OPINIÓN

La Casa de Papel y una preguntita

La formación de precios en Argentina no depende de cuánto es la base monetaria, sino de cuánta regulación se ejerce sobre los formadores de precios.

“La Casa de Papel", una muy buena serie que, aún con sus clichés, justifica la tarifa de Netflix. "El mayor atraco a un banco se dio en España", dice la publicidad, de modo que lo que necesito adelantar no les arruinará nada a los que no la vieron. Y los que la vieron saben que la historia cuenta cómo un grupo comando toma la Casa de Papel (el equivalente a nuestra Casa de la Moneda), pero no para robar sus existencias, sino para permanecer allí unos diez días, imprimiendo todos los euros que puedan robarse. 
Lo singular del robo, en las propias palabras de su ideador, es "que no se están robando el dinero de nadie", sino que lo que se llevarán es el dinero que ellos mismos impriman. Un dinero que no existía antes del golpe. Esa idea no es puesta en cuestión durante el desarrollo de la historia, pero a mí me plantea un problema de política económica. ¿Realmente no se están robando el dinero de nadie, estos simpatiquísimos ladrones?
La primera respuesta, la espontánea, es que esto no es cierto. Cualquier economista diría que cuando ese dinero sea puesto en circulación generará inflación. El aumento de la masa monetaria, sin el correspondiente aumento de los bienes y servicios que se producen en la economía real, generará inflación. Y esa inflación deteriorará el valor del dinero de todos los demás ciudadanos, de modo que serán ellos los robados. Será toda la sociedad la que pague por ese dinero nuevo, aunque lo haya impreso los ladrones. 
Pero hay una segunda posibilidad. La respuesta anterior presupone algunas condiciones que deberíamos ver si se cumplen, o al menos ver si son una ley universal. En principio, aceptar que el equilibrio entre oferta y demanda tiene un papel determinante en la formación de los precios. En segundo término, aceptar que para que eso se dé, deben existir condiciones de competencia perfecta.
Si los atracadores imprimieran pesos argentinos, yo creo que la respuesta no sería tan obvia. Aquí, la formación de precios depende mucho más del poder de algunos grandes actores que dominan las cadenas productivas, que del equilibrio entre oferta y demanda. La competencia perfecta se da solo en algunos sectores finales de la economía y siempre dependiendo de los primeros eslabones de la cadena. Cuando uno de estos grandes decide integrarse verticalmente, muchos actores chicos desaparecen.
Durante el gobierno de Cristina Fernández tuvo plena vigencia la fórmula de reajuste jubilatorio que incluía como variables al crecimiento económico, al aumento de precios y al rendimiento del Fondo de Garantía de Sustentabilidad del Anses. De ese modo, los jubilados y beneficiarios de AUH recibían dos veces al año un aumento que superaba a la inflación. Pero en los últimos años, a la difusión mediática de la magnitud del aumento que se otorgaría sobrevenía un movimiento de los precios de la góndola que no obedecía a ninguna otra cuestión que el poder de los grandes grupos económicos para capturar esa renta. No se trataba de emisión sin respaldo, sino de dinero genuino que se agregaba a la circulación y el consumo y que podría haber estimulado la producción de bienes y servicios, pero que terminaba engordando a unos cuantos vivos.
En contraposición, hoy vemos que un profundo deterioro del poder adquisitivo de los que viven de un ingreso fijo, no produce una baja en los precios, sino que la inflación no para de crecer. En mi opinión, ambas evidencias demuestran que la formación de precios en Argentina no depende de cuánto es la base monetaria, sino de cuánta regulación se ejerce sobre los formadores de precios.  
Y la pregunta que queda es ¿qué pasaría la información sobre una cantidad mayor de circulante no fuera conocida de forma anticipada? Si la banda del Profesor se saliera discretamente con la suya en Argentina ¿aumentarían los precios, trasladando ese costo a nuestros bolsillos?
La respuesta intuitiva sigue siendo “sí”. Pero como su contrapartida no se ha verificado nunca, entonces la otra posibilidad sigue teniendo su lógica. Bella Ciao.

(*) Concejal de Junín por Unidad Ciudadana.

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