None
TRASTIENDA POLÍTICA

“Recalculando”, en la interna de Cambiemos

Con el reloj en cuenta regresiva permanente hacia los comicios del año próximo y un panorama electoral que todavía aparece incierto para Cambiemos, la gobernadora María Eugenia Vidal se ha visto obligada a reformular algunas alianzas dentro del mundo PRO.
Más que afinidades, motorizan esas decisiones ciertas necesidades políticas concretas: le urge al oficialismo encontrarle la vuelta al armado propio para las elecciones de medio término del 2017 pero también potenciar su capacidad de influir en la suerte de los esquemas opositores.
Fue así que un día empezó a revertirse el ostensible distanciamiento que existía entre Vidal y el titular de la Cámara de Diputados de la Nación y usual armador político provincial del PRO, el bonaerense Emilio Monzó.
Aquella tirria había tenido un punto de expresión notable cuando Monzó -tercero en la línea de sucesión presidencial- quedó afuera de la mesa de conducción del partido amarillo en la Provincia, que desde hace algunas semanas preside la propia Vidal.
Es verdad que el diputado logró colocar algunos laderos en la grilla de autoridades pero nadie consideró seriamente que ese dato servía para compensar su estruendosa ausencia.
Monzó se había convertido en un crítico interno del gobierno provincial, con acceso directo al oído presidencial. En encuentros reservados llegó a mostrarse preocupado por lo que definió como una “falta de volumen político” del vidalismo.
Pero Vidal y Monzó parecen ahora encaminados a firmar la paz y trabajar juntos; lo que supone el regreso del segundo a su tarea de armador político del oficialismo. Eso es lo que dicen estos días fuentes confiables de PRO, luego de que se conociera la reunión que la semana pasada mantuvieron los dos interesados más el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta y el líder del opositor Frente Renovador, Sergio Massa.
En el lujoso hotel donde almorzaron se habló de cuestiones nacionales (Presupuesto nacional, leyes que requiere el presidente Mauricio Macri y demás) y también de temas provinciales (Presupuesto bonaerense, acuerdo de gobernabilidad, etc.).
La gobernadora y Monzó llegaron a esa comida con las cosas en orden. Se habían juntado horas antes en la casa de Vidal, en Morón. Dicen que allí se dijeron lo que se tenían que decir y acordaron la nueva convivencia. La orden de dejar las internas de lado la había dado, tajante, el presidente Macri, convencido de que en esta etapa todas las cabezas son necesarias para pensar las estrategias electorales de Cambiemos.
Macri también logró que otro distanciamiento quede momentáneamente de lado: el que alejaba al mencionado Monzó con el jefe de gabinete, Marcos Peña. El diputado solía ser crítico de la forma de hacer política que impulsa Peña, “excesivamente” pegada a las redes sociales y al timbreo en detrimento de la lógica de construcción más tradicional. “Ahora ellos hablan muy seguido”, explican en el Gobierno.
Además, Peña y Vidal habrían cedido ante la recomendación de otros actores de PRO que sugerían aprovechar la experiencia de Monzó, forjada en el justicialismo bonaerense. Hacer un trabajo de hormiga sobre el universo de intendentes de ese partido es una de las tareas que tendrá el titular de Diputados.
La gobernadora ya tiene trabajando en eso a algunos ministros y en especial al de Producción, Joaquín de la Torre. La “pata peronista” de Cambiemos sigue siendo un objetivo a alcanzar en el oficialismo. Pero es un río en el que también pesca Massa, quien por ahora lidera las encuestas de intención de voto.
Acaso para reforzar ese perfil de conocedor del mundillo PJ, y para acallar dudas sobre su lealtad a Vidal, se le ha escuchado decir a Monzó lo siguiente: “Los peronistas bonaerenses consideramos al gobernador como nuestro jefe político distrital. No voy a ir en contra de un espacio que ayudé a fundar”. A Vidal no le queda más que creerle.
A Cambiemos lo desvela la Tercera Sección Electoral de la Provincia, en el sur del Conurbano, donde el peronismo en general y el cristinismo en particular son más fuertes. Es la zona donde peor le fue a Macri el año pasado, con focos casi infranqueables para PRO como La Matanza. En esa sección, explican fuentes oficiales, el oficialismo pondrá mucho esfuerzo político para ganar posiciones, mucho despliegue de “seducción” a los intendentes del PJ y mucha inversión provincial.
La “vuelta” de Monzó al equipo político provincial de Cambiemos supone una mala noticia para el alcalde de Vicente López, Jorge Macri, que aspira a encabezar la boleta oficialista. Los separan viejas cuitas, entre ellas la obsesión del diputado para que el primo presidencial no fuera el candidato a gobernador del espacio en la última elección. Monzó, además, tiene una muy buena relación, cercana a la amistad dicen algunos, con Elisa Carrió. Y Lilita es una de las detractoras internas del intendente de la zona norte en una rivalidad que, en este caso, parece imposible de zanjar.

COMENTARIOS