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OPINIÓN

La demagogia

Raúl Alfonsín decía que hacer política también es hacer docencia. Se refería al deber que tiene el dirigente de anticipar el escenario y de definir el mejor rumbo para la sociedad a la que representa. Ni tan atrás que no te vean, ni tan adelante que no te sigan. Si el político dijera las mismas cosas que la gente ya sabe, ¿cuál sería su razón de ser?
Cambiemos, sin embargo, ha convertido la repetición de lugares comunes en su modus operandi. La razón de Estado de la Alianza gobernante la definen las encuestas. Durán Barba y asociados no son ni de lejos los que más saben sobre el Ser Nacional, pero sí los que más han acumulado información sobre el humor social. Y esa corteza superficial tan permeable al discurso de los mentirosos es la que define las elecciones en estos tiempos. Un festín para los demagogos.
Los resultados que obtiene Petrecca en lo local tienen que ver con eso. El intendente asume que representar los intereses de Junín tiene que ver con no romper el molde ideológico que delimita a la mayoría de sus votantes. Hay un "sentido común" al que el oficialismo local busca satisfacer con sus políticas, independientemente de los resultados que va obteniendo.
Así, no sabemos exactamente sobre qué diagnóstico se planifican las políticas de ordenamiento del tránsito, pero por el accionar vemos que su mayor desvelo son los que manejan motos. Sobre esta población recaen casi todos los operativos de control y son los que más sufren el peso de la ley. Para el "sentido común" juninense, el hecho de que sean quienes más víctimas fatales sufren no los mueve de su papel de "culpables de todos los males de nuestras calles".
Esa política ha demostrado ser un absoluto fracaso. Pero cuando se lo señala, la respuesta es insistir con más de lo mismo, pues se diagnostica que no se hizo lo suficiente. Como se ve, intentar algo distinto implica asumir el riesgo de que el "sentido común" evalúe que "no se está haciendo nada", así que mejor sigamos fracasando pero sin recibir esas críticas.
Algo similar ocurre con la seguridad. Debemos tener, si consideramos todas las fuerzas presentes en la ciudad, más de dos mil hombres y mujeres armados por el Estado. La cifra ha crecido geométricamente en los últimos años, al mismo tiempo que crecían los delitos. Pero ante el fracaso que significa destinar cada vez más recursos para obtener peores resultados, la respuesta ha sido prometer más patrulleros y más uniformados.
Sobre cuál es el diagnóstico sobre el que planifican, en la reciente intervención del secretario de Seguridad opinando sobre el carácter de la Policía Local tenemos un indicio: el funcionario considera que la población que delinque tiene un origen social único y muy preciso. De modo que esos operativos donde se acosa a jóvenes de clases populares para mantenerlos alejados del centro no son solo para tranquilizar a algunas buenas conciencias. Son parte de una convicción, aunque no aporten un solo alivio a la inseguridad.
Al nivel de la sociedad civil, esta semana los juninenses blanqueamos que la economía está en picada. Lo que era un secreto a voces, ahora se ha convertido en una declaración de los empresarios. Sin embargo, el muy eficaz trabajo de décadas desplegado por las usinas liberales ha calado hondo en el "sentido común". De modo que a la descripción negativa de la situación actual, y al reconocimiento de la defraudación que significa esperar semestre tras semestre una reactivación que cada vez está más lejos, se insiste en proponer una "adaptación" al momento y se insta a redoblar los esfuerzos sin jamás, nunca, de ningún modo cuestionar la política macroeconómica que genera estos males. No sea que rompamos el molde.
Algún día la Argentina se dará el debate que se debe acerca del carácter representativo de su sistema político. En lo personal, creo que lo más sano es que haya dirigentes que se parezcan lo más posible a sus representados. Pero esto no significa que tengan los mismos recursos simbólicos, sino que mejor defiendan sus intereses. La demagogia es lo contrario de lo que el Pueblo necesita.
La diferencia entre el fracaso de las recetas que propone cualquier ciudadano y las que propone un dirigente está en las consecuencias. El primero no es responsable por nada. El segundo, sí. O al menos, debería serlo.


(*) Concejal de Junín por Unidad Ciudadana.

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