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PUNTO DE VISTA

El alto precio de no entender el “Nunca Más”

En diciembre de 1983 se restableció la plena vigencia de los derechos humanos. Pero desde 2003 muchos decidieron realizar una transacción creando un relato para contar una historia que nunca fue. Un matrimonio que jamás tuvo relación con el tema había que convertirlos en héroes y ejemplos de esa lucha. Así los derechos humanos pasaron a ser los derechos de un grupo sectario.
El relato indigno debía borrar las verdades del pasado y construir una mentira para la nueva generación que no había sido testigo de la violencia setentista, la dictadura y la violación sistemática de los derechos humanos. El discurso de Néstor Kirchner en la ESMA el 24-3-04 fue un acto de construcción de esa idea: “Las cosas hay que llamarlas por su nombre (...) Vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia tantas atrocidades”, dijo el ex presidente que era parte del gobierno que en los 90 indultó a todos los condenados en juicios históricos reconocidos como inéditos por la doctrina internacional.
Allí un soldado sin batallas robaba la historia a quienes desde el 83 se jugaron el pellejo juzgando a todos los jefes militares entre 1976 y 1983 por violaciones a los derechos humanos y a los jefes guerrilleros que habían tenido como actividad principal matar gente.
Hoy comenzamos a pagar aquella acción donde la política soborno a la historia trágica de nuestro país. La compro, ya que no fue por convicción. Jorge Julio López y César Milani eran astillas que debían sacarse y ser arrojadas al pozo del olvido.
Al primero nunca los buscaron desapareciéndolo asi doblemente y ahora desde su púlpito Hebe intenta llenar de barro su memoria.
A Milani lo convirtieron en un constructor del nuevo ejército del pueblo, silenciando a las Madres de Plaza de Mayo y testigos que en juicio lo señalaron, desde el “Nunca Más” de los ochenta, como partícipe de secuestros y desapariciones.
Frente a la inacción y olvido de Jorge Julio López muchos se callaron, mientras que otros se sentaron junto al hoy encarcelado militar. Así, pagaron el precio de encasillar organismos de derechos humanos a favor de un grupo que conducía el Estado.
Ahora, la mezquindad abusa de un joven que desde hace un mes se encuentra desaparecido. La angustiante situación por Santiago Maldonado es convertida en una oportunidad que no pueden desaprovechar: Reconstituir la idea del “enemigo”, ahora en un gobierno elegido por el pueblo de otro signo que el que decidieron adoptar. Un manual perfecto de Carl Schmitt.
El 24-3-17 en la Plaza de Mayo la violencia armada de los 70 fue reivindicada en el discurso. En la marcha a la histórica Plaza de Mayo y las bombas molotov arrojadas a gendarmes en el sur vimos las acciones violentas del pasado.
Este macabro juego de construir una idea sectaria en materia de derechos humanos para ensalzar a quienes nada tuvieron que ver en su historia y olvidar o manchar a quienes se jugaron durante la dictadura (Raúl Alfonsín, entre otros) y la naciente democracia del 83, le puede salir muy caro a nuestra sociedad que en su inmensa mayoría quiere vivir en paz.
Hay que recuperar la idea del “Nunca Más”, a la violación de los derechos humanos y a la violencia política toda.
Se perdieron más de diez años en la tarea de enseñanza que se debió cumplir a favor de la paz y contra la violencia. Tarea desechada para construir un ideario mezquino y sectario.
Donde está Santiago Maldonado es una pregunta que todos debemos hacer y exigir en respuesta al sistema institucional. Por eso es importante tener jueces y fiscales no militantes, independientes, valientes y capaces.
Es la República la que podrá encontrar respuestas. Fue la República la que trajo pacificación y justicia en 1983. El desafío una vez más deberá ser luchar por la vida y por la paz. Poner el cuerpo y la inteligencia al servicio de erradicar la violencia política y sostener a las instituciones de la República para encontrar verdad y justicia para Santiago Maldonado.
Por eso a todos los que deformaron la historia y hoy quieren arrastrarnos a naturalizar la violencia, volvemos a decirles “Nunca Más”.

(*) Abogado, prof. de Economía Política en la UNLP y en la UDE.

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