A tres días del vencimiento del plazo para la presentación de las alianzas que competirán en las Primarias de agosto, el escenario electoral bonaerense sigue sin despejar el intríngulis que rodea al peronismo.
El principal partido de oposición se resiste a brindar certezas en medio de la disputa que tienen como protagonistas centrales a Cristina Kirchner y Florencio Randazzo.
El ex ministro, embarcado en la construcción del post kirchnerismo, está dispuesto a enfrentar a quien fuera su jefa en la Primaria del PJ, aun corriendo el riesgo de ser derrotado. Es un costo que está dispuesto a pagar convencido de que a la Cristina candidata no la aguarda un lecho de rosas.
Esa disputa tiene a la dirigencia peronista al borde del ataque de nervios. Más aún, desde que comenzó a circular la posibilidad de que el kirchnerismo decida no competir en la Provincia con el sello partidario con la indisimulable intención de evitar el desafío de Randazzo y en su lugar conformar el Frente Ciudadano con las estructuras que aporten, entre otros, Luis D´Elía y Martín Sabbatella.
Varios de los intendentes del Conurbano que coquetearon con Randazzo pero que finalmente salieron a coro a pedir que Cristina sea candidata, son prisioneros, ahora, de los designios K. Jugaron sus fichas por la ex presidenta porque es quien mejor mide en los sectores más postergados de sus distritos. Ese pragmatismo, ahora, les está a punto de estallar en la cara.
Esa profesión de fe ha dejado, como en los últimos años, el poder de las decisiones centrales en manos del kirchnerismo. Tanto, que acaso deban ir a la elección sin el sello del PJ. Incluso, con el riesgo de tener que enfrentarlo si Randazzo logra tomar la opción de transformarse en el abanderado del partido.
Duro debate
La probable resignación del sello partidario fue motivo de un muy duro debate entre alcaldes y dirigentes peronistas hace algunas horas. Se alzaron voces críticas a la posibilidad de que se termine excluyendo al partido del frente que imagina Cristina. Incluso aparecieron amenazas de ruptura si se avanza con la estrategia de dejar afuera al PJ que se le adjudica a Carlos Zannini. En pocas horas más -el miércoles vence el plazo para presentar las alianzas electorales- se verá hasta dónde llega el enojo.
Ese minué deja al núcleo duro K con la potestad de acaparar las listas de legisladores. Difícilmente alguno de los intendentes que hicieron la pirueta de desmarcarse de Cristina para volver a abrazarse a ella, tengan alguna recompensa por esa reconversión tardía.
El kirchnerismo ha dado acabada muestras de ser poco generoso con el poder territorial que ostentan estos alcaldes. Nada indica que esa situación pudiera cambiar ahora.
La cuestión se vuelve más compleja aún. El coro de dirigentes que pide a Cristina tampoco tiene la certeza de que finalmente se anote para competir por una banca en el Senado. De hecho, en las últimas horas en usinas camporistas comenzó a circular la versión de que su lugar podría tomarlo su hijo Máximo.
Randazzo sospecha que esa hipotética deserción podría ocurrir. En su círculo cercano creen que la ex presidenta tiene un techo electoral que no logra perforar el 33% de los votos. Y que ese porcentaje la pone en situación de riesgo ante la posibilidad de caer derrotada frente a Cambiemos en territorio bonaerense.
El randazzismo cree que Cristina no se expondrá a un resbalón que, acaso, podría sacarla del lote de presidenciables para la cita de 2019.
El armado del ex ministro navega, por su parte, en su propio mar de dudas. Frente a quienes en su propio equipo le plantean que tiene que salir a blanquear públicamente que será candidato, les responde que sigue la estrategia de Sergio Massa en 2013. En aquél entonces el tigrense mantuvo la incógnita hasta el final, tanto, que hasta sorprendió al entonces oficialismo K cuando se anotó para competir. El resto de la historia es conocida: terminó derrotando a la Casa Rosada y enterrando el proyecto de re-reelección de Cristina.
Sin embargo, no existen certezas de si podrá ir a las Paso en el peronismo contra Cristina. La ex presidenta niega esa alternativa. Si se le cierra la puerta, ¿irá con un sello propio por afuera del PJ? Es un sendero que se analiza pero que sería para Randazzo la última opción.
En el búnker randazzista, pese a todo, respiran entusiasmo. “Estamos en el centro de la discusión política de la Provincia”, se entusiasman. Y añaden, como para insuflarse ánimo, que “Florencio viene subiendo en las encuestas”.
Qué dice Cambiemos
Cambiemos mira ese minué peronista con marcado interés. Acaso esa pelea entre Cristina Kirchner y Randazzo termine configurando el escenario más deseado para el oficialismo: la división del voto peronista en varias ofertas.
Ya está Massa en la cancha y su acuerdo con Margarita Stolbizer que pesca parte de esas adhesiones. Cristina y Randazzo, separados, contribuirían a esa dispersión. Pero eso no sería todo: por estas horas se habla de que el ex presidente Eduardo Duhalde estaría empujando un armado propio en territorio bonaerense.
El PRO tiene sus propios dilemas y esa atomización puede que contribuya a salir de su apuro electoral. Algunas encuestas que circulan por estas horas ratifican que la gobernadora María Eugenia Vidal será la principal figura de la campaña del oficialismo aún cuando no sea candidata.
Los posibles aspirantes a senadores, Esteban Bullrich y Gladys González, miden alrededor de 15 puntos. Pero asociados a Vidal suben vertiginosamente a cerca de 30. No parece haber dudas en relación a que la figura y la gestión de la Gobernadora estarán en el centro del debate que planteará el oficialismo para confrontar con los K.
A la espera del desenlace de la novela peronista, Cambiemos frenó confirmaciones de candidaturas aunque nadie cree que aparezcan sorpresas mayúsculas. Por el lado de la listas de diputados, se sigue mencionando al neurocientífico Facundo Manes. Graciela Ocaña, Héctor “Toty” Flores, ligado a Elisa Carrió, y el economista Martín Tetaz. El radicalismo tendrá dos lugares entre los primeros doce peldaños.
Massa, mientras tanto, busca meterse como cuña entre el peronismo y Cambiemos. “Hay gente que está hastiada de la polarización”, dicen en su entorno.
En busca de interpelar a ese sector, se encontró con un regalo político impensado: el aumento de las dietas que se dispuso en la Cámara de Diputados aprobado, justamente, por el oficialismo y el PJ.
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