Triaca: errores políticos o de comunicación

El manual de comunicación dice que un escándalo político en el Gobierno se origina cuando se hace público un hecho que hace mucho conocíamos quienes éramos parte de él y no hicimos nada para subsanarlo.
Entonces, no es una sorpresa el hecho, la sorpresa es que haya tomado estado público cuando especulábamos que por diferentes razones no iba a suceder. 
Es muy habitual que tratemos de acortar camino para no enfrentar los hechos, a veces porque le pagamos a la prensa, aunque ya debíamos haber aprendido que nunca es mucho lo que ponemos y siempre alguien se queda afuera o no acepta las reglas, o tiene otros intereses. Otras veces porque quien nos podría denunciar es parte del hecho escandaloso y aparecería como cómplice;en este caso también deberíamos saber que las personas y sus circunstancias cambian y que además el mundo del espectáculo está dispuesto a abrirle los brazos a cualquiera que quiera desnudar intimidades y escándalos que reporten audiencia.
El manual de comunicación dice también que la respuesta correcta cuando aparece el escándalo es decir toda la verdad de una vez, que las mentiras y las verdades por etapas nos desangran porque mantienen la noticia viva durante demasiado tiempo. Cuando los medios no tienen nuevos insumos abandonan el tema. 
Todo lo contrario de lo que hicieron los Triaca, primero lo negaron, después mintieron y se contradijeron entre ellos y así la noticia se sostuvo en el centro del debate público. La noticia fue muy mala para el Gobierno, afecta la autoridad moral de quien debe aplicar las políticas laborales y la reacción fue pésima aumentando la sospecha de los ciudadanos con relación a las condiciones del funcionario para ejercer esa responsabilidad.
El Gobierno debería tomar nota: la primera condición para un cambio cultural, para un cambio de nuestras conductas con relación a las normas y a las leyes, es que aquel funcionario que nos pide el esfuerzo debe estar dispuesto a hacer como mínimo, el mismo sacrificio.
El motor de la democracia, de las instituciones y del desarrollo económico es la confianza de los ciudadanos en quienes lideran, la creencia de que ellos están a cargo porque lo merecen, por su capacidad y por su esfuerzo, y no por privilegios.

(*) Profesor de Comunicación de la Unnoba