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El presidente Mauricio Macri, junto al jefe del Gabinete de Ministros, Marcos Peña, en un gobierno fortalecido por el resultado electoral.
PANORAMA POLÍTICO DE LA SEMANA

El Presidente ajusta el rumbo de su gestión

Finalmente el presidente Mauricio Macri parece dispuesto a blanquear el estado del país, que no es bueno por cierto. Lo que no hizo hace dos años al tomar la administración como un hierro caliente que dejó el kirchnerismo, tendrá que hacerlo ahora para lanzar un plan de reformas. ¿De qué otro modo las podrá justificar si no es concediendo que la Argentina no puede seguir de esta manera?
La constatación de la realidad puede ser amarga, pero es la única manera sana de mejorar las cosas. ¿O acaso la economía no está estancada -o con apenas un leve repunte- desde hace seis años? Los indicadores en alza que se vienen conociendo en los últimos meses no hacen más que reflejar una revitalización desde el fondo del pozo. Por eso el 75% de las medidas que propondrá Macri mañana serán de índole económica.
El resto de las reformas no requerirán tanto consenso, porque atañen a la política y al derecho que tiene el Poder Ejecutivo de llevar la iniciativa.
De hecho el Gobierno viene de ganar las elecciones legislativas a nivel nacional y cree estar lo suficiente fortalecido como para fijar la agenda. En definitiva lo que sucederá mañana en el Centro Cultural Kirchner podría marcar el comienzo de una nueva etapa.
Ésta podría definirse así: el Gobierno iniciará una carrera contra reloj para dejar su propio sello a la gestión, una vez superada -con éxito electoral- la transición en la que la coalición Cambiemos se definió a sí misma como la antinomia del kirchnerismo. Ese objetivo lo consiguió en 2015 y lo amplificó este año, con la idea de cimentar un proyecto político a largo plazo.
Y por cierto que el macrismo lo tiene: el propio Presidente hizo aplaudir al jefe de Gabinete, Marcos Peña, por todos los ministros en la primera reunión post-electoral. Y luego lo hizo parar a su lado en una conferencia de prensa en la Casa Rosada. Otros dos dirigentes de la mesa chica oficial, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, no descartan sus propias reelecciones.
El Presidente tampoco la descarta. Ya son cada vez más los funcionarios que por lo bajo hablan de la necesidad de un segundo mandato de Macri, para completar y afianzar lo que se pueda conseguir de aquí a 2019. En la lista de objetivos anotan la reforma laboral, previsional, impositiva, un ajuste del gasto público y más que necesarios cambios en la política educativa.
El Gobierno también impulsará modificaciones en la composición y el funcionamiento del Consejo de la Magistratura, el organismo encargado de seleccionar, monitorear y sancionar el desempeño de los jueces; y una nueva normativa para el Ministerio Público Fiscal, que le pondrá plazos al mandato de los procuradores y sería un puntal para el desplazamiento de Alejandra Gils Carbó.
Entre los “acuerdos básicos de gobernabilidad”, tal como los definió el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, se incluirá la reforma electoral, con la introducción del voto electrónico y de normas más estrictas para el financiamiento de los partidos políticos. Algunas de estas iniciativas estaban en carpeta desde el comienzo del Gobierno, pero fueron postergadas.
Otras, como el voto electrónico, llegaron al Congreso pero fueron trabadas por el PJ en el Senado. Pero, ahora,  el nuevo escenario político-institucional se presenta más favorable para el Gobierno.
En la propia Cámara alta ya se anticipa una disputa de poder entre Cristina Kirchner y Miguel Pichetto, que seguramente dividirá la representación peronista entre moderados y opositores acérrimos.
A su modo, la ex presidenta anticipó cuál será su actitud como legisladora. “Conmigo no van a poder”, advirtió en la puerta de los tribunales de Comodoro Py, tras presentarse a una citación de su “archienemigo” el juez federal Claudio Bonadio en una causa derivada de la denuncia del fiscal fallecido Alberto Nisman. En la campaña había afirmado que no le resulta un problema la soledad.
Esto es, que se considera capaz de ejercer la representación de su electorado por ella misma, aun desde una bancada pequeña, y aunque la mayoría de los senadores del PJ sean conducidos por Pichetto en sintonía con la Liga de Gobernadores.
Esa lógica política de Cristina se remonta a la década del 90, cuando fue expulsada del bloque peronista hegemonizado por el menemismo.
La ex presidenta y sobre todo su hijo Máximo Kirchner, el armador de la Unidad Ciudadana bonaerense, ensayan un discurso cada vez más clasista, al estilo de la izquierda tradicional, convencidos de que la resurrección política puede venir por ese carril dado que se enfrentan a un Gobierno “de derecha”. Ambos estarían decididos a dejar Santa Cruz y a afincarse en Buenos Aires.
En esta provincia tiene Cristina, en rigor, la base de su apoyo electoral, concentrado en el Conurbano. La ex presidenta sabe que no corre riesgo su ingreso al Senado, el 10 de diciembre, porque en la Cámara alta existen criterios más estrictos para impedir una asunción o quitar los fueros, como le acaba de suceder a su ex ministro Julio de Vido en la Cámara de Diputados.
En el Senado se impuso históricamente la idea de que la expulsión del cuerpo o el desafuero -que elimina la inmunidad de arresto de los legisladores- sólo se concreta ante una sentencia firme del Poder Judicial. Por eso ahora más que el de Cristina, el que comienza a estar en discusión es el caso de otro ex presidente, Carlos Menem, quien ya tiene una sentencia por el tráfico de armas.
Pero más allá de lo que suceda con estos casos resonantes el Congreso se prepara para trabajar en sesiones extraordinarias hasta en la semana que va desde Navidad hasta Año Nuevo.

