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OPINIÓN

Era por abajo

La estrategia gubernamental de responsabilizar a la "pesada herencia" va perdiendo eficacia. Tampoco es suficiente el blindaje de los medios nacionales. Por mucho que se repita el encarcelamiento de un coimero, no se pueden tapar los negociados de las familias del Presidente y sus funcionarios. Por mucho que se estigmatice a la burocracia estatal, no alcanza para ocultar el saqueo del Estado que está perpetrando esta nueva alianza. ¿Qué es lo que ha vuelto inútil al dispositivo que funcionó durante casi dos años? "Es la Economía...". 
Cada vez es menos frecuente, pero aún quedan optimistas que expresan su confianza en que "esto va a mejorar". Los argumentos, lamentablemente, no acompañan el sentimiento. La pregunta sobre por quién podría arrancar la economía no encuentra respuesta entre las medidas que toma el equipo económico.
Que esta verdad no se vuelva del todo evidente tiene que ver con la relación entre saber y poder: todos creen que quien más sabe, más puede; sin embargo, desde hace décadas está probado que es el poder que detentan los sujetos lo que les permite imponer "su verdad". Mientras "la academia" siga pretendiendo que reducir la inflación en la Argentina justifica cualquier sacrificio, mucha gente va a seguir eligiendo en contra de sus propios intereses.
Hace unos días vimos a los cuatro de economía recalculando su meta de inflación. Desespera ver que, contra todas las evidencias, se reafirman en un diagnóstico claramente equivocado. Para ellos (y para los manualitos neoliberales) la inflación tiene su origen en una sobreoferta del circulante, independientemente de las características de los distintos países en que ocurra. Entonces, la receta de la restricción monetaria se hace evidente y explica aquella soberbia en la declaración de Macri, según la cual bajar la inflación era lo más fácil del mundo. En el camino, generan recesión, desempleo, abren la economía y des-industrializan, generan déficit comercial, endeudan al país, desregulan para disciplinar a los actores y provocan una fuga de divisas sin precedentes desde la era colonial. Y cuando todo esto les es señalado por sus propios teóricos, recalculan... fugando hacia adelante a toda velocidad.
No advierten que la economía argentina tiene algunas características que la vuelve inmune a esas recetas. Acá no hay ni por asomo condiciones de competencia perfecta. Por el contrario, se trata de una economía oligopólica, en la que unos pocos grupos tienen la posibilidad de imponer sus precios en las distintas cadenas productivas. Alguien esbozó en 2016 que ahora esos apetitos se moderarían, puesto que los CEOs habían colonizado el aparato del Estado. Los resultados están a la vista: en dos años de macrismo ya acumulamos 70% de inflación, y el problema está recrudeciendo ante los tarifazos y el aumento del precio del petróleo que se espera en este año (el gobierno desreguló el precio de los combustibles justo cuando el ciclo iba hacia arriba). La inflación argentina es mucho más producto de la puja distributiva que de otra cosa. Cada corporación que tiene el poder suficiente se lleva su tajada sin contemplar en absoluto la viabilidad general del sistema.
Si realmente creen en lo que dicen es una cuestión en sí misma. La imagen de Sturzenegger en esa conferencia no inspiraba justamente la confianza que pretendían. Y ese es otro de los mitos sobre los que actúan: la generación de confianza. Los actores económicos, supuestamente, moderan sus previsiones inflacionarias cuando confían en las metas, generando una profecía autocumplida. El equipo de economía no tiene en cuenta que el argentino está demasiado fogueado en estas cuestiones. La confianza es indispensable, pero solo se obtiene con resultados. Con promesas que se violan desde el propio Gobierno no alcanza.
Pero si no creen en lo que pregonan, entonces todo se explica mucho mejor. Los resultados calamitosos para el Pueblo argentino no serían un fracaso de la política económica, sino el éxito de un proyecto de saqueo, reedición de lo ocurrido con la primera alianza, con Menem y con la dictadura. Esa brutal apropiación de recursos que están perpetrando los más ricos de la Argentina, está destruyendo la economía productiva de este país.
¿Cuál es el límite? El que pongamos los que estamos siendo perjudicados. Las metas de inflación solo sirven para ponerle un techo a las paritarias. El manotazo a las jubilaciones se perfecciona hoy con un decreto que les permitirá apropiarse del FGS de Anses. Todas medidas en contra del Pueblo y de los actores económicos que dependen del mercado interno.
Señor Optimista: esto no va a mejorar por este camino; el derrame no se ha verificado nunca. Si no paramos este saqueo, esto no arranca. ¡Era por abajo!

(*) Concejal de Junín por Unidad Ciudadana. Sociólogo. 

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