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Macri y Vidal intentarán mostrarse juntos con los candidatos de Cambiemos para dar la sensación de “equipo”.

El “equipo” oficial para la disputa con Cristina

Los candidatos nunca estarán solos. Siempre aparecerán acompañados, al menos en las bajadas de campaña a los territorios, por Mauricio Macri o María Eugenia Vidal.  Esa simbiosis proselitista se resume en la definición que más se escucha por estas horas en el oficialismo: apostar al “equipo”.
En Cambiemos están convencidos de que la elección bonaerense está lejos de ser un trámite. Mucho más aún, desde que se confirmó que Cristina Kirchner será una contendiente central.
La ex presidenta conserva un “núcleo duro” de adhesiones que no baja del 30%, según las últimas encuestas conocidas. Se trata de un piso para nada despreciable y muy difícil de soslayar. Otro dato que apareció en las últimas horas incomodó al poder: producto del efecto “post Sarandí”, la ex mandataria habría subido un par de puntos en su imagen.
En esos sondeos los candidatos del oficialismo, medidos mano a mano con Cristina, aparecen todavía bastante por debajo de ella. Pero en Cambiemos creen que no es para dramatizar, que con el correr de los días las figuras de Esteban Bullrich y Gladys González, que encabezan la lista de senadores nacionales, y de Graciela Ocaña -más conocida que los anteriores pero también relegada frente a la ex presidenta que va para Diputados-, irán recortando esa ventaja.
El concepto de “equipo” vuelve en ese punto. El oficialismo maneja números propios sobre la Provincia que le ayudan a calmar ansiedades. Por lo menos, así lo aseguran  distintos funcionarios que pudieron echarle un vistazo a esas encuestas reservadas.
Cambiemos está convencido de que no hay que prestarle tanta atención a lo que miden hoy sus postulantes, sino a otra cuestión que también se analiza cuando se consulta por preferencias electorales: la imagen de sus principales figuras.
En esas encuestas reservadas y aún frente a los serios inconvenientes de la economía, dicen en el oficialismo, Macri lograría una aprobación de gestión cercana al 50%. Unos 10 puntos porcentuales por encima aparecería Vidal y su administración. La asociación debería hacer el resto: si buena parte de esa aceptación se trasladara automáticamente a las listas de Cambiemos, el panorama se despejaría en forma notable para el PRO y sus aliados. Sería el ideal del concepto de “equipo” que se buscará instalar en la campaña. Traducido: votar a Bullrich o a Ocaña es abrazarse a Macri y a Vidal.
Obras para mostrarEn el oficialismo está en marcha otra parte de esa estrategia. La Gobernadora puso a trabajar a los 48 legisladores provinciales en el territorio. La idea está atada a la anterior: hacer visibles las casi 1.300 obras que la gestión bonaerense está desarrollando tanto en el Interior como en el Conurbano. La mandataria está convencida de que es una de las marcas registradas de su administración.
Habrá especial atención sobre aquellas comunas gobernadas por el peronismo K. La idea es marcar que las intervenciones urbanas que se realizan son con fondos provinciales. Las recorridas darán paso a un timbreo por el barrio de los vecinos beneficiados por esos trabajos. Todo se registrará en un video que inundará las redes sociales. Que no se escape ningún voto, la premisa.
Pero las previsiones del oficialismo chocan contra la llamativa mutación que experimenta Cristina. En rigor, con el impacto que una imagen más descontracturada y sensible pudiera causar sobre aquellos sectores que alguna vez la impulsaron a la Presidencia con el 54% de los votos.
La candidata de Unidad Ciudadana se ha despojado, en sus primeras apariciones públicas tras el cierre de listas, de su tono frontal y confrontativo. Surge una Cristina que intenta pescar fuera de su núcleo duro de adhesiones.
Su campaña, al menos en los primeros tramos, pasará por visitas a sectores que se han visto golpeados por la política económica de Macri. Habrá mucho mano a mano y pocas actividades con forma de actos que sólo atraen a quienes ya están convencidos.
Ese cambio de impronta se lo adjudican al gurú Vinicio Alvarado, que supo aconsejar al ex presidente de Ecuador, Rafael Correa, y que  estaría siendo escuchado por la “nueva” Cristina, ahora desde el llano.
Con la misma tónica, Unidad Ciudadana empezó a desplegar su tropa en el territorio. Candidatos visitando fábricas y empresas en problemas que bajan el mensaje “Así no se puede seguir”, recorren el Conurbano y distritos grandes del Interior con ásperas críticas al macrismo.

La pelea de tercios
El virtual arranque de la campaña rumbo a las Primarias -el formal será el 14 de este mes-, empezó a dejar al descubierto otras estrategias.
En el tan debatido escenario de tercios electorales, Cristina y el Gobierno serían “propietarios” de uno cada uno. En el tercero, sostienen no pocos analistas, navegan Sergio Massa, Florencio Randazzo y las expresiones de izquierda.
El tigrense y el ex ministro de Transporte libran una puja particular. Randazzo le apunta a los votos de Massa. No resultó casual que saliera a zamarrearlo en las últimas horas en su intento por escalar posiciones en una carrera electoral en la que arranca retrasado.
Cree que allí hay terreno fértil para cosechar adhesiones de sectores del peronismo que reniegan tanto del macrismo como de Cristina. Ahí apuntan los cañones de Randazzo en su particular puja por no resultar el cuarto, y lejano, en discordia.
Cerca de Massa relativizan que el oficialismo y Cristina se hayan recortado del frente 1País. “El escenario de tercios está”, repiten. Y dicen no preocuparles el desafío de Randazzo. “En la mejor encuesta para él, mide ocho puntos”, señalan.
Creen que existen chances de crecer porque argumentan que la “ancha avenida del medio” se verifica entre quienes “se asquearon del kirchnerismo y los que se desencantaron por el ajuste del Gobierno”.
Massa enarbolará además la bandera de verdugo de Cristina, desempolvando el recuerdo de 2013 cuando derrotó a los candidatos K en la Provincia. El mensaje ya apareció y va dirigido a aquellos votantes que podrían terminar inclinándose por Cambiemos para evitar un eventual retorno de la ex presidenta. El candidato les recordará que fue él quien puso el límite al proyecto reeleccionista de entonces.
Todos, en definitiva, en busca de seducir a un electorado que todavía no se contagió del clima electoral.

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