Las reformas de Macri
El capítulo más importante de las reformas será el económico y revestirá especial interés para las Provincias porque abordará el reparto de los fondos coparticipables -incluido el del Conurbano- y fijará una reducción gradual de la carga impositiva cruzada que alimentan las distintas jurisdicciones del Estado. Por eso el propio Macri recibirá días más tarde a los gobernadores.
Antes se reunirán los ministros de economía de las Provincias, quienes tendrán el asesoramiento de los diputados Marco Lavagna (massista) y Diego Bossio (justicialista), aunque no estaba prevista la del kirchnerista Axel Kicillof. Los funcionarios y los legisladores ya intercambiaron opiniones críticas sobre el alto endeudamiento macrista: 40.000 millones de dólares en menos de dos años.
Menos preocupado parece el triunvirato de la CGT, pese a que Macri anunciará iniciativas para modificar las relaciones laborales. “La verdad es que los convenios no se pueden cambiar sin nuestra firma”, deslizó uno de los triunviros de la central obrera que mañana asistirá al restaurado edificio del Correo.
El mismo sindicalista reveló que había seguido con expectativa una reunión de los gobernadores Sergio Uñac (San Juan) y Juan Manzur (Tucumán), de los pocos peronistas que ganaron las elecciones. De allí, dicen, salió un mensaje para CFK: “Que se deje de joder con el internismo”. Hoy, el kirchnerismo -parece- es incómodo tanto para el PJ como para el Gobierno.
Macri comentó a sus ministros que le molesta que usen la Plaza de Mayo para amplificar críticas, como sucedió con el caso Maldonado, pero tras haber derrotado a la propia Cristina como candidata intuye que ya no podrá ser su rival ideal de cara a 2019. No faltan los que especulan con una ex presidenta condenada para cuando Macri compita por la reelección.
Por eso el Presidente se apresta a inaugurar otra etapa de su gestión, en la que intentará imprimirle su sello político y económico. El espaldarazo en las urnas le indicó que llegó la hora.

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