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María Eugenia Vidal y sus candidatos tuvieron un encuentro en el que se bajó línea discursiva para la campaña .
LA PROVINCIA

Blindaje oficial para la campaña

María Eugenia Vidal analizó que había llegado el momento. El inicio de la campaña electoral que la tendrá como protagonista estelar está a la vuelta de la esquina y juzgó que esa demanda extra la obligaba a suturar ciertas costuras abiertas en su equipo.
El reemplazo de la ministra de Salud llega, justamente, en estos momentos clave. Vidal pondrá en juego su gestión a la que pretende plebiscitar. Buscará que los bonaerenses pongan en la balanza a la hora de votar algunas medidas que considera emblemáticas como las acciones vinculadas a la lucha contra la corrupción y las obras públicas. Y contraponerlas con los años en que gobernaron la Provincia las diversas expresiones del peronismo.
La ministra Zulma Ortiz nunca había terminado de encajar en el equipo oficial. Su fortaleza era, paradójicamente, la soledad política. Hasta los más encumbrados funcionarios de Cambiemos cuestionaban diversas “inacciones” de la todavía funcionaria. Pero Vidal, que fue quien se inclinó por ella luego de desechar varias propuestas del radicalismo, la sostuvo en el cargo pese a las crisis recurrentes en su equipo que se pobló de renuncias y reemplazos.
La críticas a Ortiz no eran patrimonio del propio oficialismo. La oposición también machacaba sobre la situación de los hospitales y la siempre sensible cuestión de los insumos. La gestión saliente tampoco había logrado articular una relación más o menos aceitada con el gremio de los médicos que, de hecho, despedirá a la ministra, esta semana, con el décimo cuarto paro de actividades en reclamo de una mejor oferta salarial.
El ministerio de Salud, aun cuando había logrado arrancar con un plan para la refacción de guardias en los centros asistenciales y poner en marcha, con algunas demoras, el SAME, se había transformado en una suerte de “patito feo” para el gobierno bonaerense. Y la coyuntura electoral precipitó decisiones.

Dos reemplazos
En la cartera sanitaria aterrizará Andrés Scarsi, un joven macrista puro cercano al intendente de Lanús, Néstor Grindetti. Su nombre surgió rápido, como para dejar sin margen de acción al radicalismo que, desde siempre, ambicionó desembarcar con un nombre propio en la cartera sanitaria.
Hace cerca de un año, y en función de los tropiezos de la gestión sanitaria, había sido designado jefe de gabinete de Ortiz. Estuvo unos meses hasta que emigró al ministerio nacional con Jorge Lemus. Ahora irá por la revancha.
No será el único cambio en el equipo de Vidal. Otro que saldrá es Alejandro Finocchiaro, el director general de Escuelas.
Finocchiaro fue elegido por Mauricio Macri para suceder a Esteban Bullrich. Allí desembarcará Gabriel Sánchez Zinny, un economista que venía trabajando en la coordinación del SAME y que es un hombre cercano al candidato a senador nacional.
Ambas determinaciones parecerían apuntar a “blindar” el gabinete en la antesala de la campaña en la que Vidal estará metida de lleno. La elección de los dos nuevos ministros sigue además un hilo conductor: son dos macristas con fuerte perfil técnico. De hecho, Scarsi integra La Generación, el grupo de jóvenes al que, sarcásticamente, la dirigencia política bautizó “La Cámpora del PRO”.
Ambos funcionarios se sumarán así a un equipo bien PRO que sigue teniendo como navegante solitario a un ministro radical, el de Ciencia y Tecnología, Jorge Elustondo. Y que, con la salida de Ortiz, dejará de tener mujeres, al menos en la línea ministerial.

El arranque
Estos nuevos funcionarios asumirán la semana que viene, acaso el viernes, Justo, con la bandera verde enarbolada para el arranque de la campaña rumbo a las elecciones Primarias del 13 de agosto.
Vidal y sus candidatos tuvieron ayer su anticipo. Fue en Gonnet en un encuentro en el que se bajó línea discursiva y lineamientos para encarar el mes plagado de proselitismo que se viene. “No contestemos agravios”, fue una de las máximas que se grabaron los candidatos tanto a legisladores nacionales, provinciales como los concejales.
Un modo zen que, acaso, esté también ensayando Cristina Kirchner. Su pedido a una serie de sindicatos para que desactiven una marcha que tenían programada a una semana de los comicios para quejarse por las penurias económicas, puede anotarse en la nueva imagen menos confrontativa que pretende exhibir la ex presidenta.
Cristina busca evitar resbalones como el que protagonizó hace algunos días su candidata a diputada nacional Fernanda Vallejos. que terminó comparando a Amado Boudou con Irigoyen y Perón. Una marcha sindical, con el riesgo de alguna explosión en la calle, podría salirse de los parámetros de campaña que se trazó la jefa de Unidad Ciudadana.
El kirchnerismo insistirá en su mensaje contra la política económica del Gobierno nacional. Ahí están centrados sus esfuerzos. Cree que es la veta para explotar en una elección que aparece reñida y que muestra a Cristina en un virtual cabeza a cabeza con Cambiemos, según las últimas encuestas que se conocieron.
Sergio Massa y Florencio Randazzo dan su propia batalla por no quedar relegados en esa pulseada entre el “futuro” y el “pasado”. Pero además, disputan entre ellos.
El randazzismo está convencido de que tiene chances de crecer si logra convencer a votantes de Massa. Por eso Randazzo se ocupa cada vez que tiene chances, de zarandear con el “oportunismo” que le endilga al tigrense.
Pero el ex ministro tiene otro frente abierto. Necesita en las Primarias de agosto llegar a un porcentaje de votos lo suficientemente atractivo como para no caer en la zaranda polarizadora que quizás se accione para el turno electoral siguiente de octubre.
“Hay que sacar arriba del 10% en agosto”, se trazan como meta mínima. Creen que de esa forma tendrán chances de quedar en pie, limar parte del electorado de Massa y encaramarse en el proyecto central que lo desvela: ser el reconstructor del peronismo para 2019. Siempre y cuando, Cristina no gane.

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