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ENFOQUE

¿La "guerra proteccionista" puede convertirse en realidad?

El caso más conocido es el que apunta contra China, a partir de una investigación contra el gigante asiático por violaciones de propiedad intelectual.

Si 2018 se convertirá en el año de la "guerra proteccionista", es una respuesta que está en manos del presidente estadounidense, Donald Trump, aunque en los primeros días de este mes ya aparecieron señales y tensiones para mirar con atención.
La idea de que, finalmente, la decisión está puesta sobre el escritorio del magnate en el Salón Oval de la Casa Blanca la expresó hace unos días el diario estadounidense The New York Times.
Es que el prestigioso medio consideró que si bien "hasta el momento las acciones del presidente" en materia de comercio "han sido más moderadas que lo que marcaban sus discursos de campaña", ahora llega la hora de la verdad.
Precisó que en 2018, Trump -no ya la burocracia norteamericana sino él personalmente- tendrá que decidir si "castiga" a rivales comerciales aumentando tarifas o imponiendo cuotas.
El caso más conocido es el que apunta contra China, a partir de una investigación contra el gigante asiático por violaciones de propiedad intelectual.
Pero las medidas podrían también darse sobre la importación de paneles solares, sobre lavarropas coreanos producidos por las empresas coreanas Samsung y LG, así como en los casos del acero y el aluminio, lo que encendió las alarmas otros aliados de Estados Unidos como -además de Corea del Sur- Alemania, Canadá y Japón.
Esta semana, China dio a entender que se prepara para una situación más tensa cuando el Ministerio de Comercio del país asiático salió a advertir sobre un "creciente sentimiento proteccionista en Estados Unidos.

La reacción se dio luego de que Washington bloqueara la compra de una importante firma financiera, MoneyGram, por parte de una compañía china, por un un monto de 1.200 millones de dólares.

La reacción se dio luego de que Washington bloqueara la compra de una importante firma financiera, MoneyGram, por parte de una compañía china, por un un monto de 1.200 millones de dólares.
El gobierno norteamericano argumentó que rechazaba la operación a partir de "preocupaciones de seguridad nacional".
El mismo argumento se dio para echar por tierra un acuerdo que la empresa de celulares Huawei quería lograr con la telefónica AT&T para vender sus aparatos en tierra estadounidense.
En ese contexto, la agencia de noticias china Xinhua pareció "mojar la oreja" al país más poderoso del mundo cuando dio a conocer que el superávit comercial de Beijing con respecto a Estados Unidos se amplió un 13 por ciento en 2017.
Desde Europa también buscan meterse en el debate: el presidente francés, Emmanuel Macron, viajó a China y en un discurso propuso abrir su país a la inversión asiática a cambio de acceso al mercado chino para las compañías galas.
"Tenemos un acceso a mercados que es desabalanceado, poco satisfactorio", reconoció Macron, quien señaló que "si no realizamos acuerdos con responsabilidad, la primera reacción, la más natural, será cerrarse desde ambos lados".
El mandatario francés pidió salir de un punto muerto en el que su país frena inversiones ya que no puede colocar productos en China e insistió con su discurso anti-proteccionista.
Los ánimos de los grandes jugadores del comercio internacional difícilmente no tengan impactos sobre un país como la Argentina, que necesita cada vez más impulsar importaciones luego de un año en el año que vio bloqueado el acceso de biodiésel al mercado estadounidense y todavía no pudo hacer ingresar un limón a aquel país, a pesar de la autorización otorgada.

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