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María Eugenia Vidal enfrentó a los piqueteros y se transformó una vez más en la figura política del oficialismo.
PANORAMA PROVINCIAL

Fin de año con imágenes sobre lo que vendrá

El grupo de guardavidas municipales que el jueves se abalanzó en Mar del Plata sobre la camioneta que trasladaba a la comitiva oficial bonaerense le regaló a María Eugenia Vidal el lugar protagónico en la imagen que cerró el año político bonaerense. En un gesto espontáneo, la Gobernadora se bajó del vehículo, encaró al piquete de manifestantes, les habló con tono duro pero contenido, casi de profesora de Secundario, y los obligó a que razonaran y le dieran paso.
El video se viralizó. Y la reacción de Vidal se convirtió en centro de todo tipo de comentarios. Hubo, incluso, impensados elogios de dirigentes del kirchnerismo militante como la diputada Gabriela Cerruti, quien la llamó “mujer líder y fuerte” para horror de sus seguidores en las redes sociales.
Vidal cerró con ese episodio un año en el que se sentó definitivamente en la mesa de decisiones de
Cambiemos, pese a las enormes diferencias de origen y trayectoria que la separan, por caso, de Marcos Peña.
Y en el que empezó, en paralelo, a dar los primeros pasos hacia un en escenario de reelección en 2019.
En estos primeros días de enero, la Gobernadora hará base en Mar del Plata, donde desplegó un enorme programa de verano con playas públicas y actividades. Buscará, además de aprovechar la mayor vidriera política del año, conseguir otro objetivo secundario: instalar como su referente en el distrito a Guillermo Montenegro, que aspira a ser candidato a intendente marplatense en 2019 y dejar atrás al incómodo Carlos Arroyo.
La capacidad de Vidal para instalar nombres propios en los distritos habla del ascenso que ha tenido la figura de la Gobernadora en el universo del oficialismo. Eso, después de sortear con innegable éxito el principal desafío tras asumir en la Gobernación, como fue “ponerse al hombro” la campaña de Cambiemos en territorio bonaerense, incluso remontando los errores no forzados que se sucedieron en las apariciones de los candidatos.
Además de emerger como una de las principales protagonistas del nuevo triunfo en las urnas de Cambiemos, Vidal parece además haber encontrado una manera de protegerse de las crisis que impactan en la figura de Mauricio Macri.
El caso emblemático fue la reforma previsional que se sancionó en las últimas semanas en el marco del Pacto Fiscal, que se votó y discutió en el Congreso en medio de escenas de violencia en las calles y escándalo en los recintos.
Todo ese conflictivo trámite parlamentario terminó con el acuerdo por el cual la provincia de Buenos Aires recibirá en los próximos dos años fondos extraordinarios para compensar la eliminación del denominado Fondo del Conurbano.
La gobernadora, mientras tanto, se ocupaba de discusiones “menores” comparadas con la reforma previsional, como el proyecto que modificó la caja de jubilados del Banco Provincia. Todo eso, con el aval de la Casa Rosada, que deja crecer una figura propia ya erigida casi en un “cuco” electoral para el peronismo. Es lógico: la gobernadora bonaerense y el Presidente no están en curso de colisión en términos políticos. Ni lo estarán.
Además, todos saben que sin la provincia de Buenos Aires no hay proyecto electoral que valga.
El futuro de Vidal y su crecimiento deberán enfrentar en el año que comienza nuevos desafíos y encrucijadas si, como todo parece indicar, decide avanzar con reformas más profundas, por ejemplo las que involucran al Instituto de Previsión Social, sobre la que circula un borrador en ámbitos oficiales.

“ Vidal se fue erigiendo como un cuco electoral y los intendentes del PJ ya piensan en su propia supervivencia”

 

Una foto del futuro
Mientras tanto, en el amplio y complejo universo del peronismo, el 2017 cierra con una foto que trae señales sobre el futuro. Con el presidente Mauricio Macri de descanso en el sur, los principales despachos de la Casa Rosada recibieron el jueves a un puñado de dirigentes peronistas de la Provincia.
Los anfitriones fueron el ministro del Interior Rogelio Frigerio y su número 2, Sebastián García De Luca.
A ellos se sumó el jefe del bloque de diputados de Cambiemos, Nicolás Massot, hombre del riñón de Emilio Monzó con altísimo protagonismo en las últimas sesiones del año.
Al convite asistieron los intendentes Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora, y Mariano Cascallares,
de Almirante Brown, dos distritos del Conurbano sur y la Tercera sección electoral, el último reducto electoral del kirchnerismo, al que ahora le apunta Cambiemos.
Además, estuvo Gustavo “El Tano” Menéndez, en su doble rol de intendente y flamante presidente del PJ. Completaron la mesa dos diputados de origen bonaerense que forman parte del bloque Argentina Federal: Eduardo “Bali” Bucca y Diego Bossio.
La presencia de Menéndez era destacada especialmente por los hombres de Cambiemos. “Esta foto era impensada con Espinoza. Ahora se abrió una nueva etapa. Todos ellos tienen responsabilidades de gestión. Y el presidente del partido es alguien que forma parte de esa lógica”, explican puertas adentro de la Rosada.
La presencia de Bucca y Bossio se explica por varios factores. “Bali” fue electo diputado nacional con la boleta de Florencio Randazzo y tiene vínculo fluido con el vidalismo a través de su amigo, el presidente de la Cámara de Diputados provincial Manuel Mosca. Bossio es uno de los principales referentes de esa bancada alineada a los gobernadores.
Los intendentes juran que no se habló de política. “Imposible en una mesa de tantos”, explican. La charla giró, sí, sobre una agenda de obras, que hoy es algo difusa pero que irá ganando precisión con el correr de los meses. 
Son obras de infraestructura media, hidráulicas y viales, que escapan al presupuesto provincial.
Las mismas que, hasta hace dos años, negociaban directamente con Julio De Vido, en aquella lógica que impuso el kirchnerismo para vaciar de poder al entonces gobernador Daniel Scioli.
La foto del final, que muestra una charla distendida, generó inmediatas reacciones del kirchnerismo.
“Unidad”, twitteó, chicanero, el líder de La Cámpora Andrés “Cuervo” Larroque como epígrafe de la imagen.
Pero quizás, más que un mensaje al kirchnerismo, la foto muestre una señal sobre la estrategia de repliegue y supervivencia de los intendentes de cara a los próximos dos años y en un escenario en el que no surgen liderazgos que puedan encarnarse en candidaturas competitivas para enfrentar, con alguna chance, a Cambiemos.

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