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ENFOQUE

Democracia tomada

Brasil está en llamas. Dentro de su sistema político todos están manchados. Nadie pasa por el detector de pureza. Hace rato que bordean el precipicio pero según podemos juzgar a tenor de los resultados, no les importaba mucho. En las disputas e intrigas entendían que alguien ganaría sobre otro que resultaría perdidoso. No les importó la democracia o las penurias populares. Era una batalla entre reyes y esperaban que uno sobreviviera. El resultado, parece ser una bomba atómica donde todos pierden: sistema de representación política, instituciones, pueblo. En síntesis, quien puede caer en el precipicio no es un sector político sino el mismísimo sistema democrático.
¿Ese escenario es muy diferente al que vivimos en otras latitudes e instituciones varias? Tal vez, podrá mostrarse diferente en sus resultados no tan gravosos como los de Brasil, pero hay un principio que se repite y se extiende, el que definiré como democracia tomada.
La democracia ha sido tomada. No es verdaderamente representativa ni es participativa. Al pueblo se le muestra un simulacro. El tablero de mando lo operan aquellos que llegan mediante el voto en un sistema que ellos mismo controlan y que resisten cambiar. En la “democracia tomada” se llega al Poder para que las instituciones dejen de cumplir sus finalidades relacionadas con un bien público, para pasar a ser el vehículo de sus intereses personales, o de grupo.
Decimos que no es verdaderamente representativa porque quienes llegan al Poder adoptan decisiones que se relacionan con sus estrategias de beneficio personal y no a favor de sus mandantes. El mandatario que gobierna se queda con los derechos del mandante malversando su representación. Tampoco es participativa ya que no hay mecanismos por los cuales el mandante participe en la toma de decisiones o se sienta actor mediante el acceso a la información plena de todos los actos y procedimientos de tomas de decisiones de esa institución. El demos solo participa en un instante (el voto) pasando hasta la siguiente elección a un estado de criopreservación como ciudadano o miembro de determinada comunidad.
La “democracia tomada” tiene consecuencias: una sociedad pasiva que peligrosamente puede reaccionar cuando ve que los derechos y modo de vida que logró a lo largo de décadas se van esfumando y que en simultáneo sus gobernantes gozan de mayores beneficios, a veces hasta la obscenidad. En este estado, se producen reacciones que muestran decepción y enojo que se trasladan en movilizaciones y voto castigo. En los sectores más pobres se expresa en la salida de la legalidad para entrar en la marginalidad: violencia, droga y crimen son la respuesta a la indiferencia del sistema.
La “democracia tomada”, malversa el origen y destino del sistema: dar una vida mejor que perdure de padres a hijos. ¿Cuál sería el destino de la sociedad sin democracia o mínimamente sin fe en ella? Todas las experiencias del siglo 20 muestran salidas autoritarias.
No hay alternativa de una vida mejor fuera de la democracia. Pero para que efectivamente perdure debe producirse un cambio de 180º.
La democracia debe definir para sus instituciones si será verdaderamente representativa o verdaderamente participativa. Para eso, los procedimientos y decisiones deben ser ordenados bajo la filosófica de un “gobierno abierto” y de puntillosa “igualdad de acceso”. La información y el acceso a la institución deben estar disponibles para todo miembro de la comunidad en la que se participe. La transparencia e información deben ser la centralidad en la política de toda institución. En una democracia que está tomada, la confianza en las instituciones queda herida de gravedad. Un giro de 180º debe responder a la recuperación de la confianza como insumo principal de la relación de gobernante y gobernado.
¿Cómo verificar si una determinada institución se encuentra afectada por el principio de la “democracia tomada”? Cada uno podría hacer sobre su propia institución el siguiente test:
-¿Las decisiones del o los gobernantes, generan derechos y beneficios en pie de igualdad para los miembros de la comunidad o institución, o son ellos los destinatarios de esos beneficios?
-¿Las decisiones tomadas son de libre y fácil acceso para los miembros de la comunidad?
-¿La tramitación de peticiones, los procedimientos, el estado de las actuaciones donde se resuelven los derechos, están transparentados y la información sobre los mismos es de acceso libre y directo para los miembros de la comunidad?
-¿Los miembros del gobierno de una institución, están en un mismo pie de igualdad que los gobernados a la hora de acceder a los bienes públicos?
-¿Los beneficios y mayores derechos logrados por un gobernante en una institución, los hubiese obtenido si su lugar fuese el de un miembro más de esa comunidad?
-¿La utilización de dineros públicos por parte de una institución es informada a los miembros de esa comunidad en forma completa y abierta?
-¿Las reglas, los procedimientos y decisiones de los gobernantes garantizan la posibilidad de alternancia e igualdad para el acceso al Poder?
La respuesta a estas simples preguntas podría ayudar a determinar si estamos frente a una democracia que ha sido tomada para beneficio de los gobernantes, o si se garantiza una correcta administración del Poder en favor de los gobernados.
El demos, las comunidades en cada institución deben recuperar la “democracia que está tomada”. No es sostenible el sistema si los gobernantes ejercen el mandato para sí mismos: sindicalistas y políticos ricos y eternos; jueces y fiscales que se mueven como velas con el viento; instituciones académicas; clubes sociales. Todos parecen privilegiar sus carreras personales como principio y fin de sus decisiones. Todos hijos de un sistema donde se capturan bienes públicos para ser privatizados en favor propio. Gobernantes gordos y gobernados escuálidos, ese es el resultado de una “democracia tomada”. Las fuerzas de la indignación deben encontrar liderazgos que generen una gran fuerza vital dentro de la democracia, y no sucumbir ante las tentaciones autoritarias. Hay que alejar a la democracia y sus instituciones del peligroso borde del precipicio donde como trágica moda han decidido desfilar.

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