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PERSPECTIVAS

Los errores no amenazan la recuperación económica

Entre idas y vueltas oficiales, suspicacias y dudas inevitables, el Gobierno y una parte de los economistas han dado por terminada la recesión del 2016 y anuncian el inicio de una recuperación.
La última información dura parece confirmar un mayor nivel de actividad y de consumo.
La sensación térmica, de cualquier manera, no se ha modificado demasiado.
Los vectores del crecimiento son aún limitados y, además no habrá un boom del consumo ni un salto productivo generalizado.

Expectativas
Las expectativas están en el orden del 3% de mejora en el PBI, un valor importante pero que no alcanza a revertir la caída de los últimos años.
Los nuevos ajustes de tarifas tampoco colaboran a la sensación térmica de la opinión pública sobre la marcha económica. Es parte de la advertencia que realizó el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, sobre el riesgo inflacionario en los próximos meses, y la amenaza de volver a emplear las tasas de interés.
No parece una opción, pero la información que deja correr el jefe de la política monetaria es precisamente esa, que las tasas son el instrumento de contención de la inflación.
En particular, una amenaza para las empresas formadoras de precios que, desde la óptica oficial anticiparon los ajustes, imaginando un dólar de 18 pesos.

Consumo
Otro aspecto tiene que ver con el consumo. Los datos preliminares de la demanda de bienes de consumo masivo en febrero estarían aumentando al 2%.
Es el mismo número que obtuvo una de las dos mayores compañías de alimentos del país el mes pasado en sus ventas.
De todas maneras, la administración macrista no apuesta a un salto en el consumo para sostener la reactivación.
Los motores en este año serían básicamente la construcción y el campo.
Claro que tanto el paquete de mayor gasto en los jubilados y la demanda laborar en la obra pública, tendrán una contrapartida en el consumo.
En el caso del campo, la Fundación Mediterránea estima un aumento de la producción de 2000 millones de dólares, equivalente a 0.4% del PBI, que sumados a otros aportes del sector, llevarían el porcentaje entre 0,6% y 0,8% en el 2017.
Por ejemplo, con la inversión en equipos para el campo, que en el 2016 alcanzó a 80% interanual para las sembradoras.

Obra pública
La obra pública es el otro motor del crecimiento en el año.
Luego del 2016, en donde la recesión se agravó en parte por la decisión oficial de contraer el gasto en obra pública, la construcción lograría números positivos.
El año pasado la caída fue de 12,7%, un porcentaje muy superior a otras bajas en el 2009 o 2012 del orden del 2 a 3 por ciento.
En este año, la inversión de la Nación, provincias y municipios se incrementaría en un punto del PIB.
La mayor contribución, de acuerdo a lo proyectado, estaría en las provincias, aunque por distintas transferencias que recibirían de la Nación.
En cualquier caso, la decisión oficial es apuntalar el gasto público en obras.
Con la elección legislativa de por medio y la fuerte retracción de obra pública en el 2016, parece inevitable que hubiera un vuelco en este aspecto.
El impacto de la construcción en el empleo, y la demanda de múltiples sectores, como el cemento, el hierro, herrería, etc., es bastante amplio y rápido.
Los temores por el resultado electoral, de todas maneras, se han atenuado con el inicio del 2017.
La fractura y dispersión del peronismo aportan oxígeno al oficialismo.
Por ahora, los traspiés de la gestión no parecen que fueran a poner en riesgo la recuperación económica.
 

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