deberían llamar la atención. No la llaman, claro, por repetidas.
Que en esta situación, los gremios estatales, no así los sindicatos privados, reclamen incrementos salariales como si no pasara nada, como si el país nadara en la abundancia, como si el trabajo que cumplen fuese, aunque sea, medianamente eficiente, demuestra esa puja sectorial constante que evidencia la historia económica del país desde hace siete décadas.
Por estos días, los magistrados de la provincia de Buenos Aires, salieron a hablar de retraso salarial. Por supuesto, nada dijeron sobre el privilegio de no pagar Impuesto a las Ganancias del que gozan por encima de cualquier otro mortal. Es un constante “dame más” a cambio de nada.
Nadie duda de la eficiencia, el sacrificio y la responsabilidad de algunos maestros y profesores en materia educativa. No es el caso del gremialismo docente, ni de una parte para nada desdeñable del colectivo, cuyos abusos de faltas, por ejemplo, resultan antológicos. Son los mismos docentes -¿docentes?- que se niegan al presentismo, bajo cualquier excusa poco seria. Los que faltan, claro.
Y, por último, las batallas culturales perdidas por el Gobierno. Ahora, la nueva, consiste en gritar, manifestar, caminar, molestar a los demás, por la “entrega” que representa acudir al Fondo Monetario Internacional. Por supuesto, sin jamás mirar para atrás.
Frente al incordio de los caminantes, el Gobierno trata de restar drama a la cuestión, algo que está bien, pero lo hace sobre la base de no reconocer la crisis y hablar de meras razones preventivas. Casi como quien no quiere la cosa.
Y no es así. El Fondo va a exigir un ordenamiento del déficit fiscal. Y está bien. Nos va a decir que debemos gastar menos de lo que recaudamos. Nos va a decir lo obvio. Lo que ya sabemos pero nos negamos a poner en práctica a la espera de alguna solución mágica que luego resulta peor como remedio que la enfermedad.
Hay que decir la verdad. Vamos al Fondo porque estamos en crisis. Y de la crisis solo se sale con responsabilidad de todos. Materia sumamente escasa en esta Argentina.
Queda el súper martes. El día que vencen las Letras del Banco Central (Lebac) por 670 mil millones de pesos, equivalentes a unos 30 mil millones de dólares. 
Inteligentemente, el Banco Central salió a comprar de antemano Letras en el mercado secundario. Esas letras fueron pagadas a menor valor por el interés de los inversores por pasarse al dólar. Así que a su vencimiento, el martes, una parte no menor ya fue recuperada.
Con todo, el súper martes es el día para estar atentos.

López Oil
Ya era hora que la justicia dictaminara algo con relación a este señor Cristóbal López que estafó al Estado argentino en 8.000 millones de pesos –con los intereses, la cifra casi se duplica- y con ese dinero compró la petrolera que luego se llamó Oil y un sinnúmero de empresas.
Correctamente, el juez de la causa Javier Cosentino declaró la quiebra pero con una continuidad operativa de la empresa por los próximos 30 días. Dice que existen tres ofertas interesadas en adquirir Oil y garantizar su continuidad.
Entre las empresas de los detenidos López y Fabián de Souza figuran medios de comunicación cuya continuidad también está en tela de juicio. El más famoso es aquel que en la elección presidencial anunció el “triunfo” de Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires y de Daniel Scioli para la presidencia de la República.
Su eventual cierre dará pie a increíbles e ilegítimos reclamos en torno a la libertad de expresión y a la “conspiración” del Gobierno contra los medios que no le son adictos. Una película que ya se vio en demasiadas circunstancias.
Son las andanzas de los que, “por supuesto, ninguna responsabilidad les cabe sobre la situación actual”.
Mucho menos con el atraso tarifario, al que todos, alegremente, soslayan en su afán de conseguir algún voto más entre quienes –y no son pocos- consideran perversa la adecuación de las tarifas a los costos de explotación.
Así, la oposición votó en la Cámara de Diputados un más que irresponsable congelamiento de tarifas, a sabiendas del desastre energético que dejaron sobre la mesa y de la única jurisdicción del Poder Ejecutivo sobre la cuestión mientras se cumplan –audiencias públicas- los pasos que la ley establece como obligatorios para tocar las tarifas.
No importa. Vamos con el populismo todavía. Y que otros paguen la fiesta.

Amigos y enemigos
El presidente Donald Trump está a punto de reunirse con el otrora “malvado” líder del estalinista estado de Corea del Norte, el nieto –su abuelo y su padre fueron los únicos gobernantes en la historia de este Estado comunista- Kim Jong-un.
Paralelamente, el presidente Trump decidió denunciar el acuerdo nuclear con Irán y retiró a su país de dicho acuerdo de manera unilateral, sin acuerdo de los demás firmantes como ser Rusia, China, Francia, Gran Bretaña y Alemania.
Las interpretaciones pueden ser diversas y variadas. Con todo algunos puntos ayudan a comprender dichos cambios.
Primero, el reconocimiento de Corea del Norte como adversario de riesgo. El avance norcoreano en armamento nuclear y en balística –misiles portadores- hace que al “gordito” Kim, ahora se lo considere en serio- Y, entonces, hay que buscar un acuerdo.
Todo lo contrario con Irán. Cierto es que el pacto firmado en época del presidente Obama deja muchos puntos en suspenso para el futuro, pero al presente, según los inspectores de la Agencia Internacional de Energía Atómica, la República Islámica cumple a rajatabla.
Tal vez, además del compromiso con Israel, enemiga acérrima de Irán, la decisión presidencial muestre como origen la alianza con el otro gran enemigo del país persa, la petrolera Arabia Saudita.
Con el precio del barril de crudo por arriba de los 70 dólares, la recuperación secundaria y la explotación de esquistos en los Estados Unidos retorna a ser rentable. Es factible entonces dejar a Irán fuera de competencia.
Por tanto, el frente del Pacífico tiende a estabilizarse, el del Oriente Medio a complicarse. Una pulseada, entre varias otras, que opone a Estados Unidos con Rusia, particularmente involucrada en Siria del lado del dictador Assad, el aliado de Irán y el Hezbollah.

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