ENCUESTA EXCLUSIVA DE DEMOCRACIA

Uno de cada tres juninenses conoce dónde se vende droga en su barrio

Ante la pregunta: “¿Conoce puntos de su barrio donde se vende droga?”, el 27 por ciento respondió que “sí”, y el 73 por ciento dijo que “no". El comisario inspector Rubén Ariel De Chiara, a cargo de Drogas Ilíticas, asegura que en Junín predominan las transacciones a pequeña escala y el pasamano en la vía pública.

El narcomenudeo (venta de estupefacientes a baja escala, pero diseminada a través de muchos “kioscos”) avanza, como viene alertando este diario, en el interior bonaerense y la región no está exenta de ese flagelo. 
De hecho, uno de cada tres votantes en la encuesta semanal de Democracia, que se publica en el sitio de Internet www.diariodemocracia.com, admitieron conocer dónde se comercializa droga en su barrio. Ante la pregunta: “¿Conoce puntos de su barrio donde se vende droga?”, el 27 por ciento respondió que “sí”, y el 73 por ciento dijo que “no”.  

El "pasamano" callejero 
“Acá lo más frecuente es el menudeo de estupefacientes en la vía pública. El principal tema es el pasamano callejero, las motitos que paran en un lugar, hacen una transacción y se van, en donde se mandan un mensaje de WhatsApp, se encuentran y el intercambio se realiza en unos segundos. Entonces es muy difícil verlo si uno no lo está siguiendo en una causa o si no tiene el olfato para hacerlo. Pero pasa muy a menudo y en nuestras propias narices, aunque –repito– si uno no tiene el conocimiento de un investigador, no se da cuenta”, afirmó el comisario inspector Rubén Ariel De Chiara, responsable de Drogas Ilícitas de Junín.
En su análisis, De Chiara asevera que la principal modalidad de comercialización en nuestra localidad es “el narcomenudeo”, algo que no se ajusta sólo a lo local, ya que “sucede también en otras ciudades lindantes, como Lincoln, por ejemplo, en donde el jueves hicimos un trabajo muy importante” (ver recuadro).
En definitiva, en nuestro medio las autoridades en la materia no observan tráfico a gran escala. La excepción fue el operativo “El señor de los cielos”, en el que se trabajó dos años para alcanzar ese resultado. “Pero, justamente, tuvo esa repercusión porque fue algo muy poco frecuente”, aclara De Chiara, quien admite que actualmente hay en marcha otras líneas investigaciones grandes, sin dar más detalles.

Otras escalas
En la jerga de la comercialización de drogas se le denomina “kiosco” a los puntos fijos, principalmente viviendas, en donde se venden las sustancias. Estas transacciones se suelen hacer con más frecuencia en horarios de tarde o noche, ya pasadas las 18. “Eso también lo estamos viendo y estamos trabajando en esa materia”, señala De Chiara, para luego ampliar: “Nuestra intención es atacar a los kioscos y al narcomenudeo. En Junín no se ve un volumen de ingreso de drogas como otros lugares que son más comprometidos, por supuesto que hay, y nosotros todas las semanas cumplimos con diligencias judiciales, aunque no de magnitudes tan importantes”.
En esos operativos “por ahí se encuentra a alguien con una bolsita de cien gramos” que puede parecer algo menor, pero esa cantidad cortada, rebajada y puesta a la venta al menudeo puede llegar a significar unos 80 mil o hasta cien mil pesos.
De acuerdo a lo que advierten en la dependencia antinarcóticos local, la marihuana es la droga más común.
En tanto, el comisario inspector señala que no tienen conocimiento de que haya cocinas en nuestro distrito. “Eso sucede, generalmente, en el Gran Buenos Aires”, dice, y enseguida añade que, en general, la droga que ingresa a Junín proviene, más que nada, de la Villa 1-11-14 del Bajo Flores porteño, y también del Conurbano bonaerense.

Realidad local
Uno de los análisis que frecuentemente aparece en la discusión pública refiere a la eventualidad de que Junín se esté conurbanizando en su comportamiento social en materia de tráfico de drogas y delito.
En tal sentido, para De Chiara “hay enormes diferencias” porque “acá hay una muy buena calidad humana, y la gente tiene buenos principios, cosas que se han perdido en otros lugares, hay otro respeto, ciertas costumbres que se mantienen”.
No obstante, advierte que “el riesgo de que la ciudad vaya hacia ese otro lugar está”, por lo que considera que “hay que estar alertas” para que eso no suceda.

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